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procopio: café filosófico

El estilo y la furia

Ríos de tinta han corrido en los periódicos a propósito del juego de la selección española de fútbol. ¿Por qué fracasábamos en los Mundiales? ¿Por qué el techo de nuestra selección eran los cuartos de final? Dos o tres buenos jugadores no bastaban, y aunque desde 1978 la selección ha estado en todos los mundiales, en todos, menos en uno, el que ganó en 2010, ha fracasado más o menos de forma estrepitosa. 

Se habló del juego del equipo, de que era un equipo sin identidad, solo una colección de buenos jugadores, se habló incluso de la dificultad de integrar las regiones y nacionalidades de las que habla nuestra Constitución. Se dijo que si el gol de Cardeñosa hubiese sido gol contra Brasil, todo lo ocurrido en estos últimos treinta años hubiese sido distinto. Pongo en duda esta última afirmación. He visto, en youtube, el partido. Entero. Contra una Brasil que quedó tercera en aquel mundial pero que no era nada del otro mundo, quizá con Dirceu como estrella, a España le costaba incluso pasar de medio campo. Que en un balón largo la defensa brasileña fallara y Santillana le dejara el balón franco a Cardeñosa no signfica que aquel partido lo mereciese ganar España. Además, era la fase de grupos, nada importante o trascendental todavía por jugarse. De modo que el fallo de Cardeñosa ha de dejar de ser un mito, porque el partido de España no daba para más. 

Luego vino el fracaso en el Mundial de México´86. En este torneo, España sí mereció algo más, pero se dejó -no puede decirse otra cosa- marcar primero por Bélgica y ya fue a remolque todo el partido, cayendo finalmente en los penaltis y poniendo el listón en esos cuartos de final que nunca se superarían, hasta el torneo de 2010. En el 2002 repetimos cuartos de final, contra una débil Corea, y los penaltis fueron otra vez el castigo a un mal partido, es posible que con un gol legal anulado, pero en el que España debería haber dominado mucho más de lo que lo hizo. Los problemas venían de antes. Raúl González, que había sido Balón de Plata recientemente, no jugaba, y era el factor diferencial del equipo. No jugó porque se había lesionado en los octavos de final contra Irlanda, otra selección débil a la que se la debería de haber ganado con cierta holgura, y que sin embargo nos empató, mandando el cruce a los penaltis, donde un Casillas ya inspirado hizo de las suyas para meter a España entre los ocho mejores equipos del campeonato mundial.

Otros fracasos de la selección se deben a este penar ante equipos a priorio más vulnerables. Pongamos como ejemplo lo que ocurrió en 1962. Sin un equipo de estrellas aunque con Puskas, que había sido subcampeón mundial en 1954 con Hungría, España se plantó en el último partido de fase de grupos teniendo que vencer a la todopoderosa Brasil, que sin Pelé iba a resultar finalmente la ganadora del torneo. Y España marcó primero e incluso dominó el encuentro, hasta que Vavá aprovechó un fallo, ay, de la defensa española para después sentenciar en otra jugada personal de Garrincha: Brasil 2-España 1 y para casa. El problema no era perder por la mínima en un buen encuentro frente al futuro campeón, el problema fue no haber hecho los deberes antes frente a la soviética Checoslovaquia, que sí, que a la postre fue la subcampeona, pero que no tenía por qué ganar a España. He visto, también en youtube, todos estos partidos, y sé de lo que hablo. 

Unas veces por hacche, otras veces por be, pero el caso es que la selección solo podía ostentar el título europeo de 1964 y la finalísima de la Eurocopa de 1984. Estos triunfos deberían haber indicado a los expertos conocedores del fútbol por donde había que tirar. En la Eurocopa del 64, con mencionar a jugadores como Luis Suárez, único Balón de Oro español, Chus Pereda o Amancio Amaro, estaría todo dicho. En 1984, tras clasificarnos después de la gesta del 12-1 contra Malta, se hizo un torneo irregular, pero se venció a Alemania, vigente subcampeona del mundo, por 1-0. Aquel gol de Maceda sigue siendo mi gol favorito de la selección. En ambos casos, se trataba de buen juego futbolístico, de defensas que sabe sacar la pelota jugando, de medios técnicos y, en el área, de auténticos depredadores del gol. Esa fórmula no triunfó en la selección asumida de forma explícita hasta el Mundial de 2006.

Fue Luis Aragonés el que lo hizo. Además, dotó de un sobrenombre mediático al equipo, La Roja. Lo dijo en una entrevista en el periódico El Mundo. Lo del tiqui-taca tiene, no obstante, otra historia. En aquel mundial, Guardiola escribía para el diario El País. Y recordaba su paso como jugador por Italia, visionando videos del Milan de Sacchi, a propósito del partido de Italia contra Australia de octavos de final, con gol de penalti de Totti en el último segundo. Escribió algo así que jugaban como un reloj, tic-tac, tic-tac. Y este tic-tac, tic-tac, escrito por Guardiola lo convirtió en el célebre tiqui-taca el locutor Andrés Montes, que por aquel entonces estaba en La Sexta. Este es el origen del famoso tiqui-taca.

Otros, más pulcros, lo llamaron estilo. ¡La selección ya tiene una identidad! La selección tenía un estilo, es decir, el estilo como identidad. Lo tendrían que haber escrito entonces Segurola o Iglesias y no haberse subido al carro con el triunfo final en la Eurocopa del 2008, porque lo cierto es que en el Mundial de 2006 en Alemania ya se vio una nueva España, con identidad, con estilo. Especialmente brillante fue el debut contra la Ucrania de Shevchenko, que más tarde llegaría a cuartos de final. 4-0 y un juego a ratos espectacular. Pero todo cambió cuando cierta prensa de Madrid presionó para que jugara Raúl. La entrada de González distorsionó el ritmo de juego del equipo y el equipo español volvió a ser plano, previsible y vulnerable. En fin, cayó derrotado 3-1 contra Francia, futura subcampeona mundial, en los octavos de final, y eso que se había adelantado España con gol de penalti.

Pero llegó la Eurocopa de Austria y Suiza ya sin Raúl en el equipo nacional, y España salió campeona, derrotando a Alemania por 1-0 con gol de Torres en la primera parte del partido. El resto es una historia de éxito. Aragonés dejó la selección y el marqués Del Bosque se hizo cargo de la misma. Sin cambiar casi nada, consiguió, a duras penas, eso sí, saltar la barrera de los cuartos de final en el Mundial de Suráfrica de 2010, volver a ganar a Alemania por 1-0 en la semifinal, y derrotar a Holanda en la final con el histórico gol de Iniesta. ¡España, por fin campeona del mundo! He escrito sobre ello en otras estampas y por tanto no añadiré más.

Lo que sí que diré es que todo ello se hizo, ciertamente, con estilo, pero también con la clásica furia española que se remonta a cierta tarde de 1920, cuando aquello de "¡A mí, Sabino, que los arrollo!". Cabe recordar que España consiguió en aquellos Juegos Olímpicos, cuando aun no existían los mundiales, el subcampeonato. La medalla de plata. El primer gran éxito de una federación de fútbol que según algunos nació en 1909 y según otros en 1913.

No he hablado de la Eurocopa de 2012, que también ganó la selección española. Y eso que Villa estaba lesionado y Torres solo jugó esporádicamente. Con falso 9, España fue de menos a más y acabó arrollando a Italia en la final. 4-0. Lo nunca visto. Nadie hasta entonces había encadenado semejantes triunfos, solo Alemania se le había acercado mucho entre los años 1972 y 1976, la gran Alemania de Beckenbauer.

Repito. Todo ello se hizo con un estilo de juego por bandera, con una identidad, con el tiqui-taca. Pero también con la furia como parte insoslayable de tal identidad. Resumiendo, durante todos estos años el estilo ha sido Xavi Hernández, pero la furia con clase la ponía David Villa. El estilo era Iniesta, pero la furia del gol venía de Puyol. ¡A mí, Xavi, que los arrollo! podría haber gritado perfectamente Puyol antes de su antológico remate de cabeza, que le valió a la postre el pase a la final del mundial de Suráfrica´10 a España, quizá en el mejor partido de fútbol que haya disputado jamás la selección a esos niveles, precisamente en un partido dominado por el estilo de la Roja pero sentenciado gracias a la furia de la testa ya sagrada de Puyol. 

Esperemos que en lo venidero se mantenga el estilo que tantos éxitos nos ha dado. Pero en mi opinión, haríamos bien en mantener también la furia española. La echó de menos en el reciente mundial de Brasil´14 nada menos que Tostao. En declaraciones a un periódico brasileño, el delantero centro del mejor campeón del mundo de todos los tiempos, la Brasil de 1970, manifestó algo así como que el estilo estaba muy bien, pero que no había que recrearse en él, y dijo encontrar a faltar una pizca de furia en el juego español para sobreponerse a los golpes de la fortuna. Del Bosque ha llamado, en este sentido, a la rebeldía. Como nos enseñó Camus, el escritor que dijo aquello de haber aprendido las mejores lecciones de moral en la vida jugando al fútbol, la rebeldía es lo contrario de la revolución. La furia no es ansia ciega ni supremacía racial, lo cual sería por lo demás ridículo amén de execrable en el caso español. La furia es el complemento ideal del estilo. Dicen que habíamos tenido furia durante 90 años y que no había servido de nada. Que había que desterrar la furia y abrazarnos al estilo. Sigo pensando que ni había tanta furia como se piensa ni el estilo estuvo ausente siempre del juego de la selección. Dar con la fórmula que combinara ambos elementos fue el éxito del difunto Luis Aragonés. Volver a dar con la tecla será lo que nos hará regresar a las mieles del éxito. El estilo por el estilo será, en caso contrario, tan estéril como la supuesta furia española como único signo de identidad de la selección.

Por encima de todo, se trata de jugar bien al fútbol, con garra y corazón.

2 comentarios

ximobrotons -

hola papagena, cuanto tiempo! ya he escrito en twitter al respecto, estoy con sosa wagner, y de algun modo este comportamiento tiranico de rosa diez se veia venir, cuando les sale la patita socialista, les sale la patita leninista y totalitaria, en fin, mejor votar a c´s

papagena -

Me gustaría que escribieras algo sobre Ciutadans y sobre UPyD Y en particular sobre el cese de Sosa Wagner como portavoz de UPyD en el europarlamento y su sustitución por una amiga de Rosa Díez que fue como 2ª en las listas sin estar entonces afiliada a UPyD