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procopio: café filosófico

All Blacks

Pocas cosas sagradas hay en esta vida, y una de ellas es el rugby en Nueva Zelanda. Mi pasión por el rugby data de los años 80. Entonces TVE daba el entonces Torneo de las Cinco Naciones, y alli me enamoré del apertura galés Johnathan Davies. Entonces no sabía que la selección de Gales había dominado el mundo del balón oval en los años 70 de la mano, entre otros grandes ases, del medio melé Gareth Edwards. Elegí a Gales cuando podía haber optado por la Francia del zaguero Serge Blanco, o por la Inglaterra de Robert Andrews. Pero Johnathan Davies era demasiado vivaraz como para elegir cualquier otro equipo. En 1988, después de años de sequía, Gales ganó la Triple Corona (vencer a los demás equipos británicos del torneo). Un año antes había quedado tercera en el primer mundial de rugby, celebrado en Nueva Zelanda, derrotando a la Australia de David Campese en el partido por el tercer y cuarto puesto de aquel primer mundial de 1987, cuando el rugby se profesionalizó.

Pero fue precisamente a raíz de aquel mundial cuando sumé a mis amores rugbísticos al equipo del helecho en el pecho, ese extraño combinado que vestía con una equipación de color negro. Sí, entonces, a diferencia de lo que me había ocurrido con Gales, mi primer e ingenuo amor, sabía perfectamente que Nueva Zelanda, en esto del rugby, eran los mejores. Los mejores de la historia. Sabía perfectamente ya entonces que el rugby, como la vela, eran sagrados en la tierra neozelandesa.

De Nueva Zelanda deportivamente hablando solo conocía el hecho de que su selección de fútbol había participado en el mundial de fútbol de España´82. Nada más. Pero en seguida me puse al día respecto de su gloriosa selección de rugby, que ganó ese primer mundial de 1987 (tardadían mucho tiempo en volver a ganar un mundial, exactamente el de 2011 también celebrado en Nueva Zelanda). Mi entusiasmó por los denominados All Blacks aumentó exponencialmente. Todo era fantástico alrededor de ellos, un juego de delantera como el de la temible Suráfrica, un juego a la mano de los tres cuartos como el de la alegre Francia, tal combinación de poderes solo podía darse en los mejores practicantes del rugby del planeta. Y luego estaba lo de los All Blacks, la haka y todo lo demás. Qué maravilla.

Tal fue mi enamoramiento que a nivel mundial me considero más seguidor de Nueva Zelanda que de la propia Gales. En el último mundial, el de 2011, Gales disputaba su partido contra Francia en una de las semifinales. Por primera vez no me importó que el equipo de rojo perdiera, aunque hay que matizar que fue de mala manera, con dudosas decisiones arbitrales. Y es que si ganaba se enfrentaría a los All Blacks en la finalísima, y por nada del mundo quería verme obligado a elegir ganador en un partido disputado entre Gales y Nueva Zelanda. Es más, estoy convencido de que Gales, de haber pasado a la final, podría haber ganado perfectamente el título frente a Nueva Zelanda, y por nada del mundo quería yo entonces que a los All Blacks se les escapase ese mundial, su mundial, después de tantos fracasos anteriores. Al final Nueva Zelanda derrotó a Francia por un ajustadísimo 9-8 en un partido feo a causa del mezquino planteamiento francés, tan alejado del rubgy champán al que nos tiene normalmente acostumbrados el XV del gallo. 

El nombre de All Blacks caló, pues, profundamente en mi persona allá a finales de los 80, cuando yo tenía unos quince años. Tan es así que parafraseamos ese nombre a la hora de elegir uno para participar en las 24 horas de baloncesto que se organizaban entonces en mi pueblo. Vestíamos todo de negro, estábamos enfadados como los All Blacks, éramos aguerridos y fieros, pero a la vez tiernos, como Nueva Zelanda jugando al rugby. Mayo espectáculo deportivo en el mundo era y es difícil de encontrar.

Se ha podido comprobar en el último Rugby Championship, el torneo heredero del Tri-Nations, campeonato que agrupa a los países rugbísticos del hemisferio sur. El Tri-Nations se empezó a jugar en 1996, nueve años después del primer mundial, al albur de la profesionalización del deporte del balón oval. Nueva Zelanda, Suráfrica y Australia, cada una con 2 títulos mundiales, casi nada al aparato. Se sumó Argentina hace tres años y pasó a llamarse The Rugby Championship. Ahora que me he puesto el Canal Plus en casa he podido ver algunos partidos. Rugby de alta escuela, poderorísimas delanteras, sapiencia en el desarrollo de las fases, tres cuartos muy físicos y técnicos, lucha de poder a poder. El torneo lo ha vuelto a ganar, por tercera vez seguida, Nueva Zelanda, que por tanto ha vencido en todos los torneos que se han disputado bajo la denominación de The Rugby Championship.

14 son los títulos que en global poseen los All Blacks, por 3 de Suráfrica y 3 de Australia. Allí donde falla Nueva Zelanda en los mundiales, en partidos que se les hacen cortos, por la presión de ser los favoritos, perdiendo por ejemplo contra Francia en la histórica semifinal del 99, etcétera, todo eso se desvanece en este torneo que los All Blacks dominan de forma aplastante, porque aquí no hay partidos de la muerte, sino que es un torneo de la regularidad, y entonces Nueva Zelanda demuestra que siguen siendo los mejores jugando a esto del rugby, enseñando al mundo qué es el rugby, como los Globetrotters, a su modo circense, enseñan al mundo qué es el baloncesto.

A falta de una jornada, ya fueron campeones, aunque, tras dos años sin perder, cayeron en la última jornada frente a Suráfrica 27-25. Un aviso para navegantes de cara al próximo mundial de 2015 en Inglaterra. La otra noticia reseñable de la última jornada es que por primera vez Argentina, es decir, los Pumas, lograron vencer en el torneo, en concreto ganando 21-17 a Australia, en un partido un poco extraño, pues empezaron arrollados 0-14 por los Wallabies, y sin embargo consiguieron ir remontando hasta hacerse con el partido gracias entre otras cosas a que el pateador de Australia, el apertura Foley, erró sendos golpes de castigo aparentamente sencillos y a que Argentina demostró casta y saber estar. Sin Pichot y otras de las estrellas que en 2007 llevaron a los Pumas al tercer cajón del mundial de Francia, Argentina logró su primera victoria tras 18 encuentros con una apuesta decidida del entrenador Hourcade por el juego ofensivo, cuando tradicionalmente la fortaleza de los Pumas ha residido siempre en la delantera. Manteniendo esa fortaleza, Argentina ha querido explotar otros recursos ofensivos, jugando a la mano con los tres cuartos, apoyados siempre por el trabajo inconmensurable de la tercera línea. Errores subsanables en la fase de obtención del balón hacen creer a la afición que los Pumas todavía tienen trecho para ir creciendo y mejorando, y ya hay quien habla de una posible final del mundial para ellos si el sorteo del torneo es benévolo en los cruces. Argentinos con los que he podido charlar en el foro de internautas de marca.com, sin embargo, han llamado a tener los pies en el suelo y a mantener un realismo más cauto con las posibilidades de su enorme selección de rugby.

Pero volvamos a los All Blacks, pues yo siempre seré un all black, y esto es tan sagrado para mí como el rugby en las islas de Nueva Zelanda. El capitán y flanker (número 7) Richie McCaw batió el récord de caps (internacionalidades) de los All Blacks con su cap número 134. McCaw es un jugador de otra época. Ahora empieza a estar ya un poco envejecido, pero sus placajes siguen siendo antológicos, capaces de hacerte retroceder diez metros... ja ja ja. Me alegro por él y por los All Blacks, que a falta de un Lomu, siguen encontrando jugadores de considerable talla mundial en todos los puestos clave. Son fuertes y son exquisitos, y además, cantan la Haka. Para despedirme de esta estampa, qué mejor, pues, que hacerlo como ellos empiezan los partidos:

 

All Blacks, dejame ser uno con la tierra
Hī aue, hī!  
Ko Aotearoa e ngunguru nei! Esta es mi tierra, que vibra
Au, au, aue hā! ¡Es mi hora! ¡Mi momento!
Ko Kapa o Pango e ngunguru nei! Esto nos define como All Blacks
Au, au, aue hā! ¡Es mi hora! ¡Mi momento!
I āhahā!  
Ka tū te ihiihi Nuestro dominio,
Ka tū te wanawana Nuestra supremacía triunfará.
Ki runga ki te rangi e tū iho nei, tū iho nei, hī! Y llegará a lo más alto.
Ponga rā! ¡Helecho Plateado!
Kapa o Pango, aue hī! ¡All Blacks!
Ponga rā! ¡Helecho Plateado!
Kapa o Pango, aue hī, hā! ¡All Blacks!

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