¿Cultura o economía?: cultura económica
Recuerdo aquel absurdo dilema que utilizó el ex presidente González en las elecciones del 93: había que elegir entre "cultura" (izquierda) y "economía" (derecha). Como ha dicho el periodista MAR en su libro sobre el ex presidente Aznar, el Psoe ya no debería de haber ganado aquellas elecciones, pues prolongaron ("la prórroga del 93") lo que había sido una simple segunda transición interna del Pp en una segunda transición externa que ha llevado a España, con Rodríguez Zapatero, a la ruptura de algunos consensos constitucionales básicos a partir del 2000. La segunda transición sobrevenida ha dado sus frutos por vías retorcidas -estoy pensando en el éxito del deporte, como hemos visto en el sucesivo flamear de "banderas nacionales"- en gran parte gracias a la oposición de Rajoy, lector de "Marca". Pero en cuanto a la ruptura, por muy posmoderna que se haya presentado, no por eso ha dejado de tener visos de ruptura grave en lo relativo a lo más básico, la Constitución de 1978 -si había que seguir, y por supuesto que hay que seguir, no era justo en ese camino. Pero de esto ya hemos hablado y ya ha habido una STC, digamos, de juzgado de guardia, nunca mejor dicho, pues es donde vamos a tener que vernos en la próxima década, por lo menos. En cambio, del rupturismo anti-económico hemos hablado menos, y hoy es el tema desfavorable principal.
¿Cultura o economía? La respuesta que en seguida viene a la mente es: desde luego, sin economía no hay cultura, y aquel lapsus del empleado de la editorial mexicana FCE no puede ser más revelador: económica por ecuménica. Por supuesto, a la inversa, una cultura sin economía no merece el nombre de cultura. No suele merecerlo, y me temo que en este caso no existe una excepción cultural española. La cultura española -me refiero a la de los autoproclamados "creadores", no al patrimonio histórico del país y a su imagen, situados en el "top ten" mundial- es en general mediocre. Sánchez Ferlosio puede ser a veces un agudo crítico, pero es un escritor menor. Almodóvar es un cineasta original con varios premios y Oscars, al igual que los actores Cruz y Bardem, descubiertos por Bigas Luna, pero es un cineasta con claras limitaciones. Solo Savater, y no en los primeros puestos, apareció entre los 100 intelectuales más importantes del mundo, en una revista de Canadá. Plácido Domingo es un cantante de ópera reconocido internacionalmente, pero este círculo no deja de ser minoritario. No sé, aquí podríamos seguir con la cocina, el diseño, la moda, la ciencia -está este Cirac, postulado al premio Nobel de Física, que no trabaja en España-, etc. Pero la cultura española por antonomasia, la, digamos, más popular, la que está más relacionada con la educación, es precisamente la cultura de la izquierda que apoya al Psoe y a Iu, lo que se ha llamado "cultura de la ceja" y que más bien es la "cultura de la queja", aquella contra la que lanzó su ataque furibundo el gran Ortega (por no hablar ahora además de la "cultura del catalanismo" y de otros nacionalismos, en general también de izquierdas, aunque con sus peculiaridades). Esta cultura popular, esta hegemonía cultural de izquierdas es, repito, mediocre si no de bajo nivel por lo general. No solo en lo cultural, sino sobre todo especialmente en sus intervenciones públicas. Han estado defendiendo desde sus poltronas multimillonarias subvencionadas con dinero público cosas como el comunismo soviético de Cuba, la complicidad con el terrorismo vasquista, el antiamericanismo reaccionario, etc. Privilegios, racismo, tiranía y miseria. Tercermundismo de salón. Lo último ha sido naturalmente su cerril defensa de los sindicatos mayoritarios, ese candado al libre comercio, pues no otra cosa ha sido la semi Huelga General del 29-S.
Claro, tú hablas de esto y la gente se sorprende de que lo critiques. La gente se cree lo que sale por la boca de estos insignes y sublimes creadores. Necesitan paz para sus excelsas creaciones. Y a ser posible, al parecer, un 20% de paro para que el público no se distraiga, yendo a lo suyo, y les siga creyendo. No importa. Es una cosa buena, dicen, el paro. Incluso hay quien no los quiere, repito, laborando por su cuenta. Les sobran. Son gente inculta. Dado que le suelen dar mucho al sexo público, al menos, de nuevo, otra vez de boquilla, dudo de que esta cuadrilla multimillonaria de creadores se trate de un coro de ángeles, y por tanto solo cabe pensar que se equivocaron de época y estarían mejor como monjes -a poder ser dominicos de la Inquisición- en la época medieval.
Esto es la "cultura" en España. Nadie recuerda la Movida y su indudable vínculo con la Transición liderada por UCD, o con el papel del socialista-popular Tierno Galván, o el nivel que podía tener entonces a veces RTVE, con muchos menos medios. Hoy no es de extrañar el nivel que presenta el pobre sistema educativo respecto a la exigencia al menos del anterior, con un PIB e instituciones mucho más consolidadas que entonces.
Pero no solo en la cultura de izquierda socialdemócrata o comunista alienta el error: la ignorancia culpable de que sin economía no hay cultura más que para unos míseros privilegiados, y que una cultura sin economía es más bien esta élite miserabilista a beneficio propio que domina en España.
Esto pasa incluso con la alta cultura de centro, digamos. Por ejemplo con el periodista Arcadi Espada, al que llevo siguiendo ya hace años y con el que ya tengo un cierto trato de confianza para sostener que todavía no se ha dado por enterado. Que lo premoderno merodea en las orillas opuestas a las que él señaló en su día, que el matrimonio homosexual, además de un oxímoron -él, que tanto ha luchado lógicamente contra los oxímorons y el doble lenguaje-, es una política que ningún gran país moderno serio ha aprobado, pues en este caso la doble moral y los efectos externos son más que evidentes para alguien que no sea solo en este caso un saco de prejuicios. Etc. Pero en fin está la economía. ¿Cómo es que el problema en este país al mes de septiembre de 2010 es que nadie invierte en educación y sanidad y no el 20% de paro ya de larga duración y la política anti-económica del Gobierno socialista, intervenida por Bruselas? Ah, no, resulta que el problema es que nadie invierte ni nada ni bien "en este país". Espada no menciona al Gobierno socialista a propósito de los PGE, cosa que obviamente ha hecho a lo largo de su vida cuando el Gobierno era de derechas, popular. Qué digo, a propósito de la derecha aunque ni siquiera gobernara.
Este sí que es un problema rotundo en España: que el centro no es esto.
El centro, en economía, dejando los asuntos "morales" para otro día, es que sea de opinión pública saber que, pongamos por caso, un 4% de inversión, eficazmente gastada y fiscalizada, de una renta x en una economía que crece potencial y actualmente es siempre superior a un pongamos 4,5% de una renta inferior a x en una economía destrozada y paralizada. Al parecer, los intelectuales de alta cultura de centro no saben esto, o no se quieren dar por enterados. Ah, la libertad de expresión, confundida en estos años como todo lo demás. Por su parte, los científicos, que apoyaron en el CSIC el ascenso de Rodríguez Zapatero por un quítame unas células de aquí y vete allí a Singapur, han visto, pero no han dicho nada de que, a día de hoy: ha habido menos investigación y desarrollo en España desde el punto a partir del cual empezó a gobernar el Psoe en 2004 (menos tesis doctorales, menos debate científico interno, menos innovación, menos transferencia tecnológica, pues). Por no hablar de los becarios, pobres, que llegaron a manifestarse en contra del Gobierno antes de las elecciones del 2008, aunque entonces la ciencia dejó de interesar a la progresía patria pues se trataba de "ganar". No sé que han ganado. Pero no les cabe ni el mérito de haber sido los primeros en instituir un Ministerio de Ciencia o uno de Medio Ambiente. A cambio, hemos tenido igualdad de desoportunidades a tutiplén.
¿Cultura o economía? Mucho mejor, para empezar, una cultura económica. El rupturismo anti-económico ha venido por este lado y no ha sido menos grave que el anti-constitucional: se trataba de que el paro "estaba bien" porque de otro modo lo único que hay es explotación capitalista. No ha tardado en salir de nuevo a la palestra el expresidente González para alertarnos cual Gran Inquisidor de los nuevos males financieros que desde ya mismo estamos incubando. No me lo invento, lo dijo el otro día. Claro que es el presidente que aumentó el paro dejado por Suárez en torno al 10% hasta más o menos el 20% durante toda la década de los 80, y cuando ya entrado en UE, Otan y años, decidió en 1988 hacer el bien por una vez, los sindicatos, pobre de él, no le dejaron. O sea, que el paro, tras bajar un poco a finales de los 80, volvió a dispararse esta vez hasta el 25% del año 93, más o menos, el año de la "economía o cultura", como quien dice la bolsa o la vida.
El rupturismo anti-económico de Rodríguez Zapatero, diputado elegido por el expresidente González para heredar el felipismo y su tardofelipismo -hasta consolidar el felipismo trasnochado de nuestros días, que ya es hablar de trasnochar- en alianza con los guerristas frente a renovadores socioliberales y socialistas moderados, ha ido por esta línea del 25% de paro como, de momento, listón de referencia. Cierto es que durante un mes se batió el récord de volver a datos de paro de la época de Suárez, en concreto un 8%, pero esto era el paréntesis de Solbes que coincidió más o menos, incluso cuando la crisis mundial ya había estallado un año atrás y Solbes estaba presto a ser destituido, con el episodio político quizá más vergonzante de este tiempo, aquel en el que el actual presidente se puso a presumir de poderoso en Nueva York, que es por otra parte lo que lleva haciendo todos los días desde que sabemos de su existencia.
Solbes era la economía y no la cultura que González había -falsamente, pues- prometido en el 93, una economía que ya hizo repuntar el crecimiento al 2%, simplemente por eliminación de controles a la pujanza de la sociedad civil, en el 95. Dicho sea de paso, una economía, eso sí, basada exclusivamente, un poco al modo del actual despido libre -aquel que nunca jamás este Gobierno en ningún caso iba a tolerar-, en la contratación digamos barata de las ETT. Lo sabré yo que trabajé en varias de ellas.
El rupturismo anti-económico actual, hecha la salvedad de la pasiva y estrecha economía de la época de Solbes (parecida a algunas fases de la de los años 80), ha consistido, repito, en poner pura y llanamente en cuestión la economía de mercado, inscrita en la Constitución. Sobra lo de social, primero porque en Europa todo es social, y segundo porque tanto más social es la economía cuando es una economía de mercado. Pero en fin, ya me estoy haciendo un lío. Lo que es evidente es que el marxismo, todo lo posmoderno que se quiera (como si por otra parte esto mejorara algo al marxismo), volvió al Psoe. Esto es muy importante, porque con marxismo en el 78 no hubiera habido democracia, ni por voluntad de Fraga ni sin voluntad de Fraga. El expresidente González dimitió, fuese el marxismo, y advino la democracia. La equivalencia con la renuncia al confederalismo originario del Psoe es por otra parte también notoria. Pero, en consonancia con la recuperación del "Estado nuevo" filoconfederal, que no es por cierto mandato de la CE78, hete aquí que en septiembre de 2009, en pleno auge del paro inducido por su política, el Psoe se puso a entonar la Internacional comunista.
No me atrevería a decir que este rupturismo anti-económico haya sido finiquitado con la intervención de Bruselas de mayo de 2010 pasado, del mismo modo en que el rupturismo anti-constitucional hubiera tenido su punto y aparte con la STC de junio de 2010 pasado -y anteriormente, con el fin del "proceso de paz" con Eta en enero de 2007, "proceso" que ahora amenaza de nuevo. Como siempre está amenazando de nuevo, no me atrevo, de momento. No me atrevo tampoco precisamente porque más acá del quehacer político e institucional no veo que en la opinión pública nadie digno al menos todavía de ser visitado de vez en cuando se dé por enterado. Valga el caso del periodista Arcadi Espada, que suele presumir de moderno y de buen negociante.
De ahí que la cultura económica sea lo que está fallando en la opinión pública y lo que hay que asumir si no queremos otra vez mantener el listón del paro -y por tanto de la actividad económica, y por tanto de la cultura, y por tanto de la prosperidad y de la libertad- en el 25% y no en el 5%.
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