"El desarrollo natural de la libertad"
Esta frase es de Albert Boadella. Boadella no es un gran escritor. Pero es el mejor dramaturgo español contemporáneo, y eso teniendo en cuenta que no es el único que hace buen teatro, y desde luego no uno que haga teatro clásico o contemporáneo de grandes pretensiones intelectuales, sino un teatro ligero, básicamente cómico, pero sumamente mordaz. Boadella es un hombre lúcido aunque a veces irritante. Boadella no es un gran escritor, pero ganó el Premio de Ensayo de la Editorial Espasa en 2007, porque, además de formar parte del star-system teatral de nuestro país y ser un personaje muy reconocido, cuenta cosas bonitas y terribles a la vez en este libro vencedor, "Adiós, Cataluña", invectiva de signo adverso a la famosa oda del poeta Maragall "Adéu, Espanya", que a su vez era una oda de signo adverso al verso tal vez apócrifo atribuido en tiempo medieval a Jaime I, aunque en este caso, el Rey de Aragón ni siquiera decía "Hola, Espanya", sino que ya daba por sentado que sus asientos en ningún otro sitio que en España estaban, y simplemente se limitaba a decir, para el caso de Mallorca, que no había otro más bonito.
En fin, el ensayo de Boadella está dividido en varios capítulos, alternativamente designados como de "Amor" o de "Guerra". Son doce por banda. Los de "Amor" empiezan con la asistencia infantil a una exhibición sardanista, y en seguida se deslizan por el amor a la mujer, así en abstracto, hasa que esta se va concretando, primero en una compañera de trabajo que le da su primer hijo, y luego en la definitiva, que trae uno bajo el brazo y le dará una hija. Todas las demás crónicas de amor están dedicadas a esta mujer, pintora, con el telón de fondo de una Cataluña a la que un día el protagonista amó, como sigue amando hoy a su esposa. Las crónicas de guerra, escritas en un lenguaje deliberadamente militarista, empiezan con Els Joglars y acaban con Els Joglars. Boadella es, ante todo, un juglar, un bufón, y si puede ser un bufón de la corte, o en este caso de la Administración, mejor que mejor, siempre que pueda conservar la esencia de su arte, el aire renacentista, su sentido ilustrado. Las crónicas de guerra empiezan con las batallas juglarescas por este sentido del libre espectáculo en un contexto de dictadura militar que además en Cataluña comportaba la prohibición de "la cultura catalana". Y acaban con los juglares buscándose hoy la vida fuera de Cataluña porque precisamente este sentido del libre espectáculo ya no es posible ni aceptado en la Cataluña autonómica bajo la España democrática.
Cosas bonitas y cosas miserables, así es la vida, podríamos decir, en la España contemporánea. Pero para no alargarme más, destacaría la frase que más me gustó de su trepidante lectura, acaso a veces demasiado trepidante, como igualmente conmovedora a veces y desternillante en otras ocasiones. Esta frase, casi un verso, es: "el desarrollo natural de la libertad". Exactamente esto es lo que ha sido cada vez más veces interrumpido, obstruido, censurado, excluido y ya hoy incluso prohibido, en nuestro pequeño país, Cataluña. Así que, adiós.
He leido otros libros. Dos del profesor Xavier Pericay. Digo profesor por decir algo, porque este señor ha hecho de todo. Dos estupendos libros. Uno contra la Logse, "Pogresa adecuadamente", selección de sus artículos en ABC desde el 2000, y otro, escrito originalmente en catalán, idioma del cual Pericay es experto, titulado significativamente "Filología catalana". Este libro, que es un libro de memorias, es pura y simplemente impresionante. Tiene su punto de pesadez, como todo lo de Pericay, pero más si escribe originalmente en su primer idioma, y también por el ambiente que relata, que es el mismo al que ha dicho "adéu" Boadella. Este libro es impresionante porque yo no sé si existe una biografía igual, una radiografía tan casi milimétrica de lo que ha sido importante en Barcelona, y por extensión en la región catalana y en toda España, en los últimos 80 años. Importante a nivel familiar, a nivel social, educativo, polémico. No digo de los últimos 30 o 50. Digo 80. Desde Franco hasta el Partido de la Ciudadanía.
Yo he nacido en Barcelona en 1974 y he crecido en un pueblo cercano, pero no exactamente metropolitano -Vilanova es muy rara. Puedo dar fe de que Pericay en estas memorias se me antoja como una suerte de Berlanga, un realista capaz de describir, y de describirse hasta el ridículo: toda una larguísima época, la segunda mitad del siglo XX, y todo un país, especialmente el catalán, pero no solo, porque, ¿qué es el país catalán sino una parte tan importante y decisiva, a menudo tan perjudicialmente decisiva, pero también tan afortunadamente decisiva en todo aquello que el catalanisnmo suele despreciar, de nuestro gran país, que es España?
El libro es un tocho y ya lo he comentado más en detalle por vía interna, digamos. Podría ser una novela, y sería acaso la mejor novela que se ha escrito en España desde Cela, quizá. Como esa novela de historia -e histeria- familiar, que no he leido, de Jonathan Frazen, "Las correcciones", imagino que de un nivel similar a su libro de reportajes, que sí he leido, "Cómo estar solo", de buen nivel. No, ahora, no. Entonces, entonces Pericay era un chico del Ensanche de padres de Gerona, alumno del Liceo Francés de Barcelona y aficionado al Español. El último de cuatro hermanos, como De Gaulle. Hay que decir que por parte de la madre, su abuelo materno fue fusilado nada más iniciarse la Guerra de Franco por ser el jefe de AP -la CEDA- en Gerona. Y que su padre, en cambio, se movía más bien en ambientes pro-republicanos e incluso catalanistas. La familia de la madre, acomodada. La familia del padre, más bien rural. Ambos, padre y madre, universitarios en Barcelona, donde se conocieron, estudiantes de Filología Clásica en los fatídicos años 30.
Ese chico nacido a finales de los 50 tiene en el Liceo Francés a un profesor que es aun hoy en día una institución en Barcelona, Ribera, una institución de la pedagogía y una institución también, hélas, del catalanismo. El chico queda marcado, claro. Al acabar el bachillerato, rebelde él, pasa de ir a la universidad y quiere ser un poeta maldito en Las Ramblas. El chico tiene una buena formación y acaso le ve futuro. Empieza por el francés pero se pasa al catalán, su lengua familiar y social. Publica un libro de poemas, "La terminal del goig" ("La terminal del goce"), se hace nacionalista de izquierdas en el 77 mientras asiste a actos de la CNT, luego deja la poesía, se mete en la universidad, y, ya trabajando, casado y con hijo, se licencia en Filología Catalana. Entonces, a inicios de los 80, empieza una historia que ya conocemos y que ahora sería demasiado prolijo aun sintetizar, pero que se puede resumir en la decepción con el nacionalismo gobernante y aun con el opositor; la publicación junto a Ferran Toutain de "Verinosa llengua" ("Venenosa lengua"), otra forma de entender el catalán, de hablarlo y escribirlo, no del todo ajena al pompeufabrismo, pero bastante, sin perder por ello un ápice de rigor; el trabajo como redactor, entre otras cosas, del libro de estilo del "Diari de Barcelona", el viejo Brusi, decano de la prensa diaria peninsular, ahora íntegramente en catalán (aquí voy a decir algo: no era la primera vez, ya fue escrito en catalán cuando Barcelona estaba ocupada por Napoleón, mientras, si no yerro, salía una edición en castellano o español en Tarragona, libre del Emperador. Lo curioso es que esta vez se trataba de escribir un papel en un catalán que no fuera imperial de ninguna de las maneras, y curiosamente, entre el catalanismo y lo demás, tan "anti-imperialistas" ellos, lo tumbaron, si es que antes pudiera decirse que había logrado levantarse).
A partir de los 90, el relato, tras el éxtasis olímpico del 92, me resulta sumamente deprimente. A mí tampoco nadie me hizo caso, como no se hizo caso del libro "El malentès del noucentisme" ("El malentendido del novecentismo"), escrito por Pericay de nuevo con Toutain. Yo también, aunque mucho más joven y a mi manera, fatigué por Barcelona aquellos años maragallianos que nunca llegaron, o que cuando llegaron, o en mi caso, justo cuando ya se veían llegar (también de algún modo en el caso de Xavier Pericay, quien desde el 2000 pasó a escribir en castellano en ABC cuando hacía unos pocos años que ya profesaba en la Universidad privada Ramon Llull), descubrimos por qué habían dejado de gustarnos. Si es que en verdad alguna vez nos gustaron, y hablo aquí respetando la diferencia generacional y de todo tipo y las buenas intenciones (aquella película sueca). Esto es muy importante. ¿Nos gustaron alguna vez? Y mejor: qué es lo que nos gustó, qué es lo que nos gustaba. ¿Hasta qué punto podemos ni siquiera responder si ya se espera en uno u otro grado una respuesta preestablecida? Ahora la cuestión es qué queremos, qué queríamos. Qué tenemos que aprender. Qué tenemos que conservar. Qué podemos proponer. En estas estamos. La sinceridad de estos pasajes es brutal, como dicen ahora. Tiene que serlo. Las tripas sobre la mesa. Y la sinceridad de Pericay es en estos capítulos ridícula, pues es a menudo tan tácita. Pero, ¿cómo nos iba a gustar aquello? O sea, que no nos gustó ni verlo venir. Cómo iba a ser de otro modo si el problema -pero, cuidado, tampoco ni mucho menos la solución- no era Maragall ni siquiera Pujol, sino el sistema autonómico catalanista por completo! El problema es el catalanismo original, el pompeufabrismo, el progresismo (mal entendido, siendo benévolos).
Para gente tan mayor supongo que fue duro hasta admitirlo, como fue tan duro para mí el descubrirlo definitivamente cuando ni siquiera tenía 30 años. Lo que llegó, lentamente, fue la infamia. Pero llegó de lleno y en todo. ¿Exagero? Solo si tengo algún cobarde delante. Y, claro, de estos hay bastantes, como decía Pla. De modo que tras las Generales del 2004, barrunto, porque no lo explicita, el profesor Pericay también se fue con su querida familia de Cataluña, como Boadella luego, au revoir, en dirección a la isla de Mallorca. Es posible que por entonces yo ya hubiera ido, veinte años más joven, a trabajar libremente -es un decir, dicho sea de paso, pues la Logse también rige en esta tierra- a la Comunidad Valenciana.
En estas memorias de Pericay, hay datos y pasajes que podrían paralelamente corresponder a mi vida, directamente a mi vida. Naturalmente, yo ni soy catalafónico ni de Barcelona, ni he ido al Liceo Francés. Tampoco soy perico. Supongo que por tanto estos datos pero sobre todo las experiencias vitales y el ambiente rememorados podrían corresponder, directa o tangencialmente, a muchísima otra gente. Es mi tesis. Salgan bien o mal parados, injusta o justamente en ambos casos, en mi opinión aquí sale todo el mundo. Una obra mayor. Un libro, repito, impresionante. Si no fuera de memorias, si estuviera acaso un pelín mejor escrito, ciertamente de forma un poco más liviana, si acaso fuese una novela así narrada, estaríamos ante una obra descomunal. Sin embargo, sigue siendo una obra mayor, impresionante, porque en estos momentos, aun siendo evidentemente un libro de memorias perfectible, y hasta corregible, nadie en España puede contar una historia así de esta manera ni de ninguna otra. Y si puede, que lo demuestre.
Diría muchas cosas más. Pero el goce, ay, se acaba. Y hay gente esperando.
He leido otros libros. De temática nueva para mí. ¡Aleluya! Como estoy sancionado para seis meses, tengo tiempo. He leido "50 batallas que cambiaron el mundo", un libro de historia militar. Ah, la guerra. Tan odiosa como imprescindible, exigentemente imprescindible. El autor es un estadounidense, William Weir, policía militar y corresponsal de guerra. Tiene su puntillo demócrata, y por eso no estoy de acuerdo con varias de las conclusiones que saca el autor de las batallas que relata. Pero no hay duda de que es un libro documentado y también ameno de leer. Una lectura, sobre todo, muy instructiva. Y si me quedo con una batalla, quizá me quedaría con la de Midway. La de Inglaterra fue heroica, pero de entrada estaba medio ganada porque de hecho casi no había nada que perder ya. Alemania hubiese controlado Inglaterra, pero en ningún caso hubiese podido invadirla. El triunfo vino de los EEUU, y estos se la jugaron en Midway. En medio de un desierto de agua oceánica, volando solitariamente en aquel cielo desconocido. Fue verdaderamente de un pelo. Aunque también sea cierto que ni con la victoria en aquella batalla Japón habría podido dominar lo que irracionalmente quería dominar. EEUU hubiese vuelto a responder como hizo en seguida tras Pearl Harbour, aunque qué duda cabe que desde luego Japón hubiese salido fortalecida, EEUU debilitada y mucho, y su intervención en Europa se hubiese dilatado mucho más, todo lo que hubiese tardado en recuperarse y eso si Japón no hubiera en ese caso colonizado San Francisco, pongamos por caso. Pero bueno, bueno, mejor así, ¿eh? Porque, a diferencia del autor, yo no vería con buenos ojos que, a falta de EEUU, el continente europeo hubiese pasado a estar dominado enteramente por Stalin en lugar de Hitler tras la batalla de Stalingrado. Con un Atila basta. Etc.
El otro libro de género nuevo para mí se titula "Tiempo ¿muerto? para innovar" y es un libro sobre empresa y negocios. Su autor es Jesús Larrea, consejero del PNV hasta el 95 -cosa que le honra, que lo dejara de ser entonces, a despecho de haberlo sido antes durante tanto tiempo bajo esas siglas-, director de Euskaltel en la actualidad y empresario, pues, innovador. El libro consiste en el diálogo que mantiene este empresario con el entrenador de baloncesto Dusko Ivanovic, exjugador yugoslavo y entrenador actualmente del Vasconia de Vitoria. Es un libro sumamente interesante en el que Larrea intenta comparar el I+D empresarial con el juego del baloncesto, con el juego como tal y con la manera de entenderlo y dirigirlo como entrenador de un equipo por parte de Ivanovic. "Faltan empresas", decía Aznar. Sería bueno que los éxitos recientes del basket español, en las selecciones y en los clubes, etc., pudieran ser paradigma o al menos enseñanza y estímulo para la reactivación de la actividad empresarial, su expansión y su consolidación cualitativa. Dos personas competentes e inteligentes demuestran en este libro que no es tan difícil, y sobre todo que es bueno, buenísimo, a despecho de que quizá el Gobierno todavía en funciones no lo piense así. O no tenga ni idea.
Finalmente, he leido otros dos libros políticos. Del primero, "Discursos para la libertad", es autora Esperanza Aguirre, líder del PP, si bien en realidad se trata de una selección de discursos políticos que abarcan desde la "Oración fúnebre" del progresista Pericles hasta un par de discursos de la conservadora Thatcher, por cierto acertadísimos. El que quizá más llama la atención es, por el desafío que plantea, "el discurso de Harvard" de Solzenistin, pero esto daría para otro comentario entero. De la "Carta Magna" de la Inglaterra medieval hasta Burke no hay nada, pero es quizá donde está lo esencial: el "Bill of rights" inglés de 1688. Claro que no es un discurso, pero la Carta Magna tampoco. Sobre todo echo en falta a Lincoln, aunque sale citado, y en lo tocante a la libertad española, a Suárez y su discurso en las últimas Cortes franquistas. El libro en todo caso no deja de ser un pequeño regalo. El segundo libro político que acabo de leer trata sobre Aznar y el PP y lo ha escrito Miguel Ángel Rodríguez, portavoz en su día del primer Gobierno Aznar. Se titula "Y Aznar llegó a Presidente". Es un libro que considero de lectura imprescindible. Es el libro político del año, y no esa bobada engañosa de "Los presidentes en zapatillas" que ha escrito la secretaria orgánica de La Moncloa, puro chisme sin sustancia a la par que engañoso, como he dicho. El libro de MAR es sustanciosísimo, a veces lindando con lo chabacano. Pero así es la vida real que el autor se propone relatar, supongo. Contiene varios discursos de Aznar, de lectura obligada, simplemente ni que sean el del 88 cuando se postula como futuro dirigente del entonces aun nonato Partido Popular, y el de investidura del 96. Es uno de esos libros que en mi caso andaba buscando hace tiempo: por favor, que alguien me explique cómo AP pasó a ser el PP, que alguien me lo explique por dentro, personalmente, y sin doctrinarismos, pero con todas los hechos e ideas encima de la mesa. Sabe, es que yo he vivido en Cataluña y allí el PP solo existe el 10%. Pero es que también mucha otra gente de España está tan in albis como yo. Etc. Por fin, esto es lo que hace a su modo MAR en este libro. Imprescindible, repito.
No he señalado las editoriales que han publicado estos libros, salvo en el primer caso. Perdóneseme.
4 comentarios
Sobre profesores, LOGSE y sindicatos -
Estaba yo pensando que ese sindicato que algunos tachan de ultraderechista -y puede que tenga algo de ello- "Manos Limpias" quizá sea el único sindicato capaz de apoyar a un profesor que maldice de la LOGSE.
procopio -
lo más absurdo es que el detonante del expediente fue un incidente en un partido de basket escolar. yo había empezado a entrenar a un equipo del instituto (todo me pilló precisamente cuando ya me estaba consolidando en mi oficio). se me acusó falsamente de haber insultado al árbitro, etc. se ve que aquello pasó al ayto. hasta entonces todos los papeles de quejas que me llegaban los firmaba y arreglado. se puede decir que habíamos llegado a esta entente después de que me largara gritando del despacho de un director aburrido y por tanto preocupado tontamente y abusivamente por controlarlo todo. muy logsero él. pero ese papel sobre el incidente en el basket no me decía que lo firmara, sino que directamente se me conminaba a dejar el equipo, etc., como en las películas de abusos y esas cosas, cosa que por cierto no hice. les mandé un informe de lo ocurrido junto a otras cosas ocurridas. a partir de ahí se me incoó el expediente, formado por todos los 26 casos en papeles que anteriormente había firmado.
procopio -
el expediente en concreto se instruía bajo dos motivos:
-hacer memorizar para los exámenes (y toda la retahíla susbsiguiente sobre la corrección de estos exámenes)
-y falta de control del aula (aquí se puede incluir de todo, lo que quieras, lo que sea propio del mayor cinismo posible en estos tiempos de relativismo insano)
el instructor pedía por esto (en total, 26 reclamaciones o quejas de algún alumno, padre o madre, o compañeros desde abril de 2008 hasta diciembre de 2009), tras entrevistarme durante 2 horas, 5 meses. el Director de Personal añadió uno más considerando lo que en todo caso excluía el instructor tras entrevistarme personalmente, esto es, falta de diligencia o negligencia por mi parte. pero esto último ni lo quise leer muy bien, así que me es igual. si fuera realmente por esto, no sería un mes más, sería mucho más tiempo.
en el expediente, se llega a mencionar explícitamente que vulnero los principios de los movimientos de renovación pedagógica -en los que por cierto me instruí-, llegando incluso a apelar al hecho de que en Canadá -¡en Canadá!- está "completamente prohibido" memorizar. yo insistí en que se trataba de una memorización sin la cual es imposible un aprendizaje eminentemente comprehensivo, es decir, en que se trataba de una memorización comprehensiva, que aparte de producir beneficios constatables en cuestiones de aprendizaje gramatical, de expresión, de la misma comprensión, etc., etc., siempre iba acompañada luego por un comentario de texto. pero nada.
en cuanto al control, en efecto, hoy en día las aulas de los IES son mayormente incontrolables, y se da la farsante paradoja de que bajo un velo de permisividad las salas de expulsados suelen estar llenas cada hora de cada día desde el inicio de curso hasta el final. eso sí, para acabar de rematarlo, estos mismos tienen derecho luego de quejarse a Dirección, etc., con la sartén por el mango y con todas las de ganar incluso en casos que son simplemente falsos o manipulados ostentoriamente. es un círculo realmente vicioso. obviamente, hay quien expulsa más por sistema, de una manera autoritaria -hay mucho más autoritarismo con la Logse que en mis tiempos-, hay quien baja el nivel, hay quien casi no da ni clase, etc., etc., etc. cada uno va a la suya. yo he procurado siempre tolerar lo máximo posible, dialogando y tratando informalmente al alumno con el objetivo de que asumiera por él mismo su responsabilidad. a esta tolerancia le llaman falta de control o negligencia. cuando he considerado que algo era intolerable, cuando he expulsado, he gritado, he empujado, etc., etc., ellos han considerado..., no sé qué han considerado si han llegado a considerar verdaderamente algo. en prácticamente todos los casos mis medidas más drásticas conseguían sus objetivos, pero ellos no podían tolerar que yo no escurriera el bulto como los demás.
así, al revés.
en cuanto a mi falta de diligencia en mis labores habituales, por tanto, va de suyo si esto se da por firme.
Maldita LOGSE -