"Cómo estar solo" (Seix Barral), de Jonathan Franzen
Recomendaré brevemente este libro. Oí hablar de su novela "Las correcciones", y luego en "Lateral" leí un artículo de Juan Trejo donde recomendaba este libro de ensayos que basculan entre el periodismo y el moralismo, "Cómo estar solo". Trata de varias cuestiones relacionadas con la pregunta del título: la muerte de su padre, la intimidad, el sexo, el servicio de Correos, el sistema carcelario, las ciudades, la novela, la familia, la televisión, la educación en sentido amplio. En el sentido que señala Sloterdijk en "Normas para el parque humano", este libro trata de la crisis humanista con que empieza el siglo XXI: la crisis de la cultura escrita, de la comunicación libresca ligada a una civilización urbana que el autor sigue amando hasta en su chapucería.
Pero no hay aquí culpabilización ni apocalipsis. Los artículos de "Cómo estar solo" condensan un alegato elitista, pero de un elitismo digamos doméstico. Franzen empieza a escribir desde que deja de hacerse ilusiones y su leve aristocratismo resulta a veces hasta popular, o en todo caso "civil", como escribe en un párrafo. Aunque no menciona nada bueno de internet (entonces todavía no tan desarrollado como hoy), su mirada es comprensiva, demasiado comprensiva... Consigo mismo y con los demás. El último y divertido ensayo, una sutilísima crónica de la toma de posesión de Bush en su primer mandato, me parece una buena muestra de lo que digo.
Contiene varios hallazgos este trabajado, delicado y humorístico "Cómo estar solo". A veces, su denuncia del "capitalismo" es demasiado simplona, pero se ve que Franzen estudió marxismo en sus años de universidad en St. Louis. Lo que desde luego no es para nada simplona es la seria advertencia, aunque ya digo que sin ilusiones, que recorre el libro: EEUU puede irse al garete después de un siglo, y sobre todo medio siglo, de progreso equitativo y social. La gente rica abandona las ciudades, el Gobierno se descentraliza y se privatiza. La cultura de masas, las políticas de identidad (lo que en Europa, y en España sobre todo, conocemos como "nacionalismos"), etc.
Es curioso que en los últimos tiempos las mejores, y escuetas, referencias a Nietzsche que he leído hayan provenido de autores norteamericanos. No en grandes tratados heideggerianos sobre el ser y el poder. No. Primero en un libro sobre educación, de Neil Postman. Y ahora en este libro de Franzen. A Franzen lo considero ya casi uno de los míos. Porque además de que escribe bastante bien y demuestra pensar bien, invoca a Nietzsche allí donde siendo yo todavía veinteañero también lo invoqué, vía Onfray, vía Savater, vía otros autores: en su realismo trágico.
Sigamos, Jonathan.
Pero no hay aquí culpabilización ni apocalipsis. Los artículos de "Cómo estar solo" condensan un alegato elitista, pero de un elitismo digamos doméstico. Franzen empieza a escribir desde que deja de hacerse ilusiones y su leve aristocratismo resulta a veces hasta popular, o en todo caso "civil", como escribe en un párrafo. Aunque no menciona nada bueno de internet (entonces todavía no tan desarrollado como hoy), su mirada es comprensiva, demasiado comprensiva... Consigo mismo y con los demás. El último y divertido ensayo, una sutilísima crónica de la toma de posesión de Bush en su primer mandato, me parece una buena muestra de lo que digo.
Contiene varios hallazgos este trabajado, delicado y humorístico "Cómo estar solo". A veces, su denuncia del "capitalismo" es demasiado simplona, pero se ve que Franzen estudió marxismo en sus años de universidad en St. Louis. Lo que desde luego no es para nada simplona es la seria advertencia, aunque ya digo que sin ilusiones, que recorre el libro: EEUU puede irse al garete después de un siglo, y sobre todo medio siglo, de progreso equitativo y social. La gente rica abandona las ciudades, el Gobierno se descentraliza y se privatiza. La cultura de masas, las políticas de identidad (lo que en Europa, y en España sobre todo, conocemos como "nacionalismos"), etc.
Es curioso que en los últimos tiempos las mejores, y escuetas, referencias a Nietzsche que he leído hayan provenido de autores norteamericanos. No en grandes tratados heideggerianos sobre el ser y el poder. No. Primero en un libro sobre educación, de Neil Postman. Y ahora en este libro de Franzen. A Franzen lo considero ya casi uno de los míos. Porque además de que escribe bastante bien y demuestra pensar bien, invoca a Nietzsche allí donde siendo yo todavía veinteañero también lo invoqué, vía Onfray, vía Savater, vía otros autores: en su realismo trágico.
Sigamos, Jonathan.
3 comentarios
ericburdon -
procopio -
ericburdon -