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procopio: café filosófico

Mi primera Copa de Europa y otras copas de Europa

Llamadla Copa de Europa o Champions, pero no ha podido ser. El Atlético de Madrid no ha ganado su primera Copa de Europa y se queda, como el Valencia, con dos finales en su palmarés. Tuve la suerte de que TVE en su programa Conexión Vintage diera la final entre el Atleti y el Bayern de Munich y de encender justo en ese momento, al inicio del partido, el televisor. Una final disputada, quizá con un poco mayor dominio del Bayern, pero sin asustar en demasía al portero Miguel Reina, padre del speaker oficioso de nuestra Selección de Oro, Pepe Reina. Un partido que con el gol de Luis Aragonés de libre directo se le ponía muy franco al Atleti. Algunos jugadores, con las melenas típicas de la época, se llevaban las manos a la cabeza. Solo siete minutos para el final de la prórroga. Pero hete aquí que en el último lance uno de los defensas centrales del Bayern conecta un potente chut cruzado que se cuela en las redes de Reina. 1-1, resultado final. Como en aquel partido no hubo penaltis, se disputó el desempate dos días más tarde, y esta vez, sin Jabo Irureta en las filas del Atleti, el Bayern aplastó al equipo madrileño por 4 goles a 0.

Curiosamente, esa final fue mi primera final, la primera final que se disputó estando yo ya en este mundo terrenal, pues nací el 3 de febrero de 1974, y aquella fatídica finalísima para el Atleti data de mayo de 1974. En Bruselas, Bélgica. Pero no es de esta primera final de la que he venido hoy a hablar aquí. Ni tampoco de la Décima del Madrid, ganada gracias al empate logrado en el minuto 93 por Ramos tras un saque de esquina botado por Modric, y en una prórroga que también recordó la histórica final entre el Atleti y el Bayern, en este caso en concreto más bien al segundo partido que al primero.

No. He venido a hablar de mi primera final de Copa de Europa vista (por televisión, claro) de la que yo guarde recuerdo alguno. Nada de los títulos del Bayern. Nada del increíble Nottingham Forest. Nada del Liverpool de Kevin Keegan. Me suena, pero muy poco, la final perdida por el Madrid de Del Bosque y compañía. Ni idea del Aston Villa. No, lo diré breve y rápidamente: mi primera final de Copa de Europa por TV es la de 1983, cuando yo contaba ya con nueve años, disputada entre la Juventus de Turín y el Hamburgo, equipo que finalmente consiguió la victoria con un tardío y postrero gol de su jugador Magath. Aun recuerdo como si fuera hoy el disparo lejano de Magath desde la frontal del área y el gol del triunfo del Hamburgo, entre la tristeza de los que portaban la camiseta blanquinegra de la Juve.

A partir de aquel lejano 1983 puedo decir que no me he perdido prácticamente ninguna final de Copa de Europa, llamada Champions League desde 1992. Precisamente en 1992, como el avisado lector ya sabrá, pude incluso asistir en directo a la final de Wembley de aquel año, disputada en el vetusto estadio entre el FC Barcelona y la Sampdoria de Génova. No fue, sin embargo, lo único bueno que me ha deparado el partido de fútbol más importante de los que se disputan entre clubes a lo largo de cada temporada. Veamos algunas de estas finales, empezando por la última.

El Real Madrid ha ganado su décima Champions. Lo ha hecho con su aura intocable pero padeciendo más de lo previsto, pues el Atlético de Madrid, sin demasiado fútbol pero con gran gallardía, le plantó cara hasta que las piernas de los jugadores rojiblancos dijeron basta. Se adelantó el Atleti con un gol trampa, podríamos decir, producto de un saque de esquina y un rebote mal despejado. Pero empató el Madrid después de hacer una última media hora de buen fútbol también de cabeza tras un córner. La prórroga fue un paseo blanco, sobre todo después de que el galés Gareth Bale definiera con un gol una bella jugada personal de Di Maria, a la postre designado como Man of the Match, por el pasillo izquierdo del ataque blanco. La final 2014 disputada en Lisboa fue la primera final jamás disputada por dos clubes de la misma ciudad, en este caso la capital de España, Madrid.

Pero vayamos atrás en el tiempo. También recuerdo con enorme vivacidad la final de Heysel, tristemente célebre por los incidentes provocados por los hooligans del Liverpool, lo que le costó al fútbol inglés una sanción de cinco años fuera de las competiciones europeas. Aquella final se jugó después de todo y venció la Juventus de Turín de Platini y Boniek, que así se hizo con su primera de las dos Champions que el club italiano, dominador histórico de su liga doméstica, posee. Era el año 1985.

Vino la era del Milan de Van Basten, Gullit y Rijkaard, el famoso 5-0 al Madrid, que aunque no fue en una final, se hizo mundialmente famoso. Pero por un gol menos venció el Milan al Steaua de Bucarest en el Camp Nou de Barcelona, ese equipo rumano que en 1986 le había quitado la Copa al Barça en la penosa final de Sevilla. Por 4-0 venció también el Milan, esta vez al Barça, en la final de Atenas de 1994, el fin de la era Cruyff como entrenador exitoso del FC Barcelona. Aun se recuerdan las carcajadas de Cruyff ante la sorpresa y contundencia de la derrota; frente al semblante cariacontecido de Guardiola, la risa de Cruyff nos enseña aquello que dice Melville: que los verdaderos héroes se ríen incluso ante su desgracia. Yo más bien me tuve que tomar una tila.

Luego han llegado desgracias -o alegrías, claro, según desde qué lado se mire- aun más grandes. Petón dijo en la retransmisión vintage del Atleti-Bayern: solo hay una cosa peor que te marquen un gol en el último minuto, y es que te marquen dos, y eso precisamente fue lo que le ocurrió al Bayern de Munich en la final de 1999 contra el Manchester United de Beckham, que así conseguía su segunda Copa de Europa. Dos goles en el descuento tras sendos saques de esquina remontaban el gol incial del Bayern y enloquecían a los red devils. Estuve a punto de ver aquella final en el estadio. Incluso esperé más de media hora haciendo una cola interminable para sacar la entrada. Pero no pudo ser. Entonces estaba trabajando como teleoperador y debía regresar al trabajo cuando apenas me faltaban veinte metros para la taquilla, quizá una media hora más. Desde luego me perdí una gran final, apoteósica para el United, aciaga para el Bayern. El Camp Nou estaba lleno a rebosar.

Otra final histórica es sin duda la final entre el Valencia CF y el Real Madrid. No por el fútbol, ni por el gol inglés de McManaman que ponía el 2-0 para el Madrid (el resultado final fue de 3-0). Sino porque era la primera final disputada entre dos equipos del mismo país. Eso fue en el año 2000. En mayo. Luego la historia se repitió con un Juve-Milan que ganó el Milan en los penaltis, tras lo cual nuestro siempre querido Shevchenko se fue a la tumba de su exentrenador ucraniano en señal de tributo. También hubo un Chelsea-Manchester United, que supuso la tercera Champions para el United tras el famoso resbalón en los penaltis del defensa central del equipo londinense, Terry. Y en la temporada pasada hubo un Borussia Dortmund-Bayern de Munich, que se llevó este último.

En la era del video, no podía faltar algún partido antiguo. Ya he hablado del Bayern-Atleti de 1974. El fútbol, en verdad, no ha cambiado tanto, ni antes era tan ofensivo como dicen, ni ahora se juega más agresivo como dicen. Pero el partido más antiguo que he tenido la oportunidad de ver es el de la quinta Copa de Europa del Real Madrid de Di Stefano y Puskas. El legendario 7-3 al Eintracht de Frankfurt celebrado en Hampden Park, Glasgow, que durante más de una década la BBC de Londres solía echar en Navidad para deleite del público británico. Y es que el partido lo merece. Logré hacerme con él gracias al diario As, que lo editó en un DVD hace unos años y lo puso a la venta. Me desagrada que la narración sea en falso directo -prefiero en esto las retransimisiones vintage con comentarios de lo que va a pasar. No me da ninguna emoción ese falso directo retransmitido por Manolo Lama. Relaño es el que comenta, y es otra cosa. Como decía, el fútbol no ha cambiado tanto, un 4-4-2 ya se dibujaba por aquel entonces sobre el verde césped de los campos de fútbol que en este video vemos, claro está, solo en blanco y negro. Pero se ve. Se ve el fútbol y se ve, amigos, a la Saeta Rubia. Eso es lo que verdaderamente diferencia aquel fútbol del actual: la presencia de Di Stefano. Él coge el balón en la medular y lo sube, lo abre, lo centra, y de repente está ahi, en el sitio preciso, rematando. Él hace los dos primeros goles del Madrid que remontan el tanto inicial de los alemanes. Esto es asi. Di Stefano. La leyenda que sube la bola y marca el gol. El mito que la pasa y abre y remata a gol. El 9 que es a la vez Zidane y Ronaldo. Un 5, un 7 y un 9 en el dorsal. Di Stefano: el Real Madrid de las primeras cinco copas de Europa seguidas, hito que en el deporte mundial solo igualarían equipos como los Celtics de Boston de Bob Cousy y Bill Russell en este caso en el baloncesto NBA.

Pero hablando de partidos hisóricos, quizá la final de Champions más milagrosa haya sido sin duda alguna la de Estambul de mayo de 2005. Milan-Liverpool, casi nada. Se adelanta el Milan por 3-0 en la primera parte. Baño. Nadie cree. ¿Nadie? Los irreductibles ingleses empiezan a entonar el You´ll never walk alone. Se cuenta que en ese mismo momento la música del canto penetró en los vestuarios, insuflando ánimos a los jugadores. Sí. El Liverpool, en una segunda parte para la leyenda, remontó los tres goles de desventaja y envió el partido a los penaltis, lance en el que finalmente se proclamó campeón de Europa. Siempre que veo a Steven Gerrard, mi alma grita: Legend!

Ha sido una temporada futbolística variada. El Atleti ha ganado su décima liga española. El Barça se ha quedado sin títulos por primera vez en muchos años. Cuando escribo esto parece que la hegemonía de la selección española de fútbol toca a su fin. Manchester City, Bayern de Munich, Juventus de Turín, PSG, han ganado sus respectivas ligas. El Liverpool -I´ll never walk alone- ha estado cerca de ganar la liga inglesa, lo que no consigue desde que la liga pasó a llamarse Premier League. Estuve hablando en los exteriores del estadio del Elche con un inglés de Liverpool y pese al resbalón final de Gerrard, estaba contento. Así da gusto hablar inglés. Qué ánimo. Y el Hamburgo, ay, mi primer campeón de Europa, ha estado a punto de bajar a Segunda en Alemania. Pero finalmente se mantuvo. Un viejo campeón de Europa.

El año que viene, más y mejor.

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