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procopio: café filosófico

He sido yo (testimonio)

Decía Daimiel, el periodista especializado en baloncesto, que mucho antes de seguir la NBA él era seguidor del Atlético de Madrid. Del mismo modo, puedo decir que mucho antes de dedicarme al baloncesto yo me dediqué brevemente a otros deportes, como atletismo y natación. Al que más tiempo dediqué fue al fútbol, dos años, jugando como lateral derecho con gente dos años mayor de mi edad. Pero esto ya lo he explicado creo recordar en otro post.

Pero lo que no he explicado quizá es que antes de tener una bandera del Barça cuando la Recopa del 82 o así, mi primer uniforme de un equipo de fútbol fue el uniforme completo de la Selección Española que me regaló mi padre cuando yo debía tener entre 4 o 5 años. Un uniforme muy querido por mí, todavía con las medias negras y el águila en el escudo -que lleva como sello oficial la original Constitución de 1978-, de una textura rugosa pero especialmente mágico o mítico. Me lo puse alguna vez, pero como era el único de mis amigos que tenía uno así, pues fui dejando de ponérmelo hasta que ya me venía pequeño cuando el Mundial 82 del Naranjito, una mascota cuya serie de dibujos animados apenas seguí, pero que nos sirvió para jugar muchas veces como si yo fuera un monstruo apodado "Naranjito" que perseguía a mis amigos, compañeros de clase, una vez que ellos, estando yo en el suelo, me llamaban "¡Naranjito, Naranjito!" y yo me me transformaba como Hulk en aquella mascota. Bueno, esto es tan patético como el hecho de que en Primero me adjudicara la capitanía de un equipo o algo así de por vida (hasta Octavo), lo cual implicaba el derecho a elegir primero, o como el hecho de que en Segundo el maestro a instancias de mi madre me prohibiera escribir sobre fútbol en los textos libres que había que entregar los lunes, y como yo cada lunes hacía hasta entonces.

Tras la infravalorada Eurocopa del 84, con final amargo en París, quité mi poster de Platini -que dice mi hermana recordar, porque yo no, seguramente recortado de un "Don Balón"-, y ya con 10 años, me pasé al basket. El "boom" de entonces, digan lo que digan, fue superior al actual. El actual, con los Oros consabidos y tan largamente deseados, ha sido sobre todo económico y en cierta medida profesional, quiero decir a nivel mediático, internacional, etc. Pero el "boom" de fichas federativas, de competiciones escolares, incluso la misma creación de la ACB, son de aquella época. El "boom" del basket de los 80 fue lo más importante deportivamente antes de Barcelona´92 y después, diría yo, de la Eurocopa del 64. A "Don Balón" le siguió "Gigantes".

No he tenido otra camiseta de un equipo nacional hasta que en el verano de 2005 me compré en Castellón una camiseta de la Selección de baloncesto. Para la gente del basket, evidentemente, ganar un Mundial, un Europeo, jugar aquella final de Pekín´08, ha sido toda una reivindicación personal, deportiva y nacional. Estar en cuatro finales seguidas, superando las semis y finales seguidas de los años 82-84, ha sido posible. De todo esto, me quedo con el Mundobasket, porque fue el resultado de muchas cosas y el principio de otras. El Oro europeo, que en mi opinión, España ya tendría que haber conseguido antes, fue apabullante y espectacular, si cabe más personal, pero por lo mismo me dejó un regusto agridulce. "Nosotros, que somos los de entonces...". Realmente, solo nos faltaría ganar el Oro olímpico, que sin duda es de lo más difícil de ganar en todo el mundo del deporte.

Los que ya lo han ganado todo son los del fútbol. Oro olímpico (sub-22, o universitario, eso sí), Eurocopa y nada más y nada menos que Mundial. El Mundial de fútbol, la Copa del Mundo de fútbol, que es como decir... nada, salvo quizá algún título profesional en las grandes ligas de los EEUU de América. Ganar la Eurocopa´08, después de tantos años del primer título, logrado sin duda en un contexto histórico diferente, fue casi como ganarla por primera vez. Pero la Copa del Mundo de fútbol ha sido sin duda la primera vez. Qué vez, por cierto.

Todo esto, sumado a otros triunfos en tenis, ciclismo, motor, etc., han hecho que la prensa hable de una Edad de Oro del deporte español. Voy a ser cauto, porque además es medianoche, pero, fui yo el profesor que en Castellón motivaba a los alumnos diciéndoles que así no iban a ganar un Mundial en la vida, y que yo sabía cómo ganar un Mundial... ¿Tendrá algo que ver que me echaran de un bar siendo ya profesor de IES cuando el equipo de tenis ganó su segunda Davis, y que ganaran su primera en las fechas en que me sacaba el CAP? ¿Será casualidad que el equipo de balonmano ganara su Oro mundial nunca antes conseguido en las fechas en que me tomé mi primer Valium después de que en el instituto sufriera el primer ataque de la estupidez socialista que los desgobierna? ¿Será casualidad que la tan largamente esperada Medalla de Oro de basket llegara nada menos que en un Mundial después de un curso siguiente de infarto y locura, jugando yo a los juegos-de-parecidos que jugaba desde que empecé a ejercer de profesor de instituto? No, no creo que sea casualidad.

Y la prueba la tuve en el Mundial de fútbol de aquel año, Alemania´06, en el partido España-Túnez, segundo de la primera fase, disputado en el junio anterior al Mundobasket de Japón. El primer partido puede decirse que fue un partido que sin saber yo por qué vi, digamos, en estado de Alzheimer. 4-0. Espectacular y hermoso como nunca, y eficaz, como nunca. Fue en el segundo partido cuando, estando yo sobrio, pues no había ido a la piscina ni a ningún lado, Túnez se puso por delante. Ya estábamos con el juego demasiado horizontal, con las dudas tontas de siempre. Estaba en un bar. Así que me fui a casa y, defecto mío acentuado por deformación profesional, me puse a mandar. A mandar y a gritar directamente a los jugadores por la tele, a través de la tele. No me lo podía creer, me hacían caso y empezaban a jugar mejor. No me puse a decir cosas, me concentré como cuando soy profesor, doy clases y sobre todo cuando cuando corrijo -¡cuánto, cuánto he corregido, Dios mío!, y empecé a mandar como si fuera el entrenador, como no debe hacer un entrenador en el campo, a hacerles currar, ostias, currar, currar, currar, disfrutar, luchar, jugar bien, etc. Resultado final, 3-1 a favor de España. Contra Francia fue imposible por culpa de la prensa, la afición y la alineación que se dejó sacar mi buen padre Luis Aragonés.

Y no estar loco... Hace poco más de un año estuve en una sesión de la Semana del Cerebro organizada por el Instituto de Neurociencias de Alicante, que se celebra cada año y a la que asisto siempre que puedo al menos una vez. Al finalizar la conferencia un señor planteó hasta dónde podía llegar, digamos, el poder de la mente, si nos podíamos comunicar sin hablar dado que en efecto una gran parte de la comunicación, y muchas veces la de mejor calidad, era puramente mental. El señor me sonrió. Yo pregunté a qué llaman "plasticidad" los neurólogos. La cambiabilidad o cambiedad, por así decir. Bueno, yo mismo como estoy explicando conozco de primera mano o de primera mente el poder de la mente, frágil y prodigioso a la vez, pero considero que, por así decir, hay que hablar. Hay que hablar, racionalmente, claro. De otro modo sería como pretender convertirnos en animales, en animales supuestamente racionales del todo, lo cual es un oxímoron. Los humanos, porque somos racionales, no somos animales. Porque la razón o la mente está mediatizada por el sonido, que en el caso humano se ve transformado en lenguaje. Ni los animales mismos son mudos. La mente, pues, llega hasta donde llega. A una mayor o a una menor perfección, como diría Spinoza. No queremos ser robots, tampoco, que es a lo que otros aspiran según el mismo planteamiento. Somos libres, no somos esclavos. Es nuestra tragedia, es nuestro poder. Etc.

Y así ganó España la Eurocopa de fútbol, pues, ¿es mucha casualidad que me prepararan una especie de juicio estalinista en el instituto sobre mi forma de examinar, corregir, etc., un par de meses antes? Y luego el Eurobasket.

Pero quedaba, por supuesto, el Mundial de fútbol. ¿Es mucha casualidad el expediente que me incoaron a mediados de enero y que ha acabado con una sanción de 6 meses de suspensión de funciones? ¿Es mucha casualidad que me hicieran estar un mes de baja y que el diario El Mundo publicara un artículo titulado "El mes que nos debe la vida", referido al Mundial de fútbol, cuando yo juro por Dios que pensaba que se me iba la vida, que dejaba de vivir, la madrugada del sábado anterior al miércoles en el que debía declarar ante el instructor del expediente, madrugada del 13 al 14 de febrero de 2010, y de cuyo ataque de ansiedad infernal aun me estoy recuperando y no veo el día en que he dejar de padecer sus secuelas?

He sido yo. He sido yo el que hace un rato he dicho con plena conciencia que Xavi Hernández no tendría que jugar por delante de Cesc Fábregas. No me ha hecho caso, pero en la jugada del gol, por azares del juego, Xavi Hernández no está en la media punta. Me ha hecho caso o ha resultado así. He sido yo el que ha dicho que erais uno más, que teníais superioridad, ventaja cuando la ha recibido Navas o quizá cuando se ha ido, sí, cuando se ha ido de su marcador. Gran mérito de este chico. Nos ibamos a los penaltis de forma fatídica, lo queramos ver o no. No era cuestión de tiempo. Al parecer, era cuestión de que yo hablara con plena conciencia, estoy en casa de un vecino, de mi vecino Carlos Giró, que piensa que Iniesta es el mejor jugador del mundo, con unos amigos suyos, no es mi casa, y he tenido que estar discreto todo el rato que llevo aquí, desde el principio de la segunda parte del tiempo reglamentario, pero finalmente no he aguantado más, nos ibamos a los penaltis, y no podía ser, la prórroga ha sido un baño, especialmente la primera parte, y no, Señor, no se lo merecen, y no me da la gana, y ya que estamos aquí, vamos a ganar, y Navas ha empezado a correr para adelante y, en mi memoria, se la pasa a Fábregas [se la pasa a Iniesta, que se la da de tacón a Fábregas], y le digo, "continúa", pero algo no me deja acabar, y entonces se la pasa a Torres [se la pasa a Navas, que se la da a Torres], que centra, y me pongo de pie, y le cae a Fábregas y se la abre a Iniesta y esto, me callo absolutamente ("laissez faire, laisser passer"), tiene que ser gol, sé que eres tú, Iniesta, Andrés, por favor, y la controla y se la pone y, ay que la manda a la grada, estas jugadas es habitual que acaben en la grada, pero aguanto callado, y, no, chuta y es gol..., la ha tocado el portero pero es gol, Dios mío, y el árbitro lo da, lo ha dado, lo ha dado, me fijo porque nos lo ha puesto difícil, quizá demasiado exageradamente difícil, es gol, es gol, goooooooooool, y veo que Iniesta se lo dedica corriendo a Jarque, se me viene todo el susto a la cara, revelación absoluta, fin de la historia, ah, mierda, que eras su amigo, pues no tenía ni idea, este tema no me dejó dormir una noche de agosto, que lo sepas, chaval, y salí a la terraza, junto al mar, viva España, el cielo, el aire, estoy exhausto, y, bajo Dios, le tomo la mano a un vecino feliz, son de Manresa, no sé qué decir y como que miro al cielo oscuro y es hermoso y grande este cielo, como que es hermosa y grande esta suerte de España, alegría en todo el país, y entro otra vez y veo llorar a Iker, o ya lo había visto, no puedo recordarlo exactamente, y oigo "qué cabeza fría", o había sido al salir, no recuerdo, y va a sacar Holanda, dice mi vecino que son ocho, no son ocho, bueno, bueno, y pasan unos segundos, cuesta de creer, cuesta de creer, pero lo creo, y tanto que lo creo, ja, ja, vaya risa que me da, y se acaba. Hay más, hay mil cosas más pero no tengo palabras y estoy cansado. ¿En el acto? Me lo habéis puesto muy difícil, pero en el acto. Muchas gracias, Navas. Madre mía de mi vida, el Mundial, padre, la Copa del Mundo de fútbol, es nuestra, padre, la más bonita de todas, campeones del mundo, madre mía cómo está la gente, madre mía qué alegría, no me lo puedo creer.

En esos momentos no pensé que había sido yo. Entre otras cosas, porque tengo las fuerzas reducidas para pensar, y para pensar mal, más vale pensar poco. Pero lo sé y no pretendo aspirar más que a lo que sé y puedo, pero sobre todo no a recibir lo que he recibido hasta ahora. Como no soy exactamente de merecer, no quiero merecerlo. O se hace o no se hace. He ganado partidos en la cama, sin verlos, o en el sofá, viéndolos por TV, en mi casa, o en casa de mi madre, o en casa de un vecino, mi eterno vecino, o en un hostal, en Valencia, como fue el España-Chile de la primera fase. Solo o acompañado, lo cual complica la tarea. Volví a comprar una vez la revista "Don Balón" en el año 2003. Ahora he comprado un par de números y me voy a hacer con una camiseta del Naranjito. Los triunfos de la Selección Española de fútbol han venido a celebrarse en mi pueblo muy cerca de donde tiene mi madre el apartamento, casi delante de la antigua puerta de entrada al campo de carbonilla, que sigue siendo un descampado, y que era entonces un descampado que nos servía como campo de fútbol al Atlético Adarró, el equipo de los bloques de apartamentos, un terreno conocido así porque en San Juan quemaban hogueras y estaba lleno de ceniza, o madera carbonizada, y de clavos, hierbajos, etc. Un sitio a veces peligroso. Ahora esa parte del paseo marítimo estaba llena de gente exultante con la bandera española, al igual que el chiringuito playero de enfrente, donde también había una bandera neoseparatista colgada, a la cual, después de beberme dos whiskys dobles, escupí.

No me extraña, pues, que Iniesta se erigiera en el héroe que besa a un país, yo también me dediqué simplemente a besar al cielo con mi mano, ni me sorprende que Casillas se pusiera a llorar como hizo, o que Piqué se llevara las manos a los ojos y que luego se cayera al suelo de espaldas, pues lo que yo sentí es aglo parecido, ni que Fábregas, acuclillado, se llevara la mano al ojo izquierdo, como anodadado, ¡yo te vi marcar un golazo a lo Pelé cuando tenías menos años!, y que toda España se alegrara infinitamente, yo también, porque no me lo podía creer. Lo que no me podía creer ahora, cuatro años después de aquel España-Túnez, no era el hecho de que pudiera casi como decidir el juego y el resultado de un partido que veía por TV, pues a esto ya me he acostumbrado, sino, esta vez, la inmensidad de lo conseguido. La alegría de la gente. Finalmente tomé un baño en el mar de todos los veranos y me fui al catre a seguir soñando.

¿Así me agradecen la Edad de Oro del deporte español que un servidor ha propiciado? La Copa del Mundo de Fútbol es, también para mí, la más hermosa y brillante de todas. Pero si tanto la queréis para España, quered para España también una España económica, política e internacional mucho mejor.

Lo que yo pregunto es si hacía falta todo este mezquino abuso de poder en los institutos, porque si para ganar en deporte antes tenemos que comportarnos como una mafia que destroza todo lo demás, no vale la pena, tanto más cuanto que esas victorias deportivas no las he conseguido de otro modo que no dejando de hacer el mismo trabajo por el que me han perseguido y castigado, no dejando de comportarme como en mi trabajo, haciendo esas mismas cosas por las que según los papeles oficiales merecí suspender las prácticas en el primer curso, y estoy sancionado por seis meses ni más ni menos que para el siguiente, aparte de los múltiples conflictos que han jalonado mi primer sexenio profesional con equipos directivos, compañeros, alumnos y padres. A todos ellos les he ido dando una lección tras otra, y a los chavales, que son lo que importa, una alegría tras otra. El hecho de que estos éxitos los haya conseguido gracias al tipo de trabajo por el que se me ha castigado precisamente (máxima exigencia, memorización, corrección con lupa, flexibilidad en el trato) no es una paradoja, porque para ser una paradoja lo demás tendría que funcionar igualmente bien. Es decir, estar más allá, pues, de mi simple opinión. Pero lo fuerte es que la Edad de Oro del deporte español ha dependido de mi simple opinión. Por tanto, se trata de la explicación de por qué España está tan mal. Abajo, abajo, abajo la Logse. Abajo, abajo, abajo la economía sindical. Quince años no les habían servido para nada, y eso que pueden dar gracias del impulso que supuso el Gobierno conservador de Aznar. Pero no es solo la educación y la economía; a pesar de estos éxitos, las deficiencias del deporte español, a nivel mediático y profesional, siguen siendo evidentes, lo mismo que la pérdida de la carrera olímpica, en este caso a causa directamente del Gobierno actual.

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