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procopio: café filosófico

Messi

A la misma edad, más o menos, que Di Stefano cuando aterrizó en un menor Real Madrid en 1953, Lionel Messi ha ganado su tercera Copa de Europa (cuarta si le contamos también la de 2006) vistiendo la zamarra del FC Barcelona. Tres Champions y siete Ligas, más Copas y Supercopas, jalonan el palmarés del mejor futbolista de la última década. Y lo que le queda. ¡Larga vida a Lionel Messi!

No fue la de ayer, para mi gusto, la mejor final de Champions que recuerde haber visto. En cambio, Segurola hoy en el diario Marca escribe que fue la mejor de los últimos quince años. Un poco exagerado. Yo creo que fue más lo que prometió al principio que lo que luego realmente ocurrió. Y no fue un brillantísimo partido de fútbol porque Messi, precisamente Messi, no estuvo en su mejor versión. Claro que esto no es óbice para que participara determinantemente en el primer gol azulgrana y también en el segundo. 

Decía que el partido prometió al principio lo que luego solo a rafagas ofreció realmente. Y es que el primer gol del Barça fue una obra maestra. Primer balón que toca Messi, a los cuatro minutos de iniciado el juego, desplazamiento del balón en diagonal; el lateral izquierdo, Alba, la toca para Neymar que a su vez la toca para Iniesta que a su vez la pasa a Rakitic quien por fin marca el 1-0. ¡Belleza!

Los quince minutos siguientes fueron un baño del Barça a la Juventus de Turín. Aunque como se vieron tan pronto delante en el marcador, el ritmo del balón de los jugadores del Barça no era todo lo rápido que podía ser, teniendo a Neymar a un lado y a Suárez en el centro de la delantera. Especialmente me gustó Busquets, atento al quite y exquisito en la apertura o creación de la jugada. Grande Sergio Busquets.

Pero después de los primeros veinte minutos, y gracias a que el portero Buffon de la Juve paró lo que parecía el segundo gol azulgrana, la Juve empezó a comerle terreno al Barça. Así se llegó al descanso. Y en la segunda mitad, más de lo mismo. Con otra intervención providencial del que ha sido uno de los mejores porteros de fútbol de la última década. Hasta que en un mal despeje del lateral derecho Alves, la Juve recupera en el medio campo, triangula, se mete en el área y Morata, el delantero madrileño, bate al azulgrana Ter Stegen. El Barça había hecho el pardillo, pues la sensación es que era bastante superior al equipo transalpino.

Luego llegó, en la fase de dominio juventina, el posible penalti de Alves a Pogba e inmediatamente después, en un contragolpe, el durísimo chut de Messi y el gol de Suárez en el rechace. El Barça otra vez por delante. Y así la Juve lo volvió a intentar atacando bastante bien pero como equipo claramente inferior hasta que ya en la última jugada del partido, en otro contragolpe propiciado por un despeje de Piqué, Neymar sentenciaba con el 3-1 final.

Así el FC Barcelona conquista su quinta Copa de Europa, su cuarta Champions desde 2006. La Juventus, por su parte, queda como el equipo continental que más finales ha perdido, superando entre otros al Benfica portugués en esta suerte. Iniesta, el imponderable sweet Iniesta, fue nombrado mejor jugador de la final, es decir, Man of the Match. El pase del primer gol así como la ruptura al espacio previa son antológicos. Pero, ya digo, lo que prometió el partido al principio solo se cumplió en parte, principalmente porque Messi estuvo como a medio gas.

Ese Messi nos recordó al del Mundial pasado de Brasil. Bajaba mucho a recibir al centro del campo. Pero, aunque es Messi, y ha marcado goles maradonianos, como por ejemplo el primero que hizo el sábado pasado al Athletic de Bilbao en la final de la Copa del Rey, Maradona tenía un punto mayor todavía de técnica individual. Quiero decir que a Messi, ayer, le costaba irse de los marcajes más que de costumbre, como le costó en el Mundial cuya gran final jugó -era su mayor deseo en los dos últimos años y la razón del bajón de su rendimiento en el club- pero finalmente perdió. 

¿Es Messi uno de los grandes de la historia del fútbol? Sin ninguna duda. Ya lo he escrito en otras estampas. Cuando se hable de esta época dorada del Barça en la última década, se hablará de Messi. Cuando se hable de los dos tripletes que el Barça a día de hoy atesora, siendo el único club europeo en gozar de ese privilegio, se hablará de Messi. Como cuando se recuerdan las cinco Copas de Europa del Madrid se habla de Di Stefano. O de las Ligas que desde entonces el Real Madrid empezó a ganar como churros. Incluso la comparación entre Messi y Di Stefano resulta pertinente en lo siguiente, a saber, que ambos han sido mejores jugadores de club que de selección, por una razón o por otra. Pelé, en cambio, triunfó en las dos suertes, como campeón del mundo (en dos ocasiones, o en tres si contamos el Mundial de 1962) y como campeón de la Libertadores con el Santos a principios de aquellos años 60.

Messi, Messi, Messi. Simplemente Messi. Es que estar a la altura de Maradona, pese a no ganar un Mundial; estar a la altura de Di Stefano, pese a que ganar cinco copas de Europa seguidas no está ya a su alcance; estar a la altura de Pelé, cuya cantidad de goles en un año natural creo recordar que Messi ha superado; que te comparen con todos ellos, en fin, con el cambio de ritmo de Cruyff, el profeta del gol, etcétera, es muy pero que muy grande. Es una bendición haber podido vivir todo esto en vivo y en directo. Y, como he dicho antes, aun lo que le queda, pues va a cumplir 28 años, los mismos más o menos que tenía don Alfredo cuando llegó al Madrid. Quién sabe lo que nos deparará el futuro inmediato de Messi.

Una lástima que mi padre no haya podido disfrutar de tal jugador, aunque no estoy tan seguro de que hubiera disfrutado con la época dorada del Barça. Mi padre me invitó a ir a Wembley, empero, a ganar la primera Copa de Europa del Barça en un viaje en autobús hasta Londres de veinticinco horas de ida y otras tantas de vuelta. Pero hay algo di stefaniano en Messi, esto es, como dijo Valdano, el hecho de que sea Maradona casi todos los días, que sin duda haría las delicias de mi progenitor. Hay algo de Pelé, en la cantidad de goles marcados, y en la cantidad de pases de gol (dejemos las asistencias para el baloncesto) ofrecidos. Y hay algo de Cruyff, que obviamente tiene que ver con la vinculación de Leo Messi con el FC Barcelona.

Cruyff cambió la triste historia azulgrana (una Liga en casi treinta años, ninguna Copa de Europa). Messi la ha multiplicado. Desde luego, en esta tesitura, serán los culés los que disfruten más, ahora que es más difícil ser un culé leal entre tanta histeria separatista y necedad institucional. Por eso me alegro infinito, por lo que a mí se refiere, de haber sido culé precisamente en la época en que como entrenador Cruyff cambió la historia del Barça. Fue entonces cuando más frecuentemente acudí al Camp Nou, para ver ganar cuatro ligas seguidas al Barça, récord que ni siquiera el equipo de Messi ha igualado. Para ver ganar la Primera, que siempre será la mejor. Para dejar atrás esa primera vez que asistí, con siete u ocho años, al coliseo azulgrana cuando el Barça perdió una liga tras empatar 2-2 con el Betis después de ir ganando 2-0. Maravillosos los goles de Quini, pero triste resultado final. Pues bien, aquello ya es en efecto historia pasada. Hoy el FC Barcelona brilla en el firmamento de los grandes clubes europeos. Y es por Cruyff antes que por Messi. Es por Messi antes que por la propia idiosincrasia del club.

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