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procopio: café filosófico

XLIX Superbowl

Fue una tarde gris y plúmbea de otoño cuando nos fuimos al campo de fútbol municipal a ver un partido de fútbol americano. Lo disputaban el equipo de mi pueblo, Vilanova Cavaliers, contra el equipo de los Vilafranca Eagles, y creo recordar que por entonces era un partido de la naciente liga española de fútbol americano, hoy mucho más desarrollada, y que cuenta como grandes equipos a conjuntos como los Valencia Firebats o los Badalona Dracs. No me resisto tampoco a recordar que por entonces la liga la formaban seis equipos o así, entre los que estaban los Osos de Madrid, y que ahora en cambio hay tres conferencias, la nacional, la española y la hispánica y, no sé, quizá una veintena de equipos.

Aquello fue a principios de los 90, y luego vinieron los Barcelona Dragons, que jugaron la NFL Europa y que ganaron algunas de sus ediciones, contra equipos como los London Monarchs o los Frankfurt Galaxy. Jamás fui a Montjuich a ver a los Dragons, que vestían de verde y amarillo, pero una vez, volviendo en tren desde Barcelona a Vilanova, nos topamos con sus jugadores, todos ellos negros, que se bajaron en Sitges, donde residían. Fogosos y corpulentos jugadores de fútbol americano en persona, aunque no recuerdo haber adivinado quién era de todos ellos el famoso quarterback.

Esta es toda mi relación directa con el fútbol americano, de aquí en adelante denominado a secas football, el deporte más seguido de los EEUU de América, tanto por televisión como en sus estadios, que a diferencia de los del béisbol, son grandes y multitudinarios. Bueno, no toda. Porque tengo un balón de fútbol americano. Me lo regaló mi hermano Loren Dieu, californiano de Modesto, donde se rodó la hermosa y mítica película American Graffiti. Y he jugado con ese balón más de una vez, aprendiendo a lanzarlo como lo lanzan los geniales mariscales de campo de los grandes equipos de la Nationa Football League, esto es, de la NFL.

La primera vez que tuve conocimiento del fútbol americano fue en 1985. Aquel año ganaron la Superbowl (traducido en latinoamericnao como el Supertazón) los 49ers de San Francisco, con el mítico Joe Montana como MVP. Desde entonces son mi equipo de la NFL. Creo que ganaron a los Miami Dolphins, que desde entonces son mi enemigo de la NFL, dicho sea sin acritud, del no menos mítico Dan Marino. Luego seguí la Superbowl por los periódicos, pero no fue hasta el año 2010 cuando vi por primera vez en directo, a través del bendito internet, una final de la NFL, esta vez entre Green Bay Packers, que resultaron los vencedores, contra los Steelers de Pittsburgh. Fue una final muy emocionante, como casi todas. Los Packers golpearon primero. Hacia el final, los Steelers presionaron en campo de Green Bay, pero la defensa de estos aguantó el temporal hasta proclamarse finalmente campeones. 

La Superbowl, o el Superbowl, es, pues, como ha quedado dicho, la final del fútbol americano y se disputa siempre el primer domingo de febrero. La primera edición data de 1967, por la época en que el tenis inició su era Open. La NFL existía ya desde 1920, pero había otra liga. Hoy lo que hay son dos conferencias, la Americana y la Nacional, el campeón de cada una de ellas juega la Superbowl y se corona, como dicen los estadounidenses, como campeón del mundo. El trofeo del ganador lleva el nombre del legendario entrenador Vince Lombardi y es coqueto y sencillo a un tiempo.

Cada vez más gente sigue el football. En Londres, en el estadio de Wembley, ya se disputan cuatro partidos de la Liga Regular de la NFL, una liga que empieza en septiembre y acaba en enero. Luego se disputa la postemporada, es decir, los playoffs, y la Superbowl, que hace más o menos un lustro batió todos los récords en EEUU de seguimiento televisivo, derrotando al entonces programa más visto de la historia de la televisión, que era el útlimo episodio de la serie M. A. S. H., de 1983, una serie que dramatizaba la Guerra de Corea de principios de los años 50. ¿Qué es mejor? ¿La ficción o el deporte? Lo mismo ocurre en Europa, donde la Champions bate los recórds de series ochenteras como Heidi. No sé si es mejor o peor, pero en todo caso el deporte se ha convertido en lo más seguido por televisión, y yo me alegro. El deporte combina lo mejor de la ficción, que es el drama, con lo mejor del realismo, que es la misma realidad. Aquí estoy yo haciendo de Píndaro para darle valor a esos casi 120 millones de estadounidenses que siguen la Superbowl y al resto de telespectadores de los 200 países que emiten la señal de dicho partido.

Y con esto llegamos a la XLIX Superbowl, celebrada en el estadio de la Universidad de Phoenix en Glendale, Arizona, que el pasado 1 de febrero enfrentó a los Seahawks de Seattle, campeones de la conferencia nacional, con los New England Patriots, campeones de la conferencia americana. Ambos equipos llegaron a la postemporada con récord de 16 victorias y 4 derrotas. Los Patriots, radicados en Foxborough, cerca de Boston, son la segunda mejor franquicia deportiva profesional estadounidense en el siglo XXI, tras los San Antonio Spurs de la NBA. Llegaron a la Superbowl tras remontar dos veces 14 puntos de desventaja frente a Baltimore Ravens en semifinales de conferencia, y después de arrollar en la final a los Indianápolis Colts. Por su parte, Seattle Seahawks, vigentes campeones, venció en una dramática final de conferencia a Green Bay Packers tras ir perdiendo 16-0 con un touchdown final en la prórroga. La Superbowl enfrentaba pues a dos grandes equipos, la mejor defensa, Seattle, contra uno de los mejores ataques, New England. Los pronósticos eran reservados y nadie se postulaba claramente como favorito.

Era la sexta Superbowl para Tom Brady, y nadie ha jugado tantos partidos finales de titular como el quarterback de los Patriots, que luchaban por conseguir su cuarto trofeo Vince Lombardi después de haberlo ganado en las ediciones de 2002, 2004 y 2005. Las grandes franquicias de la historia de la Superbowl, Steelers, 49ers, Cowboys de Dallas, quedarían menos lejos para New England si lograba derrotar en esta edición 49 a Seattle, que por su parte buscaba lograr el primer doblete (y su segundo trofeo) desde el conseguido precisamente en 04 y 05 por New England. Dos colosos, pues, frente a frente, y tras los prolegómenos, el pitido inicial.

La puesta en escena del partido nos mostró sobre todo cautela por ambos bandos, aunque mayor dominio de los Patriots en el juego a la mano, buscando avanzar yardas poco a poco, en downs cortos pero precisos. Cuando estuvieron ya cerca de la end zone de los Seahawks, el pase de Brady fue interceptado y al final del primer cuarto se llegó con el resultado de 0-0. Empezaron los siguientes 15 minutos, y los Patriots siguieron igual, hasta que esta vez pudieron lograr touchdown y colocarse 7-0. Los Seahawks tenían que reaccionar, y así lo hicieron, logrando el empate a 7. Sin embargo, los Patriots siguieron como antes y se pusieron 14-7. Solo a 30 segundos del descanso un pase del quarterback de Seattle, Russell Wilson,  logró conectar con su receptor en la end zone y la jugada acabó, pues, en touchdown, que es como el ensayo o try en el rugby. 14-14 y a descansar.

En el tercer cuarto, espoleados por esta última jugada, los Seahawks arrollaron a los Patriots con su fuerte defensa y se fueron en el marcador 24-14. Parecía que la suerte les sonreía y que podrían revalidar el título. Solo dos veces en la historia de la Superbowl se habían remontado 10 puntos de desventaja y solo restaba el último cuarto. Pero los Patriots no se amilanaron y continuaron jugando cortito y al pie, como diríamos en fútbol. Así lograron dos touchdowns que remontaban el partido y lo ponían 28-24 favorable a New England a dos minutos del final. Y entonces llegó la jugada del partido y una de las más célebres de la historia del Supertazón. Un desesperadamente largo pase de Wilson fue capturado in extremis por Kearse a cinco yardas de la end zone de los Patriots. Primera y gol. Siguiente jugada, balón para The Beast, Marshawn Lynch, el runningback de los Seahawks. Parado por la defensa a una yarda de la zona de marca. Una yarda y tres downs para los Seahawks, que necesitaban el touchdown para ganar. Cuando todo el mundo esperaba una jugada para Lynch y la victoria de Seattle, el balón sale de la línea de los Seahwks, va a la mano derecha de Wilson, y este lanza un pase. El comentarista de televisión exclama: "¿Cómo te la juegas al pase? ¿Cómo te la juegas al pase?". Y el balón, a escasos centímetros del touchdown, es interceptado, no consigue su objetivo y el campéon es New England. Todo el mundo esperando el juego terrestre, un intento fallido de juego aéreo como factor sorpresa, y la defensa de los Patriots finalmente gana el anillo.

Esta memorable jugada defensiva no fue óbice, sin embargo, para que el MVP del partido fuera a parar a Tom Brady, el legendario quarterback de New England Patriots. Y aquí me rindo a la evidencia. Brady consigue su cuarto Superbowl, los mismos que los legendarios Terry Bradshaw (de los metálicos Steelers de los años 70) y Joe Montana (de los mágicos 49ers de los años 80). Supera a Joe Montana, y ya es superar, en pases de touchdown en la Superbowl con 13. Pero Brady, al que le tenía algo de tirria por esto de igualar o superar a Montana, también se rindió a la historia y declaró, más o o menos, lo siguiente: "Para mí es un honor estar al lado de Joe Montana, el quarterback de los San Francisco 49ers, mi equipo de infancia". Y es que Brady es californiano de San Mateo, en el área de la Bahía. ¡Tom Brady, leyenda!

Así se acabó la Superbowl número 49. La prensa de Arizona ya había lanzado sus portadas con el titular "Champs Again!" y la foto de los Patriots.

El año que viene la edición 50 ¡50 años ya de Superbowl! Volverán las tardes grises y plomizas de otoño, y volveremos a soportar el spleen de la vida siguiendo la NFL, sus coloridas franquicias, los logos en los cascos protectores (por cierto, el de los Patriots cambió, ¡y me gusta más el de los años 80!), sus choques de trenes, su infinita táctica, su pasión. Volverá la Superbowl su magia a posar frente a nuestros ojos. El mayor espectáculo del mundo. Y yo, como cavalier de Vilanova, espero estar presente. El año que viene más.

 

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