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procopio: café filosófico

Ajedrez

"Dos empleados que en un café del Sur juegan un silencioso ajedrez", J.L. Borges, "Los justos"

Con el ajedrez me pasa como a Montaigne, el gran ensayista francés del siglo XVI. Es demasiado serio para tomármelo como un juego, y demasiado juguetón para resultarme serio. Qué le vamos a hacer, lo mío no es el ajedrez. Nada de aperturas, defensas, movimientos tácticos o agresivos, paciencia infinita y silencio en el Sur. Soy un poco bullanguero.

Sin embargo, hablemos de ajedrez. El noruego Magnus Carlsen de casi 24 años y el indio Viswanathan Anand, de casi 45 años, están disputando en la ciudad de Sochi (que organizó los últimos juegos olímpicos de invierno), Rusia, el campeonato mundial de ajedrez. Anand ganó el torneo de aspirantes, y es el aspirante que va a intentar derrocar al joven Magnus Carlsen, conocido popularmente por ser seguidor del Real Madrid. Mañana será la séptima partida y de momento vence el noruego por 3,5-2,5 a falta de seis juegos. Carlsen ganó la sexta partida, en la que hubo errores por ambos lados, en treintayocho movimientos. Fue una dura batalla psicológica.

El ajedrez es un juego antiguo. Ya el rey Alfosno X el Sabio mandó escribir un tratado sobre el juego del jaque mate en el siglo XIII. Esto de los siglos antiguos es algo común en el juego de las sesentaycuatro casillas. El tablero sigue siendo el mismo, de hecho, y a los que nos gusta la historia nos gusta esta larguísima tradición ajedrecística. Se cuenta que en el siglo XVI el rey Felipe II envió al ajedrecista Ruy López de Segura a batirse con los mejores jugadores de Italia. Según las enciclopedias, sería el primer campeón del mundo. Luego vendrían italianos y franceses, durante los siglos XVII y XVIII.

Pregunté en un foro de opinión a quién consideraban el mejor ajedrecista del mundo. Una buena respuesta fue: cada campeón del mundo, y ha habido dieciséis, en su apogeo. Pero me dieron otros nombres, figuras del siglo XIX como el estadounidense Morphy, Andersen, Staunton o el francés LaBourdonnais. 

El campeonato del mundo de ajedrez oficial se celebra, como casi todo en este mundo, desde después de la 2ª Guerra Mundial. Pero el primer campeón oficioso fue el austrohúngaro Steinitz, quien tras proclamarse campeón del mayor torneo de la época, el de Londres, se autoproclamó campeón del mundo. Esto ocurrió en 1872.

Como he dicho, desde 1872 hasta la 2ª Guerra Mundial, el campeonato mundial fue oficioso. Luego ya vino el oficial, que en la última década sufrió una escisión y finalmente una refundación. El culpable fue Gari Kasparov, al que algunos de los que pregunté en el foro consideran el mayor ajedrecista de la historia. Las partidas entre Kasparov y Karpov en los años ochenta y noventa revitalizaron el ajedrez y le dieron una enorme popularidad. Al menos así yo lo recuerdo. Karpov representaba la vieja URSS, ya en vías de extinción, mientras que Kasparov, también soviético por entonces, representaba la joven Rusia, liberal, democrática, etc. De hecho Kasparov ha llegado a meterse en política, y no precisamente del lado de Putin.

Pero quizá el genio del juego del escaque más conocido sea Bobby Fisher, un estadounidense que en plena Guerra Fría derrotó al soviético Spaski, en el campeonato del mundo de 1972. Otros grandes campeones han sido Botvinnik, Alekhine, Lasker o el cubano José Raúl Capablanca. Nos suenan algunos de estos nombres, ¿verdad?

En fin, demasiado serio para ser un juego, pero un juego al fin y al cabo que no hay que tomar demasiado en serio, ¿no es también así la vida? Vivir. Y pensar que todos somos un poco peones, que avanzamos trabajosamente y con lentitud en esta vida. O torres, a veces poderosas. O alegres caballos. O alfiles punzantes. O reinas que triunfan porque la belleza está en el movimiento. Y reyes. Siempre reyes amenazados, destronados, finalmente... Así es la vida, que va a dar en la muerte. Pero mientras tanto, salvemos al mundo. Juguemos de vez en cuando al ajedrez, aunque no sea por el título mundial precisamente.

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