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procopio: café filosófico

"Ética" releída según mi leal saber y entender

"Mas no por ello dejamos de sentir y experimentar que somos eternos", Spinoza

Cuando cumplió los 40 años, Emerson tradujo la Vita nuova de Dante. Era una manera de volver a empezar. La mía ha sido releer la Ética de Spinoza, siendo la primera vez que releo un libro, incluyendo los que no son filosóficos.

"Nadie entre sin saber geometría", rezaba el lema de la Academia de Platón. Pues me temo que yo no podría haber entrado. Además, sé muy poco latín y nada de griego. ¡Ni siquiera soy licenciado en filosofía! Malamente podría haber sido yo un filósofo, al menos un filósofo académico. Aun así, entré, aun recuerdo, a las clases del profesor Gómez Pin en la UAB para preparar mi tesis doctoral sobre una idea trágica de la democracia en relación con la naturaleza de la filosofía misma, y allí estaba la pizarra llena de números, operadores cuánticos y otras cosas por el estilo. No entendí nada, pero al menos eso entendía a la manera socrática, y de allí salí sin embargo con una ligera idea de las cosmologías de Aristóteles, Galileo, Newton y Einstein, lo cual había sido mi intención desde el principio: no afirmar nada en mi tesis que pudiera contravenir los axiomas básicos de la física matemática de hoy y de la de antaño.

Entré y salí, como digo, y me doctoré en filosofía, yo, que soy un simple licenciado en derecho. Antes del doctorado había seguido durante un par de cursos una maestría en humanidades, y eso es todo. Por aquel entonces fue cuando leí por primera vez la Ética demostrada según el orden geométrico de Benedictus de Spinoza, obra que, como he dicho, acabo de releer casi 20 años después.

Quizá el lector me preguntará, ¿y qué tal ha sido la experiencia de releer? Pues bien, le contestaré, ha sido más o menos como me la habían explicado. Releer, no había releído entero nunca nada, por ejemplo, no he releido los muy releibles Ensayos de Montaigne, ni las obras de Nietzsche (todo lo más acabé por leer la breve biografía que en su día le dedicó Miguel Morey). No encuentro la necesidad de volver sobre esos estupendos libros. En cambio, con Spinoza, sentí dicha necesidad, y en concreto respecto de su obra mayor, la Ética, por los motivos que en seguida expondré. De modo que mi vida nueva, ahora que hace 20 años que tengo 20 años, como diría el cantante, la he fundamentado en la relectura pormenorizada del gran libro spinoziano, escrito por el autor según el orden geométrico y releído por mí según.... mi solo y leal saber y entender, que no es mucho aunque creo suponer que suficiente.

Al principio había pensado titular esta nota del siguiente modo: "Ética releída según el orden cuántico", pero ni sé mecánica cuántica más allá del principio de indeterminación de Heisenberg y, nominalmente, de la constante de Planck, ni quería precisamente que mi relectura de Spinoza fuese "contemporánea", sino justo todo lo contrario. A fin de cuentas sentía la necesidad de leer a Spinoza literalmente, sin comentarios de exégetas, sin notas a pie de página, sin interpretaciones de ningún tipo, etcétera. Quería leer simplemente lo que Spinoza escribió y según lo escribió. Y así lo he hecho y animo al lector a hacer. ¿Cómo ha sido mi reencuentro con la Ética? Pues más profundo y rico que el primero, que me resultó un poco decepcionante. No es que no haya aprovechado su primera lectura en mis trabajos académicos o en mi vida, pero precisamente la noción principal del libro, que es la de Dios, estuvo ausente de mi primera toma de contacto y de mi uso posterior de la obra de Spinoza.

Ahora he vuelto a Spinoza y por la puerta grande, es decir, por la primera de sus grandes puertas, que es la de Dios, el conocimiento de Dios o el amor intelectual a Dios y la estrecha, necesaria, relación que mantienen con la otra gran puerta de la obra, que es la de la libertad o felicidad del hombre. Esas cosas que en las lecturas contemporáneas de Spinoza se soslayan en aras de un vacuo laicismo o en aras de un misticismo seudonaturalista que, me temo, no tienen mucho que ver con las tesis que Spinoza dejó muy arduamente escritas en su obra mayor. Voy a indicar para acabar algunas de estas tesis, que en esta segunda lectura de la Ética se me han revelado cristalinas.

La primera de ellas se encuentra en el Apéndice de la Parte I y en el Prefacio de la Parte IV. Todo el mundo estará de acuerdo en que en esos párrafos Spinoza ataca y destruye lo que para él es el único prejuicio insostenible de todas todas, el prejuicio del finalismo en Dios o la Naturaleza. Aquí no caben interpretaciones porque Spinoza es sumamente claro (de paso me permito apuntarme un tanto en mi interpretación juvenil de la Ética, en el sentido de que esta claridad y distinción la percibí tal cual en mis años mozos y así la dejé patente en mis trabajos).

La segunda tesis se encuentra en el último Escolio de la Parte II, y es referida a qué debemos entender por spinozismo (o doctrina que Spinoza sostiene en su Ética), y en qué sentido es útil para la vida y la libertad de los hombres. Aquí Spinoza se adelanta a lo que dirá en la Parte V y última de la Ética y es también sumamente claro. Debo decir que a día de hoy me resulta mucho más inteligible que en mi juventud lo que significa el spinozismo y por qué es una filosofía de la felicidad, y en qué sentido.

Luego, en la parte III, que junto a la Parte IV, son las dos más extensas del libro, Spinoza sostiene que solo hay tres afectos primarios o primitivos, de los que derivan todos los demás, y son el deseo, la alegría y la tristeza. En la Parte IV, tras haber hablado de los afectos (la palabra "encuentro" no aparece por ningún lado en la Ética), Spinoza sostiene que la virtud suprema es el conocimiento de Dios, y que es este conocimiento el que hace libre al hombre, hombre libre que según una de las proposiciones de esta parte en nada piensa menos que en la muerte y cuya toda sabiduría es una sabiduría de la vida. Es esto lo que me parece que hay que volver a tomarse en serio en Spinoza, el amor intelectual a Dios, que no puede esforzarse en que Dios le ame a él, pero que es uno y lo mismo con el amor de Dios a los hombres. ¿Por qué nadie se toma en serio el concepto de Dios de Spinoza, y se lo reduce a una Naturaleza panteísta o simplemente se lo excluye de toda consideración moderna, esto es, actual del spinozismo? Me parece que hay que volver a tomarse en serio el Dios de Spinoza stricto sensu para precisamente potenciar todo lo útil y hermoso del spinozismo, y no sostener un spinozismo contemporáneo que permanecería infértil por ocultar a Dios, etc. La idea de Dios spinoziana no es imposible de entender, es más, yo diría que es lo que mejor se entiende de la Ética, llena aquí y allá de razonamientos o ejemplos sumamente complejos que son difíciles de comprender.

Según mi leal saber y entender, cualquiera puede entender sin mucho esfuerzo a un Dios, sí, Dios en mayúsculas y con sus cuatro letras, ajeno a cualquier finalismo y que, sin embargo, es la base de la felicidad humana, felicidad o salvación que de ningún modo excluye el papel de la religión y de la moralidad verdaderas en la determinación recta de la conducta humana. Otra cosa que un spinozismo contemporáneo leal debería tomarse en serio es todo lo que Spinoza afirma sobre el tercer género de conocimiento ("ciencia intuitiva" en mi traducción), sobre la perspectiva de la eternidad y sobre la parte del alma que sería eterna más allá de la muerte del cuerpo. Este pensamiento paradójico es quizá lo más profundo del spinozismo, la idea según la cual participamos eternamente de la naturaleza divina.

¿Suena esto demasiado religioso o teológico a nuestros oídos? ¿Por qué entonces el anti-Cristo dionisíaco de Nietzsche veía a Spinoza como su "precursor"? Me parece que el spinozismo contemporáneo debería encontrarse en un punto intermedio entre el servilismo a la teología, que nadie desea, y el ateísmo ignorante que demasiada gente profesa, para restaurar a Dios en el mundo actual en aras precisamente de la libertad y de la democracia.

Me había propuesto citar algunos textos de la Ética de Spinoza aquí, pero voy comprendiendo ya que va siendo hora de escribir algo sin citar textualmente nada. Supongo que es la madurez, y que es la mejor forma de que ustedes lean por sí mismos la a veces imposible de entender pero otras veces perfectamente comprensible Ética de Spinoza. Así sea.

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