Sobre la Reconciliación Nacional
En otro texto hacía referencia a la cuestión de la actual Memoria Histórica, esa iniquidad. Me referí a la posibilidad de elaborar un Memorial común, que obviamente entronca con la cuestión de la Reconciliación Nacional.
Lo primero que hay que decir es que la palabra Reconciliación es quizá demasiado presuntuosa. Una reconciliación definitiva entre convencinos, conciudadanos o compatriotas nunca es posible, de hecho en una democracia es lo propio que exista diversidad, pluralidad y conflicto, encauzados por medio de, básicamente, dos partidos políticos, nunca uno solo.
El primero en reclamar una reconciliación nacional fue, al parecer, el general Yagüe, el general del bando sublevado adscrito al falangismo más decisivo de la guerra española. Fue en 1938, el mismo año de la Primera Ley Fundamental de las ocho que jalonarán el régimen franquista, el Fuero del Trabajo. Yagüe fue desterrado 29 meses. ¿Qué quería Yagüe? ¿Una especie de empate, una no victoria del bando sublevado, una rendición del bando legal con magnanimidad por parte del bando sublevado? Cierto es que en 1938 prácticamente la guerra ya está ganada por parte de ellos, una vez que han llegado a Castellón rompiendo el frente de Aragón. Ya no hay ningún otro frente, después de que el de Extremadura cayera a las primeras de cambio, tras la toma de Badajoz por el mismo Yagüe en el 36.
La intención de Yagüe debía de ir por aquí. Pero ciertamente era una intención un tanto ridícula según la cual Franco nunca se hubiese sublevado: y es que Franco no era falangista ni tan ingenuo militarmente desde el punto de vista estratégico. Quiero decir que a mi modo de ver Yagüe era muy ingenuo al pretender que la Madrid republicanista-estalinista y la Barcelona nacionalista-estalinista pudieran rendirse sin más cuando la Urss las apoyaba más que Hitler y Mussolini juntos a Franco. Por otra parte, y no menos importante, ¿en qué términos se hubiese producido esa reconciliación? Es de suponer que en términos falangistas, aquello del "nuevo estado totalitario" que aun Franco proclama tras entrar en Madrid y ganar la guerra en el 39, y que duró no más de dos años. Imaginemos que Madrid y Barcelona y el resto de territorio "rojo" se hubiesen rendido y hubiesen aceptado una reconciliación nacional en términos falangistas, pues de algún modo compartían el totalitarismo con estos. No sé, al modo del pacto Molotov-Ribbentrop. Una reconciliación bajo el signo de un "nuevo concepto del trabajo", ya de algún modo insinuado en el artículo primero de la Constitución republicano-socialista del 31 tanto como en el nacional-socialismo "de los trabajadores". Vuelvo a recordar que la Constitución de 1931 no habla de "ciudadanos" sino de "trabajadores de todas las clases", en clara clave marxista. Pues bien, me temo que Franco hizo bien en mandarlo a la nevera hasta que luego lo rescató para enviarlo a la batalla del desierto entre Montgomery y Rommel, junto al monárquico Orgaz. Porque Yagüe, como todos los falangistas, era, vía el fascismo de Mussolini, pronazi, mejor dicho, pensaba que Alemania ganaría la guerra y querían estar del lado ganador, mediante ese fascismo "light" que era entonces el muy minoritario falangismo. También hay que recordar que los primeros en calificarse como fascistas fueron unos socialistas sicilianos de finales del siglo XIX: de ahí viene la palabra "fascio".
Dejando de lado que Franco lo envía luego al norte de África para equilibrar la balanza de su bando nacional en la batalla del desierto, imaginemos qué hubiese supuesto una reconciliación nacional falangista-comunista para España: nada menos que lo mismo que el pacto nazi-soviético que da inicio a la 2ª Guerra Mundial, como ya he dicho, quedando España totalmente del lado perdedor de la 2ª Guerra Mundial (primero perdieron los nazi-fascistas, porque tenían que perder, y luego, porque finalmente no ganaron, y porque eran el origen del mal, los soviéticos). Es de suponer, en fin, que como tal pacto nazi-soviético, la reconciliación nacional de Yagüe hubiese desembocado en una nueva guerra civil poco tiempo después. También sabemos qué podía llegar a significar el "trabajo" en el régimen nazi o en la Urss. No deja de ser alarmantemente sintomático que las primeras palabras de Rodríguez Zapatero como presidente electo del Gobierno por el Psoe en 2004 fueran las de: "A trabajar". Desambiguación: a la cola del paro tras ser explotado.
Los segundos en hablar de Reconciliación Nacional fueron los comunistas, el PCE, en 1955, cuando España había sellado sus alianzas con el Vaticano y los EEUU y había entrado en la ONU, y se disponía a arrinconar al falangismo (ya unificado con el carlismo y el sindicalismo en el 37, y nunca convertido en partido único del régimen, al menos desde el punto de vista orgánico, pues este papel lo desempeñaban unas Cortes corporativas no solo formadas por miembros de un inexistente "partido único") en aras del Movimiento Nacional, que es como Mola y el propio Franco definieron a la sublevación del 36 ("movimiento", "movimiento militar").
Los segundos en hablar de Reconciliación Nacional fueron, pues, los comunistas, el PCE, en 1955, cuando España ya se había constituido en "Reino" con Franco como cuasi Regente al modo de Espartero o Serrano (1947), o "director militar" como Primo de Rivera. Había sellado sus alianzas con el Vaticano y los EEUU, lo que supuso el regreso de muchos conservadores y monárquicos significados a España y, de hecho, el fin de toda posibilidad de restauración de la 2ª República, aun mantenida, hasta 1951 por el partido de Azaña, y había entrado en la ONU. Recientemente he tenido la oportunidad de leer el documento del PCE y en líneas generales es aceptable, solo que llenándose la boca con la democracia y las "fuerzas democráticas" olvidan empezar por sí mismos, todavía afectos al comunismo. La misma 2ª República en el exilio intentó prescindir por activa y por pasiva del PCE. El PCE no estuvo en el Congreso del Movimiento Europeo de 1962 ("contubernio de Munich", según los falangistas; "fin de la Guerra Civil", entre los partidos políticos, se entiende, según Madariaga, que había sido ministro de Educación en un gobierno radical-cedista, si no me equivoco). De aquel PCE surgen las actuales CCOO y de aquel texto el principio de aceptación por parte de los comunistas de la monarquía parlamentaria constitucional, al igual que ya había hecho mucho antes, incluso antes de acabar la II Guerra Mundial, parcialmente el Psoe (contactos entre Prieto y Gil-Robles). Pero teniendo en cuenta que el PCE vivía aun entre el adiós de un tal Federico Sánchez y el marxismo-leninismo puro y duro, la reconciliación era inviable.
En 1962 Franco solicita la entrada de España en Europa. Luego designa a su primer vicepresidente, el general Muñoz Grandes, hasta entonces Jefe del Ejército. Es una fecha crucial para esta cuestión de la reconciliación nacional. Porque si bien en Munich la reconciliación se produce entre los partidos parlamentarios del 36, no se produce con el régimen franquista. Según parece, fue un proceso que Franco consideró mal llevado, destituyendo al ministro de Información del momento, padre del actual político Arias-Salgado. Por un lado, ya estaba claro entonces que el sucesor no iba a ser Juan de Borbón, sino su hijo Juan Carlos I, el actual Rey, como se había pactado en 1947. Juan Carlos I tenía entonces poco más de 30 años de edad. Por otro lado, España había solicitado el ingreso en la Comunidad Europea, pero justamente las presiones del Congreso de Munich para que la Comunidad Europea rechazase la entrada de España, pues eso supondría legitimar a Franco, hicieron que finalmente la respuesta fuera negatia y a España no se le fijase fecha de entrada en la Comunidad Económica Europea. Quién sabe si, en el supuesto de que esa fecha se hubiese establecido para finales de los años 60, la dictadura podría haber acabado antes sin esperar al fallecimiento de Franco en la cama. España estaba creciendo entonces al 7%, y no está ni mucho menos claro que un proceso de transición a la democracia con la posibilidad de gobiernos del Psoe pudiera sostener ese crecimiento, indispensable para la modernización del país. No es lo mismo un 20% de paro que un millón y pico de emigrados. Los emigrados serían hoy como un % de paro alto. Pero el paro se paga doblemente, y los emigrados, por contra, teniendo en cuenta obviamente su difícil situación, repercuten positivamente en la economía nacional. Yo suscribiría al cien por cien la petición de Madariaga de 1959: es hora de irse, General. Es una cuestión razonable. Pero francamente, más allá de la utilidad del Congreso de Munich en la modernización y democratización de los partidos políticos españoles, ahora no veo tan claro que el General fuese el problema. Tampoco era la solución, en el bien entendido que la solución era la suya, la de Juan Carlos I, aun muy joven todavía.
Sea como fuere, desde 1955 hasta 1962 se produce ciertamente un principio de reconciliación nacional genuinamente política, más plausible que la propuesta por el general Yagüe en 1938 pero no desde luego según el planteamiento comunista, pues, repito, los comunistas ni siquiera están en Munich en 1962. Por parte del régimen franquista se proclaman los principios fundamentales del Movimiento Nacional. Salvo dos principios, son principios elementales de cualquier democracia occidental. Tenemos, pues, un movimiento nacional franquista y un movimiento europeísta de los partidos políticos, tanto filo-franquistas como anti-franquistas. Por parte franquista, tenemos una solución monárquica al embrollo de la guerra civil y de la 2ª República, embrollo que se remonta a los años anteriores a Primo de Rivera (yo diría que a la huelga general de 1917, celebrada bajo la frase de Araquistain: "Le digo a la Corona: o una política francamente aliadófila o la revolución", frase que trataré de analizar en otro momento). Por parte de los partidos políticos más o menos reconciliados, tenemos una paz civil en el marco de la comunidad europea, bajo la aceptación, aun crítica y discutida en ciertos casos, de la solución monárquica. Lo que ocurre es que unos están pensando en Juan de Borbón y no en Juan Carlos I. De ahí que Franco designe como vicepresidente al general Muñoz Grandes, firme partidario de Juan Carlos I. Se dice que, tiempo después, el hijo del general Muñoz Grandes fue uno de los brazos derechos de Juan Carlos I en la noche del 23-F. Descartadas o superadas las reconciliaciones de Yagüe y del PCE, un principio más o menos consistente de reconciliación estaba fraguado a inicio de los años 60.
La tercera vez que se habló de reconciliación nacional fue durante la transición a la democracia. Se suele decir que el PP no acepta la democracia porque no condena la sublevación del 36 ni la dictadura de Franco. Me parece que durante el Gobierno de Aznar se hizo una especie de gesto de reconciliación entre combatientes de la guerra civil, si no condenando la sublevación, cosa que me parece que sí se hizo, aceptando el hecho de que había sido en contra de la legalidad establecida entonces. A algunos, como de costumbre, no les pareció suficiente. Pues mejor, ahora les digo que condenar la sublevación del 36 y la dictadura de Franco supondría condenar a la Corona reestablecida por Franco y encarnada en el rey Juan Carlos I, designado sucesor por Franco, y por tanto, sería condenar la Constitución de 1978, esto es, nuestro actual régimen constitucional democrático. De hecho, desde Eta, que apareció en el 68, hasta los comunistas, separatistas y confederalistas, es lo que algunos hacen todavía. El gravísimo gesto de Rodríguez Zapatero de contemporizar con esta condena constituye el enésimo error del Psoe, que este septiembre pasado al parecer volvió también a asumir el marxismo de los buenos viejos tiempos. El PCE, mientras tanto, está en la tarea de elaborar uno nuevo. Es razonable suponer que entre tanto condenado el PP se niegue a condenar el franquismo justamente en el Parlamento Europeo. No me gusta nada y pienso que es muy poco adecuada la palabra "condenar". Pero en todo caso la posición del PP me resulta muy razonable.
Vuelvo a repetir que una reconciliación nacional absoluta es imposible. La misma democracia es esa reconciliación. En nuestro caso, Corona y partidos políticos. La Corona reestablecida por Franco y los partidos políticos legalizados bajo la monarquía, que tanto tiempo antes habían aceptado "in abstracto" y que ahora aceptaban en la figura designada por Franco. He leido que la 2ª República en el exilio, que duró hasta 1977, y que desde 1951 había estado gobernada por Unión Republicana, el partido de Martínez Barrio, el tránsfuga del partido Radical de Lerroux, quien por contra se adhirió formalmente a la sublevación de Franco, se disolvió anunciando que había cumplido su "misión histórica". Martínez Barrio había presidido la 2ª República en el exilio desde 1945 hasta su muerte, en el importante año de 1962. Del 62 al 70 la República en el exilio fue presidida por el Psoe del exilio, cosa que demuestra las vacilaciones socialistas a la hora de aceptar la monarquía, etc. Del 70 al 77, fecha de su disolución, la República en el exilio estuvo presidida por el partido de Azaña, el mismo que ostentaba el cargo en el 18 de julio de 1936. Francamete, no sé a qué misión histórica se refieren. La Constitución a la que se iba en 1977 no iba a ser ni republicana, y menos socialista, los dos rasgos básicos de la conjunción republicano-socialista del 31. Como ya he comentado, Fraga conminó a González a sacar el marxismo de la doctrina del Psoe, si es que queríamos una democracia verdaderamente homologable, como se decía, al resto de democracias occidentales. Los únicos países que después de 1950 habían reconocido como gobierno legítimo al gobierno de la República eran México y Yugoslavia. Ni el PRI ni Yugoslavia mismo existen ya. Por su parte, Suárez trató con Carrillo y Tarradellas, y ambos aceptaron la Corona y la bandera nacional (el problema es que Tarradellas no tenía partido, porque de algún modo precisamente había renunciado a la existencia de partidos nacionalistas, pero tampoco manejaba el Psc-Psuc(Erc)-Psoe, liderado como estaba por Raventós, y, por otra parte, la herencia de la Liga era un Pujol más cercano a Prat que a Cambó, mientras la Erc histórica de Macià no renunció al separatismo cuando no aceptó el Estatuto del 79 bajo el cual, sin embargo, se puso, desgraciadamente, a gobernar en seguida).
No entiendo, pues, cuál es la misión histórica lograda por la República en el exilio. Ni siquiera la cuestión de las autonomías, que es la cuestión en que más asemeja la Constitución de 1978 a la del 31, es una aportación novedosa de la República. Puede que fuera novedosa en el proyecto de la 1ª nonata República, pero el conocido federalismo de Pi y Margall de entonces tenía más que ver con el confederalismo que con el genuino federalismo que acababa de ganar la guerra civil en EEUU. Por otra parte, la Mancomunidad de Cataluña, como una especie de primera comunidad autónoma, fue creada en la segunda década del siglo XX, como problema añadido, por cierto, al marxismo obrero. Salvo la renovada celebración de unas elecciones libres no sé muy bien qué misión histórica había logrado la República en el exilio, la de Azaña, la de Martínez Barrio, la del Psoe, la de Erc y la del Pce, pues tales elecciones libres se celebraban bajo el régimen que le declaró la guerra civil y la derrotó.
En cuanto a la reconciliación de 1962 en Munich, la duda razonable de que una reconciliación genuina no puede venir de un movimiento -nacional- transitado a la democracia pero impuesto de raíz por una sublevación militar es inferior, no obstante, al rechazo razonable de que la reconciliación se pudiera producir por un movimiento -europeísta en el mejor de los casos- dividido aun en cuestiones como la Corona, la nación, y, no menos importante, el liberalismo (económico, y político), anclado aun en la neutralidad de terceros en la guerra fría (España fue neutral en la primera guerra mundial, fue neutral, no-beligerante y neutral en la segunda, pero en la guerra fría no fue exactamente neutral, fue pro-USA, en el marco europeo, incluso antes de acceder Eisenhower a la Presidencia, al igual que puede sostenerse que había sido francófila, ni que fuera por el tradicional "pacto familiar", y por tanto aliadófila, en la primera guerra mundial), y anclado aun en lo que llaman "valores de la República", todos ellos relacionados con el marxismo y el laicismo doctrinario; el confederalismo imperial; y el rechazo de la propiedad privada y de las libertades individuales. Defectos todos ellos en efecto relacionados con los defectos de la Revolución francesa y que el fin de la guerra civil entre partidos políticos, según Madariaga, de 1962 en Munich no había acabado de eliminar plenamente. Por tanto, el importante acuerdo político de 1962 en Munich, debido en gran parte a la solicitud franquista de entrada en la Comunidad europea de principios de aquel año, solo se haría realidad durante la transición franquista a la democracia, en lo que tiene de transición franquista -Juan Carlos I, bandera nacional, rechazo del nacionalismo separatista- y en lo que tiene de transición a la democracia liberal -renuncia del marxismo. ¿Es una reconciliación impuesta, por así decir? En efecto, si así se quiere decir, pues el lema que la guía, mucho más cercano a FD Roosevelt que a Wilson, no es el de "ni vencedores ni vencidos", sino el de "vencedores y vencidos", radicando la victoria de los vencedores no exactamente en la dictadura de Franco que prolongó la guerra civil, sino en: la Corona en la figura de Juan Carlos I, la bandera nacional y la democracia occidental pro-estadounidense dentro del marco europeo.
2 comentarios
ximobrotons -
flan de huevo. -