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procopio: café filosófico

Pinker y la estofa del pensamiento

"El mundo de las palabras", traducible directamente por "La estofa del pensamiento", de Steven Pinker, profesor de Psicología en Harvard, antes en el MIT, es un libro enorme. No solo porque tiene 600 páginas, sino por lo que trata y cómo lo trata. La vetusta cuestión del lenguaje y del pensamiento. El libro, editado y traducido en 2007, es el vértice donde convergen las cinco obras comerciales anteriores de Pinker, dos dedicadas al lenguaje ("El instinto del lenguaje" y "Palabras y reglas") y tres dedicadas a la mente y la naturaleza humana ("Cómo funciona la mente" y la doble ración de "La tabla rasa"). "El mundo de las palabras" está dedicado a la mente y a la naturaleza humana, a través del estudio del lenguaje.

Con ese placer angustioso típico del tema -psicolingüística-, he podido ir comprendiendo las explicaciones y la tesis básica del libro. Como he dicho, Pinker analiza la mente y la naturaleza humanas a través del lenguaje y lo hace en la forma de una amena combinación de erudición y humor. Pero para mí se queda -quizá porque hasta allí llega el lenguaje- a las puertas de lo que más preocupa a la filosofía, que es el pensamiento, esa "mente" que Pinker ve al trasluz del lenguaje; o sea, que la ve solo por una cara, por decirlo así. Pero está bien. Su teoría del lenguaje es quizá la que más se aproxima a mi idea, en cierto modo. Pero tengo una discrepancia, que puede ser mayor o menor en función de lo que esté en juego, con una de las tesis de fondo de Pinker. Por ejemplo, afirma que la democracia y el libre mercado no forman parte del reino de la naturaleza humana. Antes ha dicho que el lenguaje humano no es el mismo que emplea la ciencia -como si la ciencia no estuviese hecha por ojos y lenguaje humanos. Es aquello de "el sentido común dice una cosa pero la física cuántica dice otra".

Como ya saben, yo he intentado esbozar una noción de sentido común, y de democracia, que sea compatible con la física cuántica -no solo compatible sino hasta "fundada" en ella. El lenguaje es digital, binario, como lógico que es, esto es correcto, pero lo que Pinker no analiza, y que de algún modo se trasluce en el lenguaje, es que el pensamiento no es digital, o no lo es puramente, sino analógico también -esto es aquello que yo digo que el intelecto no se da sin imaginación y sentido común, y por tanto la lógica buena es la trivalente, binaria para lo que tiene que ser binario (el lenguaje), pero de algún modo traspasada o preñada por lo analógico -o yo diría imaginario, en conjunción con el sentido común-, que es lo que tiene que ver con el "nous", la mente, y no aun con el "logos", el razonamiento.

No todo el mundo es tan continuamente listo como para entender la ciencia, pero no son lenguajes distintos. Naturalmente nuestro lenguaje humano arrastra todo tipo de cosas desde la prehistoria, pero no son radicalmente lenguajes "distintos" el popular y el de la ciencia. Pinker empieza desmontando la percepción de la causalidad de Hume, pero después de algún modo se parapeta en ese humeismo sociológico típicamente angloamericano, teñido de platonismo.

Bien es cierto que da la impresión de que Pinker es consciente de esto y hacia muy el final del libro hay un par de observaciones que señalan la contradicción de esa tesis y apuntan a una salida de ese platonismo. Pero, ¿por qué considera Pinker que nuestro cerebro es platónico de algún modo? Vale, puede derivar por comodidad hacia él, y Pinker finalmente asume que la cuestión de la que se trata, educativa para empezar, es de que precisamente usemos nuestro sentido común y nuestro lenguaje lo más libre y racionalmente posible, muy cuidadosamente acortando toda posible brecha entre el lenguaje popular y la ciencia, compensando con el lenguaje de la ciencia y de la libertad los otros tipos sociales de lenguaje más acomodaticios. No en vano, lo que está en juego es la verdad, y la misma democracia.

Respecto de la democracia y la naturaleza humana, pues, si no queremos ser puramente descriptivos, vale decir que "hasta un pueblo de demonios" se agruparía en una democracia.

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