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procopio: café filosófico

Reseña: "Noticia de Rorty"

Con esta reseña, recientemente publicada en la revista "Archipiélago", espero cerrar esta serie americana de posts. Tengo pendiente publicar otra reseña, digamos americana, del libro que Martha Nussbaum escribió sobre la reforma liberal de las universidades de su país, una propuesta que intenta amoldar las aportaciones del multiculturalismo reciente al clásico racionalismo ilustrado cuya defensa está en el subtexto del trabajo; en todo caso, me parece, un libro interesante y provechoso. Pero eso será después del verano.

Copio la reseña sobre un par de libros de Rorty, a la que añado una Postdata.

NOTICIA DE RORTY

"Cuidar la libertad. Entrevistas sobre política y filosofía", Richard Rorty, trad. Sonia Arribas, de. Lit. Eduardo Mendieta, Madrid, Trotta, 2005, 206 pp.

"Filosofía y futuro", Richard Rorty, trad. Javier Calvo y Angela Ackermann, Barcelona, Gedisa, 2002, 188 pp.

A Richard Rorty (Nueva York, 1931), profesor de Humanidades en Stanford (California), se le considera el continuador contemporáneo del pragmatismo de James y Dewey, aderezado, eso sí, con la filosofía continental europea (contrapuesta a la angloamericana, analítica, en la que sin embargo Rorty se ha formado como profesor) y autores tales como Nietzsche, Heidegger, Derrida, Foucault o Habermas. A Rorty también se le considera hoy como el intelectual progresista (“ironista liberal”) más reconocido de su país, atacado tanto a izquierda (Bernstein y los marxistas) como a derecha (Bloom y los conservadores). Autor de libros de filosofía o meta-filosofía importantes ("El giro lingüístico", "La filosofía y el espejo de la naturaleza", "Contingencia, ironía y solidaridad", "Forjar nuestro país"), Rorty ofrece en estos dos libros de que damos noticia un compendio de lo mejor de su obra e inquietudes.

"Filosofía y futuro" reúne ensayos en torno a la función de la filosofía (“tejer lo viejo con lo nuevo” en palabras de James), al concepto de justicia como lealtad ampliada, en torno al debate (casi inexistente) entre filosofía analítica y continental (aboga por una filosofía “transformativa”), a Spinoza, a la distinción entre lo privado (ironía) y lo público (solidaridad) engarzados en la contingencia de un “historicismo nominalista” de cuño hegeliano, darwiniano y deweyano; en torno, en fin, a la democracia y a lo que Rorty llama tradición progresista norteamericana. "Cuidar la libertad" reúne entrevistas (una de ellas ya publicada en "Filosofía y futuro": “Persuadir es bueno”) que por lo general giran alrededor de los mismos temas ya citados, y que abarcan el período comprendido entre 1982 y 2001, después del fatídico 11 de septiembre.

Sin duda, no se sale decepcionado de la lectura de estos dos libros. Rorty es hoy, en efecto, un contemporáneo esencial. Pero a juicio de este lector surgen algunas dudas o rechazos. No es cierto (aunque yo mismo lo dije aquí en mi reseña sobre Dewey) que no haya ni “historia ni tiempo” en la -incompleta, de acuerdo- obra de Spinoza. Por lo demás, me parece que su crítica de las izquierdas “nueva” (años 60-70) y “cultural” (años 80-90) sigue lastrada por un viejo izquierdismo que tampoco ha hecho su autocrítica (el mismo Dewey se distanció de Wilson, por ejemplo, y Roosevelt no parece que permita ser demasiado pacifista o “amigo de las culturas”), con resultados hoy a menudo preocupantes: en Francia, en EEUU, en Alemania y, ay, en España, sobre todo porque hoy esta izquierda vieja-nueva-cultural no es que en su “izquierdismo-cosmopolitismo Unesco”, por sintetizarlo así, haya permitido el ascenso de Le Pen, o el peso del cristianismo dicho fundamentalista en la victoria de Bush, o se haya escorado a la izquierda del nacional-socialismo con Lafontaine, sino que está en el poder, en España. De modo que, a falta de ese o cualquier otro buen izquierdismo que vindica Rorty, simplemente para seguir siendo demócratas recientemente en Barcelona algunos hemos fundado un nuevo partido político, Ciudadanos-Ciutadans, de forma romántica, desde luego, pero con intención bastante más pragmatista que izquierdista.


PD: después de la derrota del Sur en la guerra civil americana, causa mayoritariamente ligada a la izquierda, el partido demócrata sufrió su particular travesía del desierto, y eso aun a pesar del asesinato de Lincoln, un republicano liberal receloso del excesivo poder del sector financiero y conservador de su partido; y solo tras la aparición a finales del siglo XIX y principios del XX de un Partido Populista que llegó a cosechar el 7% de los sufragios en todo el país volvió a levantar cabeza con propuestas serias.

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