Cumbres y libros en Nueva York
Ver Manhattan es como ver una montaña humana, racional, de edificios. Subimos arriba de todo de uno de ellos. Estar en el top del Rockefeller Center fue sin duda una cumbre del viaje a Nueva York. Inexistentes ya las Torres Gemelas, y demasiado solicitado el Empire State, optamos, el primer día, por la torre de Rockefeller y no hubo más que asombro y júbilo.
Pero otra cima del viaje tuvo lugar más a ras de tierra, en concreto en el comedor del Metropolitan, un mediodía desapacible de lluvia atlántica. Allí tuve ocasión de comerme una madalena de indescriptible delicia. Una madalena de Proust, solo que no tuve ningún recuerdo, sino puro gozo solo. Una madalena rellena de mermelada de fresa y coronada por un dedo grueso de crema de nata, una crema que es quizá lo más gustoso que he comido durante esta semana en NY (ya la había probado antes, embutida en una especie de empanada, la noche que cenamos en New Jersey). Después de la madalena, fuimos al ala americana del museo, y me fotografié delante del cuadro "Washington cruzando el Delaware", entre algún otro.
Tampoco estuvo mal ver un partido de la NBA en el Madison Square Garden, el pabellón deportivo más famoso del mundo.
La última tarde pude visitar por fin con tiempo una librería, en concreto la de la franquicia "Barnes & Noble" sita en la 5ª Avenida a la altura de la calle 40. Entre los best-sellers, varios de historia americana, globalización, "La audacia de la esperanza" de Obama contrarrestado por un "La utilidad de la fuerza" de un general republicano retirado, etc. Y sobre todo, un "Blue Grit" de una tal Laura Flanders, con explícito subtítulo: "True Democrats Take Back Politics from the Politicians". Algo parecido a lo que se pretende con Ciutadans, tal vez. La crítica calificaba la denuncia del libro como algo histórico; uno decía: "Si eres republicano, roba el libro: pero leélo".
En la sección de filosofía, más o menos lo de aquí. Onfray, autor que he traducido, "international best-seller" con su ateología. Más Aristóteles que Platón, lo cual no dejó de alegrarme. Una pequeña decepción con la ausencia de Castoriadis, y la poca obra de Spinoza. La clásica filosofía cognitiva de las neurociencias, tan de moda. Autores yanquis, los académicos y los publicistas.
En la sección de educación, encontré "Democracy and education" del gran John Dewey, un libro que debiera ser traducido al castellano. Además, una obra de un reciente alto funcionario del gobierno republicano titulada "La guerra contra la esperanza" (toma nota, Obama), que arremetía contra los sindicatos de profesores y la educación progresista mal entendida y peor ejecutada. Y otro librito titulado "En las escuelas confiamos", jugando con el clásico "In God we trust" de los dólares: una defensa experimental de la escuela pública tomando como base un par de experiencias concretas en Boston y en Harlem. Espero que esta escuela de Harlem (un barrio ahora regenerado y donde Clinton ha abierto su oficina) no sea la que ha decidido irse de vacaciones escolares a Cuba.
Comprar, lo que se dice comprar, ya sabéis: solo he adquirido un librito de citas de Franklin, en Filadelfia, y un libro titulado "Cosmopolitanism", del profesor Appiah, de Princeton, en la librería de las NNUU. Veremos qué tal.
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