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procopio: café filosófico

Resumen de: "Ensayo sobre el sentido común" (2003)

Juanjo Jambrina, psiquiatra en Gijón (www.tierralibertad.blogspot.com), me pide que resuma mi "Ensayo sobre el sentido común (dirigido a la multitud democrática)", la que fue mi tesina del Máster en Humanidades en la UPF de Barcelona (sigo la terminología de Bolonia), aprobada en junio de 1999 y publicada en una pequeña editorial local de mi pueblo en otoño de 2003(www.elcepilanansa.com)

El trabajo consta de tres bloques, y sendos breves prólogo y epílogo. El primer bloque se titula "Aproximación al sentido común" y se desglosa en dos capítulos. El primero se titula "Incipit tragedia" y el segundo "Crítica de la razón vital". Empiezo por tanto sosteniendo una filosofía trágica, o mejor dicho, un planteamiento trágico de la comprensión racional de la realidad. Entonces mis conocimientos estaban todavía en proceso de formación y busqué una perspectiva filosófica de estilo ensayístico. Quiero decir que afronté el conocimiento de lo real desde el punto de vista de la disposición (racional) de ánimo, sea esta optimista, pesimista o trágica (y para ello sigo a Clément Rosset), que es en fin la que sostiene el trabajo. En el segundo capítulo, como indica su título, procuro llevar a cabo una reflexión crítica sobre la noción orteguiana de razón vital, en concordancia con la filosofía trágica antes apuntada. Y en este punto es cuando por primera vez hablo de "sentido común" y finalmente de sabiduría (filosófica), como amor al saber de lo real, cerrando pues este primer bloque de tanteo y aproximación. Por si pudiera servir de indicador, dicho primer bloque se abre con una cita del Savater de "Ética como amor propio" que dice así: "El sentido común es el arte de descubrir y aprovechar la composibilidad de lo posible, por hablar una vez en leibniziano". Huelga decir que casi toda esta primera sección del libro es más bien anti-leibniziana, anti-hegeliana y anti-heideggeriana, y más bien trata de recorrer el hilo de la tradición que sigue, la del materialismo trágico de Demócrito, Epicuro, Lucrecio, Spinoza o el ya mencionado Rosset, entre otros contemporáneos.

El segundo bloque se titula "La alegría del sentido común" y consta a su vez de dos capítulos, enunciados como "Nobleza práctica" y "Anatomía del entusiasmo". En esta segunda sección se trata de elaborar, ya digo que de forma más ensayística que académica, aunque no sin fundamentos, una teoría ética del sentido común, o por decirlo en kantiano, una teoría del uso práctico del sentido común estudiado en el primer bloque. La noción clave de este segundo bloque es la de "acción" ("praxis"), y en concreto la de acción moral, y la de "virtud". Hay en este primer capítulo alguna reflexión de cariz literario sobre la figura del "héroe", en sintonía con los ensayos de Savater sobre el valor moral de semejante "encarnación trágica de la virtud". En el segundo capítulo intento profundizar en el concepto de "autonomía", o sea, en las implicaciones prácticas de los conceptos éticos clásicos. Y se tratan la autonomía, el entusiasmo, el amor propio, la dignidad (y el derecho), y en fin, la alegría. En este bloque ético del ensayo es donde más Savater hay, pero la cita que lo encabeza es de Nietzsche: "¡Permaneced fieles a la tierra, hermanos míos, con el poder de vuestra virtud! ¡Vuestro amor que hace regalos y vuestro conocimiento sirvan al sentido de la tierra! Esto os ruego y a ello os conjuro" ("Así habló Zaratustra").

Y así llegamos al tercer bloque del trabajo, titulado "Sentido común y libertad". Aquí se trata de política. Y hay mucho Spinoza y algo del Stuart Mill de "Sobre la libertad". Bien, los dos capítulos de esta tercera sección se titulan respectivamente "Por una democracia mundial" y "Sobre la tolerancia". En el primero, busco razones para la ley, la "cosa" pública, trato del lenguaje y del dinero, de la ciudadanía, y finalmente elaboro una teoría política de la democracia y del Estado de derecho. En la segunda parte, planteo asuntos como la obediencia/desobediencia civil en relación con la noción de libertad/responsabilidad política, y acabo equiparando el sentido común en su uso político al "amor libre", ese viejo concepto libertario tan querido y tan demagógicamente usado. Y al final está la tolerancia, una crítica del concepto de tolerancia: en definitiva una teoría de la civilización como convivencia libre en la que la educación de orientación cosmopolita adquiere un papel fundamental. En este tercer bloque, ya lo he dicho, saqueé a Spinoza sobre todos, pero ahí está aún Kant con su idea de Estado democrático mundial y de paz perpetua, con la que finalizo el trabajo. Esto, ahora mismo, lo suscribiría con muchos más matices, próximos a Hanna Arendt. Mejor una federación mundial de democracias que una democracia mundial. Mejor en el sentido de resultar más viable históricamente y de permitir menos ambigüedades demagógicas y a la postre anti-democráticas. La cita que introduce este tercer bloque es el conocido párrafo sobre "la finalidad del Estado", la libertad, del "Tratado teológico-político" de Spinoza.

El subtítulo del trabajo, ese "dirigido a la multitud democrática" entre paréntesis, es un homenaje a Tom Paine y a su libro "Sentido común", cuyo subtítulo, circa 1776, rezaba: "Dirigido a los habitantes de América". No a la "nación alemana", sino a los habitantes de América. Hoy, como señala el antropólogo Marc Augé, ya no nos dirigimos solo a un pueblo o a una nación, ni tampoco a los habitantes de un territorio, sino a un mundo (territorializado/desterritorializado), a todo el mundo. Quizá Kant puede hacerse más o menos realidad, pero no a la manera de Kant. Y así, de paso, recuperamos y revitalizamos el viejo concepto spinoziano de "multitud", que el filósofo italiano Paolo Virno contrapone al de "pueblo" hobessiano, que aún está en Kant. Pero estas cosas ya son asuntos que he tratado con más detalle -estamos trabajando en ello- en ocasiones posteriores.

No es, bien que lo siento, un libro (o librito) fácil de leer, o mejor dicho, de seguir. Lo redacté a salto de malta, mientras aún estaba leyendo obras que inmediatamente utilizaba luego para el trabajo, mientras a la vez me ganaba unos dineros haciendo de teleoperador, en un momento de mi vida bastante difícil. Por eso me pareció que la idea era la "idea mejor pensada del mundo", y fui feliz cuando lo escribí y lo acabé, esto a los 25 años te hace sentirte un genio, pero aunque algunas digresiones y la intuición -o hipótesis- fundamental del trabajo no son, como se suele decir, poca cosa, el ensayo tiene muchas, quizá demasiadas imperfecciones formales, y algunas no solo formales. No conseguí convencer a Pre-Textos para que me lo publicaran; en Barcelona, la persona en que pensé para presentarlo, no acabó de entenderlo. Así que cuatro años más tarde lo co-publiqué con un modesto editor local y Josep Pradas tuvo la gentileza de presentarlo en Vilanova (mi texto de la presentación se puede leer en este mismo blog). Gracias a internet y en especial al blog de Arcadi Espada he podido darlo a conocer a más gente (antes ya se había vendido algún ejemplar en Barcelona, en Madrid o en Valencia, sobre todo en librerías de ateneos y cosas así). El resto los he regalado. Repito que sin ser los "Principios matemáticos de la filosofía natural" de Newton, el "Ensayo" plantea y llega a profundizar en cuestiones, sobre todo filosófico-políticas, de primer orden. Pienso, por tanto, que su esforzada lectura bien puede valer la pena, a fin de cuentas, para quien esté interesado en estos asuntos.

Ahora agradezco a Juanjo Jambrina que me haya obligado a escribir este muy sucinto resumen retrospectivo.

12 comentarios

Hernan procopio -

hola.. entre porq solamente miapellido es procopio, y he encontrado un exelente url..
mando mis saludos, visiten mi url....

procopio -

sí, ya sé, y un poco crecido, el hijo, :)

Protactínio -

Querido Procopio: un anónimo comunicante, me hace ver en mi blog que hay error/horror de bulto en mi información previa. Corro a rectificar: el enclenque de las gafas es el hijo guitarrista de Hércor, concertista flamenco (a pesar de ser argentino) de renococido prestigio. Recientemente, ha estrenado en Barcelona una pieza suya ("Zapateao") acompañado de la sección de cuerda de la Orquesta del Liceu.

(No es coña. Se llama Hernán.)

procopio -

Nueva York, nunca he estado. Deseo que dentro de no mucho tiempo pueda cumplir mi "sueño americano".

Protactínio -

No. Es una parte del mapa del metro de New York. Concretamente, la que corresponde a Manhattan.

procopio -

de nada, (hombre). la niña supongo que será su hija, y su camiseta el mapa de metro de Madrid o en su defecto, Londres. No pregunto más.

Protactínio -

Izquierda del columpio, copa en mano: Incorrecto.
Simpático enclenque de las gafas: Sr. Verle.

(Esta información me puede costar cara, pero se la regalo.)

((Pa que vea...))

procopio -

gracias Protac; tiene usted un aire a amando de miguel que ni pintao. Quién será, me pregunto ahora, el que está a la izquierda de los columpios, y quien el simpático enclenque de las gafas en las fotos de la guitarra.

Protactínio -

Querido amigo: preguntaba usted donde el Marqués a propósito de los personajes de la foto. Se lo pongo aquí, que es más privado: el de la izquierda, con curiosa chaqueta china, es Gengis Kant -creo que firma así-. La mujer es Carmen, mi mujer. Y el de la derecha (¡cómo no!) es Verse.

(De nada.)

Bartleby -

Buitre, eres un filósofo y amigo y a ambas condiciones antieconómicas apelo y reclamo la promesa virginal. Además, Viejo Casale está subastando el libro en e-bay y alcanza ya cotizaciones estratoféricas, fuera de mi alcance.
Bart.

procopio -

soy un defensor de la eficiencia económica, y por lo tanto, debería usted adquirirlo (el método técnico se lo dejo a su ingenio seductor) de manos de viejo casale.

Bartleby -

Procopio: recuerde su promesa hecha ante la Virgen de regalarme un ejemplar del menos común de los libros. Si no, tendré que aceptar la oferta de Viejo Casale y comprárselo.
No leo nada desde entonces.
Bartleby, el agrafiado.