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procopio: café filosófico

Reseña: "A propósito de la educación" (sobre un librito de C. S. Lewis)

Ayer, en Teruel, quedé agotado y con jaqueca después de las tres horas de King Kong de Peter Jackson, portentoso film visualmente hablando, menos perspicaz en los diálogos y, para mí, sobre todo, demasiado ñoño en el tratamiento del amor de la Bella por la Bestia, no en el de la Bestia por la Bella (que es el que importa: "el amor ama más allá del bien y del mal, más allá de la recompensa"; y en cambio, parece algo así como una recompensa la compasión, que no auténtico amor, de la Bella por la Bestia, algo que se ha explicado en virtud del espíritu de nuestro tiempo ecologista...).

Pero, en fin, "Crónicas de Narnia", basada en el cuento del escrito inglés C. S. Lewis, ha desbancado del primer lugar de la taquilla a "King Kong" en estas Navidades de cine, al menos en España.

De modo que aprovecho y cuelgo esta reseña que publiqué hace un tiempo en "Lateral" sobre el ensayo pedagógico de C. S. Lewis titulado "La abolición del hombre". Quizá en ese punto encontremos de nuevo a King Kong: la naturaleza invencible que no es nuestro mundo y que sin embago sigue ahí, en la cima de nuestro misterio, desafiándonos, atrayéndonos: para volver a empezar a formar naturalezas humanas.

A PROPÓSITO DE LA EDUCACIÓN

¡Últimas noticias de los expertos en la ESO (en contra de lo que escribió, no hace tanto, un "homme de lettres" tan poco reprochable como José María Valverde)!: leer moviendo los labios demuestra inmadurez y un analfabetismo preocupante. ¿No estarás leyendo de esta manera, verdad, amable lector/a?

Lo grave de la reforma de la ESO no es que los alumnos ya no sepan leer ni escribir, o que se tenga que enseñar a niños de 12 años que rozan el estado semi-salvaje, o que haya que tratar con escrupulosidad quisquillosa la diversidad existente en las aulas, ni algunos nuevos métodos pedagógicos. No, lo peor de la reforma no está en los reformados sino en los reformadores y su infamante jerga seudoprogresista, que en busca de un lenguaje hiperanalítico que clarificase la situación ha acabado por dejar de saber leer y escribir sencillamente, hasta el punto de arrojarnos a lo más oscuro de la selva... Quiero decir, por ejemplo, que resulta tan amplia la permisividad otorgada por la reforma a los alumnos que los maestros actuales, supuestamente más comprensivos e integradores, están en camino de adoptar cada vez más prácticas actitudinales -¡caramba, yo también empiezo a estar reformado!- muy próximas a la repentina tiranía. O sea, como ya no se puede ni insinuar la palabra examen (ahora se le llama “prueba de evaluación sumativa”), en el momento en que el gallinero toma visos de escapar del corral sólo nos queda la opción de sacar la porra de la forma más despótica... Cosas del cinismo de la corrección política que desafortunadamente nos gobierna y que, aún más desafortunadamente, no están exageradas.

Dos libritos recientemente publicados pueden sernos de mucha utilidad para tratar de prevenirnos contra los errores más dañinos de la famosa reforma educativa. El primero se titula "Educar es educarse" (Paidós) y está escrito por el filósofo Hans-Georg Gadamer, más conocido por haber puesto de moda las teorías de la hermenéutica. Se trata de un opúsculo muy breve de vago tono autobiográfico en el que destaca por encima del resto la idea de que “sólo se puede aprender a través de la conversación”, así como que sólo en la conversación el lenguaje puede realizarse plenamente. Son dos apuntes que en el estado actual de la enseñanza en España pueden servir para dos cosas: en primer lugar como acicate para sacar a los alumnos del pobre argot en el que chapotean (y que, como señala con gracia Félix de Azúa en su "Diccionario de las artes", está compuesto por palabras tan abstractas como “tío” o “gilipollas”) y darles la oportunidad de nadar a pleno pulmón por los anchos mares del mundo con un lenguaje rico y preciso; en segundo lugar, para seguir insistiendo –y en este sentido, la reforma es positiva- en la importancia del diálogo racional y el arte de la conversación, sin por ello convertir la clase “en un foro de debates ni en un púlpito”, tal como advierte por su parte Savater en "El valor de educar".

El segundo de los libros, de impecable escritura y más sustanciosamente penetrante que el anterior a pesar de no ser su autor un filósofo en mayúscula (o quizá por eso), se titula "La abolición del hombre. Reflexiones sobre la educación" (Andrés Bello). Su autor, C.S. Lewis, profesor de literatura medieval y renacentista fallecido en 1963, realiza en los dos primeros capítulos una crítica tan aguda como actualísima de un manual escolar de la Inglaterra de su tiempo. En ellos se ciñe a una cuestión que los buenos lectores de Lewis (muy próximo en este punto a Papini) ya habrán saboreado en otras ocasiones: la crítica del fatal desprecio moderno por el sentimentalismo y lo inverosímil de la literatura o de la ficción en general.

Entre las muchas piedras preciosas que contiene el cofre de "La abolición del hombre" -de cuya mordaz lógica analítica el racionalismo trivial de la reforma educativa podría aprender hoy algunas lecciones irrefutables-, destaca una en la que Lewis acusa a la educación moderna de formar “hombres sin pecho”, es decir, sin sentimiento ni magnanimidad y por tanto menos aptos para hacerse cargo de su libertad. Dice Lewis: “Donde la antigua educación iniciaba, la nueva sólo `condiciona´. La antigua trataba a los alumnos como los pájaros adultos tratan a sus polluelos cuando les enseñan a volar; la nueva, más bien como un avicultor trata a los polluelos, criándolos para tal o cual propósito del que los pájaros nada saben”. En lugar de incitarlos al vuelo, alimentamos a nuestros pajaritos para cumplir funciones previamente establecidas –¿por quién?. En palabras de Lewis, no se estimula la propagación del neófito; nos limitamos a venderle propaganda.

Los causantes mayores de este estropicio son los que el autor apoda como “Condicionadores”, término que se ajusta mucho al perfil de los diseñadores de la nueva ESO. A destrozarlos con ironía gloriosamente templada dedica Lewis el último capítulo del libro, donde augura la abolición de la naturaleza humana por parte de quienes sigan creyendo con fe inquebrantable en el progreso lineal de la conquista de la Naturaleza por el Hombre y gestionen en consecuencia su victoria definitiva (¡Fukuyama, date por aludido!). Hay en torno a esta idea controversias tan polémicas como las planteadas hoy por la eugenesia y el condicionamiento prenatal, prácticas que Lewis rechaza con un argumento paradójico: la conquista total de la Naturaleza incluiría la naturaleza humana y por tanto la conquista del hombre por el hombre y el triunfo final de la Naturaleza, absurdo tan risible como algunas de las reformas educativas antes mencionadas que recuerdan al gag ése de los Monthy Phyton en el que un profesor inglés enseña un rudimentario italiano a unos típicos italianos...

Pero la risa, ay, puede congelársenos si estos absurdos continúan poco a poco anulando ese “misterio de la humanidad” que para el gran C. S. Lewis constituye el reducto último de toda verdadera educación.

9 comentarios

Josep -

Senc arribar tard a la conversa, però m\'ha paregut prou interessant l\'article este que se comente (amb algunes discrepàncies, però és normal supose...) Sobretot m\'agradaria preguntar sobre eixa famosa nova assignatura de \"educación para la ciudadanía\". No crec que els problemes de la educació espanyola, i sobretot la pública, es resolga posant una assignatura que només pel nom ara mateix no mos diu res. I a més a més, quin serà el programa d\'esta assignatura? o cada professor ensenyarà el que per a ell és lo correcte i a l\'any següent un altre te dirà lo contrari. O és per a repetir els tòpics de sempre que tots els alumnes coneixen però quasi ningú els respeta? Pff pos mira quina xusma. El que s\'ha de fer és deixar-se de tonteries i formar autentiques persones lliures en la educació obligatòria, i després que cadascú trie el seu camí. Em sap mal dir-ho però crec que açò de la educació a Espanya ja no té solució, per culpa d\'uns i d\'altres i perjudicant a tots.

LF Valencia -

Creo que no habrá problema en quedar el 4 febrero. Mi e-mail es:
librepensar@terra.es

procopio -

así es; muy acertado lo de "los modos de transmitirlo", bueno, y en realidad también lo que se transmite. Oye, el 4 de febrero voy a Valencia, podríamos vernos.

LF Valencia -

Se mantienen en plena forma las dudas y sospechas sobre la asignatura de Educación para la Ciudadanía y su coincidencia de sentido y actualidad con Formación del Espíritu Nacional. Esta asignatura brilla como instalación de lo políticamente correcto en la escuela. Su objeto es aparentemente inocuo y benévolo: transmitir valores. Su objetivo: formar ciudadanos que cohesionen una sociedad. Los valores, per se, son inofensivos. Su modo de transmisión no, porque los sesgan hasta conseguir un mismo modo de pensar en los alumnos y futuros ciudadanos. Ciudadanos para el modo de pensar dominante como discurso del Estado.
(continúa en el Blog "Un librepensador en la red"

LF Valencia -

Ximo:
Voy a insertar tu Blog en el mío, como Blog “Procopio Café filosófico”
Por cierto, no consigo introducir en tu blog como comentario la 2ª parte de Educación para la ciudadanía, que he publicado en mi blog. Volveré a intentarlo.
Saludos, Luis Fernando, (Valencia)

procopio -

me parece bien: ¿eres de Valencia? yo estoy en Castellón. Mi correo es chimo74@hotmail.com saludos.

LF Valencia -

Efectivamente, con la asignatura de “Educación para la Ciudadanía” se fabrican futuros hinchas y clientes de las ONGs en su doble versión, católicas y religiosas laica. Dos fundamentalismos angelicales que dan la razón a Rimbaud: el infierno está empedrado de buenas intenciones.
Y más que “Educación para la Ciudadanía” es la ciudadanía para la educación del Estado. Una visión del mundo –la bobalicona- que la minoría dominante está imponiendo a la economía, las costumbres y el modo de pensar. Hacia el pensamiento único.
No hay más que ver las series españolas de televisión: todos con flores a la nueva María. Transmiten y confirman esos valores de supuesta cooperación, solidaridad y ayuda al discapacitado, para presumir y practicar sólo en público, cuando el Gran Hermano te ve. Si los vecinos no te ven, no pares ante el accidentado. Nadie lo sabrá y seguirás siendo moderno, con tu credencial de bobo.
(Del blog \"Un librepensador en la red\")

P.D.: ¿Te parece que enlacemos nuestros diarios mutuamente? No encuentro tu correo.

procopio -

hombre, algo de cualquier tiempo pasado fue mejor hay en Lewis: se refiere a la última época victoriana, supongo. Él y su amigo Tolkien ven desmoronarse, como antes Chesterton, la Inglaterra hegemónica en el mundo. Pero quitado ese leve deje decimonónico, no creo que Lewis esté equivocado... o mejor dicho, me parece que tiene mucha razón. Hay cosas que son de cajón. Pero... Es curioso que la Logse sea un producto inglés. Justamente de esa Inglaterra presuntamente progresista se quejaban Chesterton, Lewis y Tolkien, entre otros. ¡Hasta Virgina Woolf!

ausenteresidente -

Hola. He contestado tu comentario último en mi blog. A partir de ahora creo que lo haré así, si no me hago un lío.
He leído lo que escribes sobre Lewis. Interesante. Es curiosa esa queja histórica a propósito de cualquier educación anterior era mejor. Sin embargo, cuando Lewis se refiere a 'antes', ¿a qué período de la historia lo hace? Muy buena tu referencia al episodio montipaitoniano (para mí, para los anales) como metáfora (esa sí). Siempre nos quedará la estética (que no la esperanza) de un alemán que se haya equivocado de clase...
A más ver...