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procopio: café filosófico

Fútbol y diplomacia

Como todos los niños, de pequeño yo quería ser futbolista. Pasados los años, tendría ya unos quince, me dio entonces por querer ser diplomático. Por eso estudié Derecho, fracasé estudiando Derecho (7 de nota en el expediente, lejos de la Matrícula de Honor que obtuve en COU) y por eso he acabado como profesor de filosofía -la consolación de la filosofía- de educación secundaria. Viene esto a cuento del libro que acabo de leer, Mis Mundiales. Del gol de Zarra al triunfo de la Roja, del mediático Inocencio F. Arias. Porque una cosa sí que sigo siendo desde pequeño: lector. A diferencia de algunos colegas de generación, que solo han leido los Diarios de Kurt Cobain, yo sigo siendo un lector más o menos ávido y empedernido. Mi biblioteca ronda ya los mil libros, sin contar los libros que no están en mi biblioteca pero que también he leido -por ejemplo, el libro de memorias de Obama. Así pues, a mis cuarenta años no puedo definirme, como alguna vez fue mi sueño, ni como futbolista ni como diplomático, pero a cambio puedo leer libros que traten precisamente de estas dos materias, el fútbol y la diplomacia.

Mis mundiales es un libro que pretende ser de sabrosa y amena lectura. A veces lo consigue. En la portada aparecen cuatro jugadores con la zamarra nacional: Zarra, Suárez, Butragueño e Iniesta. Al inicio de cada capítulo, uno por mundial desde el del 50 hasta el del 2010, el autor, diplomático de carrera, va desgranando datos y relatando acontecimientos que contextualizan el evento deportivo. Luego habla propiamente del mundial de turno, con acreditada experiencia. Inocencio Arias es alguien que ha visto en directo el 2-1 de España frente a la URSS en la Eurocopa del 64 y el gol de Puyol contra Alemania en Suráfrica que nos metió en la final. Es alguien de fiar, vamos.

El contexto de cada mundial nos lleva, en el libro, desde la guerra de Corea hasta la caída del Muro de Berlín, pasando por la crisis de los misiles de Cuba, el atentado terrorista en Munich´72, la entrada de España en la actual UE y en la OTAN, etcétera. El diplomático aquí demuestra su saber histórico y su capacidad para relacionar acontecimientos. Inocencio Arias es madridista pero ante todo del equipo nacional. Cuenta cómo vivió el gol de Zarra por la radio en un pueblo de Almería y los sucesivos fracasos posteriores de la selección, hasta llegar al gol de Iniesta. El contexto de España como país también ha cambiado. De la cartilla de racionamiento y el aislamiento internacional a la España que envía militares en procesos de pacificación.

Un hilo conductor recorre todo el libro: el fútbol es el deporte rey del mundo. ¿Del mundo? Bueno, en un país de más de 300 millones de habitantes aun sigue siendo el quinto deporte, que es tan insustancial en verdad como ser el quinto beatle. Estamos hablando, claro está, de Estados Unidos, donde el soccer no consigue implantarse en las masas que, sin embargo, siguen por millones el otro fútbol, el fútbol americano, es decir, la NFL. He visto algún partido de la NFL, es un deporte entretenido y fiero. Alguna final de conferencia bajo la lluvia de los 49ers de San Francisco. Y también por internet la Superbowl que los Green Bay Packers ganaron a los Pittsburg Steelers de una forma realmente emocionante. Incluso he visto un partido de la liga nacional española de fútbol americano, pues en mi pueblo se creó un equipo que llegó a disputarla, los Vilanova Cavaliers. Jugaron contra los Vilafranca Eagles. Y allí estuvimos. Eso sí, de la liga europea y de los Barcelona Dragons, solo por televisión, aunque como se hospedaban en Sitges una vez vimos a los jugadores en el tren de cercanías que va hasta Barcelona. Unas plantas tremendas.

Fue la edición XLIV de la Superbowl de 2010 la primera en superar el récord de audiencia que hasta entonces mantenía el último capítulo de la serie M.A.S.H. emitido en 1983. No sé si es un avance que el deporte sea la programación más vista de televisión en detrimento de una buena serie televisiva de enfermeros, pero así con las cosas. El récord está ahora en 115 millones de estadounidenses. Ante este dato, el soccer pena como puede en el país de las oportunidades, aunque cada vez es más practicado en las categorías inferiores y, sobre todo, por chicas (EEUU fue campeona mundial en 1999 de fútbol femenino).

En Mis mundiales se recuerdan estas y otras cosas a propósito del inmenso éxito del deporte reglamentado por los británicos allá a mediados del siglo XIX. Obama lo dijo y se ve que las hijas de Obama lo juegan. El soccer se abre paso muy lentamente. Y eso que organizaron un buen mundial, el de 1994, con récord de público en la final del Rose Bowl de Pasadena, California, rayando los cien mil espectadores. Pero también fue el primer mundial dilucidado en la suerte de los penaltis. Estos datos también los va anotando el autor del libro, los cambios en el reglamento, la introducción de las tarjetas rojas y amarillas, la posibilidad de hacer cambios durante los encuentros, etcétera. Arias también se detiene, y es interesante, en los países organizadores, el contexto sociopolítico de cada uno de ellos, si lo hicieron bien o mal y qué hicieron, las medidas de seguridad, el creciente poder de la televisión, el fracaso por ejemplo de Colombia de organizar el Mundial de 1986, que al final organizó México.

Por lo que hace a los campeones, el resumen lo sabe ya todo el mundo: campeón de 1950, Uruguay, con el "Maracanazo"; campeón de 1954, Alemania, con el "Milagro de Berna"; campeón de 1958 y 1962, Brasil, con Pelé y compañía; campeón de 1966, Inglaterra, con el famoso gol fantasma; campeón de 1970, el mejor Brasil de todos los tiempos, con un veterano Pelé al frente; campeón de 1974, Alemania, con la remontada al gol inicial de Holanda; campeón de 1978, Argentina, con los goles de Kempes; campeón de 1982, Italia, con el júbilo de su presidente; campeón de 1986, Argentina, con Maradona como líder; campeón de 1990, Alemania, de penalti; campeón de 1994, Brasil, en los penaltis; campeón de 1998, Francia, con los goles de Zidane; campeón de 2002, Brasil, con Ronaldo a la cabeza; campeón de 2006, campeón Italia, con el cabezazo de Zidane a... Materazzi y 2010, España campeona con el gol de Iniesta en la prórroga.

Hoy en día, más de doscientos países participan en la Copa del Mundo, en su fase previa, claro. Es el primer evento deportivo mundial por delante incluso de los Juegos Olímpicos. Empezó siendo un deporte olímpico pero, a raíz de su éxito, se autonomizó creándose propiamente el Mundial de fútbol en 1930. Uruguay, que venía de ser dos veces campeón olímpico en 1924 y 1928, fue su primer ganador. Luego Italia, la Italia fascista, venció en los Mundiales de 1934 y 1938. A partir de aquí hay un paréntesis debido a la Segunda Guerra Mundial. De 1950 hasta hoy, el relato es conocido, y si lo quieren revivir o aun no lo conocen, les recomiendo que se lean Mis Mundiales del diplomático Chencho Arias.

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