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procopio: café filosófico

Rectificación del franquismo sociológico

De vez en cuando se plantea la cuestión de si bajo el franquismo, régimen personal o dictadura militar, el pueblo español dio muestras de sumisión y servilismo, o si por el contrario, con tal régimen se preparó para convivir civilizadamente en una democracia próspera. En mi opinión, la cuestión más importante no es si durante el franquismo el pueblo dormitó pasivamente sino si a causa de las cuatro décadas o más, contando las anteriores, de la experiencia dictatorial hay rasgos serviles en el pueblo español actualmente.

En cierto modo considero que sí los hay, e incluyo en ellos al anti-franquismo. Porque una cosa es luchar por una adecuada vuelta de la democracia y otra no entender ni la guerra ni el franquismo ni toda la historia española anterior.

En general, suelo llamar franquismo sociológico no a los beneficios que trajeron las décadas del Estado franquista, básicamente crecimiento económico, estabilidad internacional y reinstauración de la monarquía constitucional finalmente, sino precisamente a ciertos rasgos de servilismo que a derecha y sobre todo a izquierda el franquismo apenas pudo eliminar y en ocasiones más bien al contrario amplificó susceptible como era de utilizarse como coartada dada su esencial forma dictatorial. No sé exactamente a qué llama franquismo sociológico el sociológo De Miguel, yo considero que se trata de esto.

Y por tanto, considero que se trata de un rasgo que ha de ser corregido. Pero no tanto en el pueblo, que ya bastante tiene con ser pueblo, como en las elites. Políticos, medios de comunicación, profesores, grandes empresarios, etcétera. Corregido en ellos, no corregido por ellos para hacer luego pedagogía, como dicen, en el pueblo.

Se me ha ocurrido que la mejor manera de empezar a corregir los servilismos del franquismo sociológico sería modificar algunas tendencias explicitadas en los nombres que el ministro de Educación Nacional, Sr. Ibáñez, dio en 1940 a los patronatos e institutos del recién fundado, o según como se mire refundado a partir de la Junta de Ampliación de Estudios de 1907, CSIC.

Mis modificaciones serían las siguientes:>

-Economía: el instituto pasaría de llamarse "Sancho de Moncada", que era un autor proteccionista, a llamarse "Tomás de Mercado", autor dominico de una "Suma de tratos y contratos" (1571)

-Historia: el instituto pasaría de llamarse "Jerónimo Zurita", conocido por su estudio de la historia de la Corona de Aragón, a llamarse "Juan de Mariana", conocido autor jesuita de "Historia general de España" (ca.1600)

-Geografía: del nombre "Juan Sebastián Elcano" pasaría a llamarse "Alonso de Santa Cruz"

-Física: de este "Alonso de Santa Cruz", geógrafo, pasaría al de "Andrés Piquer", profesor de la Universidad de Valencia y autor de "Física moderna" a mediados del siglo XVIII

-Química: de "Alonso Barba", más bien dedicado a lo que en el mismo Decreto se llama técnica industrial, pasaría a llamarse "Juan de Cabriada", fundador de la moderna ciencia española en su libro "Carta filosófica, médico-química" de 1687

El instituto "José de Acosta" de Ciencia Natural desaparecería y pasaría a dar nombre a un instituto de Antropología y Estudios Culturales o en su defecto a un Museo de Historia Natural

Se crearía un instituto de Medicina de nombre "Miguel Servet"

No sé si todavía existen estos patronatos e institutos, pero, de existir, básicamente esto sería lo que yo rectificaría.

Vemos que en la estructura del CSIC de 1940 la Economía llevaba el nombre de un autor proteccionista, muy tenido en cuenta en aquellas circunstancias como autor de "Restauración política de España". En cambio, Mercado es librecambista, y el único dominico de la Escuela de Salamanca dedicado a la economía. En Historia, me parece mejor el enfoque general de Mariana, si bien no pueden pasarse por alto las correcciones de Zurita a la habitual confusión entre Castilla y España; también parece mejor el enfoque de Mariana respecto a una perspectiva a la vez monárquica y económica de la historia de España, como el hecho de detenerse en Fernando el Católico, lo cual rebajaría su pretendido antimaquiavelismo y en cambio le acercaría si no a Ginés de Sepúlveda (y luego a Saavedra Fajardo, el gestor del consecuente desastre provocado por Las Casas) al menos a Vitoria.

Respecto de las ciencias naturales, vemos que en 1940 todavía se confunde Geografía con Física, y Química con Industria. Y no es lo mismo. Si Alonso de Santa Cruz pretendía escribir una maravillosa "Geografía universal" en el XVI, ¿qué sentido tiene que no sea el que dé nombre al instituto de Geografía y en cambio se utilice el de un navegante que ya lo tiene consagrado en la Marina? Si Andrés Piquer es, de hecho, el único físico español propiamente dicho y propiamente moderno desde el XV hasta el XX, ¿qué sentido tiene que no sea el que dé nombre al instituto de Física? En cuanto a Cabriada y la Química, otro tanto. No se entiende muy bien qué significa "Ciencia Natural" existiendo institutos de Física, Química y luego Biología, y más bien de lo que trata atendiendo al autor que le da nombre, Acosta, es de antropología o cosa parecida ("historia natural y moral de los indios...", etc.). Este instituto pasaría a formar parte del patronato de Humanidades. Finalmente, no hay instituto de Medicina, y aunque he pensado en Martín Martínez para dar nombre a la nueva creación, me he decantado en fin por Servet, si bien más antiguo, también más simbólico.

Otros detalles: la Historia y la Geografía, que en 1940 están en Humanidades, las situaría en Estudios Sociales, cuyo patrono es Lulio -ya puestos, optaría por San Isidoro, pero bien mirado, ¿por qué no preferir a un ilustrado como Jovellanos? Distinguiría Arte de Arqueología, si bien ambas están bien situadas en el patronato de Humanidades, nombrado por Menéndez Pelayo -y me parece bien que así siga siendo aunque estaría dispuesto a aceptar el nombre de Mayans.

Permanecen en sus puestos en los Estudios Sociales, Suárez (Teología), Vives (Filosofía) y Vitoria (Derecho). En Humanidades, Nebrija (Filología), Arias Montano (Estudios Semíticos) y Velázquez (Arte), si bien este podría sustituirse por Luzán, y en todo caso faltaría un nombre para la Arqueología. Para la Comunicación hispanoamericana, un naturalista interesado en la filología amerindia del tipo de Celestino Mutis, para la Historia hispanoamericana quizá podríamos elegir a Bernal Díaz del Castillo en vez de a Fernández de Córdoba. El patronato de Ciencias debería sustituir el nombre de Alfonso El Sabio por el de Ramón y Cajal, en este caso lo que se pierde en antigüedad se gana en precisión. La Biología (incluida la forestal, animal, etc.) pasaría a integrarse, igual que la Medicina, en este patronato, bajo el nombre de Ochoa, si bien siempre tenemos a disposición el nombre de Cavanilles, o el de Azara. En Matemáticas, está bien Jorge Juan. Quizá en Astronomía podríamos utilizar el nombre de Jerónimo Muñoz. Etc. Así pues, vemos que relacionados con la Universidad de Salamanca tenemos a Vitoria, Mercado, Muñoz, Mariana, Suárez, básicamente los de Estudios Sociales salvo Muñoz. Mapas de Santa Cruz se hallan en Salamanca. Con la Universidad de Valencia a Vives, Cabriada, Piquer, Mayans, Jorge Juan, Cavanilles, esto es, en general a los de Ciencias, salvo Vives y Mayans -hay que tener en cuenta que Muñoz era valenciano. Con la Universidad de Alcalá están relacionados Arias Montano y Nebrija, que antes lo estuvo con la de Salamanca, es decir, los de Humanidades. Al patronato de Tecnología o Ingeniería le cambiaría el nombre de Juan de la Cierva por el de Pérez de Oliva, de la Universidad de Salamanca, y le daría el nombre de Juan de la Cierva a un instituto de nueva creación dentro del amplio abanico de las nuevas tecnologías, en este caso relacionadas con la automoción. Quizá en alguno de estos otros institutos podría reintegrarse el nombre de Alonso Barba. Faltaria un instituto y su nombre para la Arquitectura. Etc. El de Torres Quevedo de Material Científico lo doy por bueno. Al patronato de Comunicación e Intercambio científico le pondría el nombre de Feijoo.

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