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procopio: café filosófico

Patria, Libertad, Constitución: notas sobre la revolución española

Acabo de leer el magnífico libro del profesor de la UCM Jorge Vilches "Liberales de 1808", Faes, 2008. Es un libro magnífico, aunque contiene errores. Uno de bulto, como la interpretación que Vilches realiza del periodo español 1500-1700 muy al final del libro, y como colocar a Mariana entre los ilustrados del XVIII. Otros errores no son para mí menos importantes, pero son posible objeto de debate pues atañen a aspectos de interpretación no ya de hechos sino de proyectos, por así decir. En este caso, discrepo con la afirmación del autor de que el proyecto liberal que aquí se describe tan estupendamente fuera el único posible, en el siglo XIX y ahora, de modernización política y progreso del país.

La "revolución española" es la cuarta del mundo en términos cronológicos, pero es una revolución fallida, como ya vislumbró Jovellanos en el Decreto de convocatoria de Cortes.

Ahora me centraré en repasar las figuras liberales que el profesor Vilches perfila tan documentadamente en este libro. Salvo Jovellanos, del partido aragonés de Aranda, y Floridabanca, del partido golilla junto a Rodríguez Campomanes, todos nuestros padres de la Constitución de 1812 son liberales nacidos en el último tercio del siglo XVIII. En 1812 Isidoro de Antillón tenía por ejemplo unos 35 años. Queipo de Llano 23.

¿Cuáles fueron las figuras liberales más importantes? Por este orden yo diría que son: Quintana (Madrid), Blanco White (Sevilla) y Argüelles (Asturias). Quintana definió la Patria ("La Patria, Españoles, no debe ser ya un nombre vano y vago para vosotros: debe significar en vuestros oídos y en vuestro corazón el santuario de las leyes y las costumbres, el campo de los talentos y la recompensa de las virtudes"). Blanco White definió la Libertad (que "no es la esencia de obedecer, es el derecho de conservar la dignidad del hombre, obedeciendo"). Argüelles definió la Constitución en su "Discurso preliminar". Hay muchos otros, no solo liberales o patriotas, sino reformistas, realistas (monárquicos), o tradicionalistas que apoyaron a su modo, aunque fuera en la oposición, la elaboración de la Constitución de 1812, empezando por Hualde que precipitó la celebración de Cortes junto con el muy joven liberal Queipo de Llano. Pero yo diría que principalmente estos tres, Quintana, Blanco White y Argüelles, bajo la figura de Jovellanos (Asturias) más que bajo la presidencia de Floridablanca (Murcia) en la Junta Central, son los padres de nuestro constitucionalismo democrático. A ellos añadiría a Flórez Estrada (Asturias), finalmente, en cuanto a la cuestión de la economía.

Pero, de hecho, el primero en afirmar la nueva situación sobre la libertad ("Sin libertad no hay patria"), y el primero en convocar Cortes, aunque de forma oficiosa, fue Flórez Estrada. En realidad no son Cortes tradicionales ni siquiera al modo liberal británico lo que se convocará después sino una especie de Convención -"Cortes Generales y Extraordinarias" que, presididas por Lázaro de Dou (Cataluña), elaborarán una Constitución liberal y un nuevo tipo de Cortes.

La suerte futura de estos primeros liberales, herederos de los novatores y de los ilustrados, fue la siguiente:

-Quintana fue el preceptor de la futura Isabel II y recibió un homenaje colectivo en 1855, en medio del bienio progresista. Hizo mal en no comunicar el decreto de convocatoria de Cortes bicamerales buscando unas Cortes unicamerales, error costosísimo de la política española hasta la dictadura de Franco al dividir políticamente no dos partidos sino dos estatus sociales irreconciliables, el integrismo religioso heredado desde Felipe II por un lado y el extremismo antipolítico o totalitario que se presentaba como lo más revolucionario (y reaccionario) del momento por el otro.

-Blanco White se exiló en Londres ya en 1810 y allí vivió publicando un periódico español: a él está unida la cuestión de la libertad religiosa no resuelta bien por la Constitución de 1812 -para mí, después de lo leido, Blanco White es el mejor ilustrado, al menos el mejor escritor, salvo que, como todos, arrastra el grave error de preferir a Rousseau antes que a Locke, pero esto es un problema de la tradición cultural española.

-Argüelles también fue preceptor de la reina Isabel II, optó a la Regencia en 1841, que perdió malhadadamente contra Fernández Espartero, y recibió en 1864 un homenaje por parte del Partido Progresista hasta el punto de que la política progresista española puede calificarse, tal como hizo en 1812 un político británico hablando de la Constitución, como la "metafísica de Argüelles", solo que en mi opinión el progresismo de Argüelles es más bien conservador -es un protegido de Jovellanos, pero al que no hizo caso- o al menos lo que hoy diríamos centrista. ¿En qué me baso? Me baso en que Argúelles en 1820 está con Martínez de la Rosa, no con Riego. Me baso en que optó a la Regencia contra el candidato progresista, que era Fernández Espartero. Y me baso en que titula su libro sobre las Cortes de Cádiz hablando de reforma constitucional y no de revolución: no es que no fuera una revolución, la "revolución española", como había dicho Jovellanos, pero Argüelles escribe reforma con toda la intención. No sé entonces hasta qué punto el partido progresista podía enarbolarlo como uno de los suyos frente al partido moderado: quizá solo en el claro error de Argüelles, que fue el unicameralismo, porque en lo tocante a la cuestión de las leyes, en su "Discurso preliminar", no es menos jovellanista o tradicionalista que liberal según lo que leí en el libro de Onaindia sobre la política de la Ilustración española. Por tanto, la "metafísica de Argüelles" no sería, en efecto, la característica del progresismo español, sino la de todo el constitucionalismo liberal, incluido el moderado, y arrostrando asimismo sus errores.

-Flórez Estrada escribió en 1828 un "Curso de economía política" siguiendo las tesis librecambistas de Smith y Ricardo. Otros lo han visto como un pionero del socialismo utópico. Pero como defensor del derecho de propiedad, no puede ser situado entre los veinteañistas de Riego, algunos de los cuales y quizá no pocos abogaban por la supresión de dicho derecho. Así ha sido la izquierda española, si se me permite el sarcasmo. Flórez Estrada fue designado senador en 1845, bajo el moderantismo.

Otras cuestiones:

a) el sentimiento nacional: discrepo de Vilches sobre el sentimiento nacional. Ese sentimiento existía antes y estalló de un modo moderno cierto entonces, pero no fue sin problemas, aristas, etc., como más adelante se vio, dado lo que España arrastraba -ya he comentado mi diferente visión del periodo 1500-1800. Por otro lado, a veces Vilches roza el marxismo en su idea de la conciencia nacional -demasiado peso tiene el marxismo en España y no digamos en la universidad, en cuyo origen está, claro, el hegelianismo: aun hoy en día en el frontispicio de la Universidad de Berlín, uno de los modelos de la universidad española de timbre orteguiano, está aquella frase de Marx contra la filosofía. Hegel como mucho fue un liberal-demócrata y eso no sirvió para evitar un siglo después el nacional-socialismo. Aun hoy el conservador Trías en España, por ejemplo, ignora simplemente lo que significa Reagan.

b) los militares: tema capital. La Junta Central no designó General en Jefe y no hay libertad ni patria sin Ejército. Esto, entre otras cosas, explica los 50 años de dictadura militar que hemos tenido en España en el siglo XX, a pesar de haber sido el tercer país del mundo en dotarse de una Constitución democrática: rectifico, el cuarto, porque el primero fue Inglaterra, si se me permite la ironía. Aunque Castaños (Sevilla) fuera el militar victorioso en Bailén y luego figura de la Regencia, Palafox (Zaragoza) estaba políticamente más preparado. Palafox y Freire, que acabó junto a Wellington en Toulouse derrotando a Napoleón, animaron a Fernando VII a jurar la Constitución de 1812 -aunque es imposible que un rey jure una revolución sin antes cortarle el cuello-; en cambio Castaños que se sepa no. Luego en 1820 vino el primer pronunciamiento, el de Riego. Y así fue todo el siglo XIX, un disparate hasta Cánovas, porque los militares no se metieron en política como políticos, como sucedía y sucede en Estados Unidos muy habitualmente, sino como militares: es el caso de Fernández Espartero, Narváez y Prim en menor medida, que fueron elegidos no como políticos con experiencia militar reconocida -tradición norteamericana que empieza con Washington- sino directamente para hacer la guerra como militares. La única excepción quizá sea O´Donnell. Serrano, por su parte, es para mí la degeneración de este disparate llevado al cinismo. Se entiende que primero Primo de Rivera, capitán general, y luego Franco, general, se "metieran en política" directamente para acabar con ese disparate, cuando a los militares pronunciadores se les juntó a partir de mediados del XIX (lo que imposibilitó posteriormente el éxito de la Restauración) el socialismo revolucionario, el nacionalismo, el anarquismo terrorista, etc. -no justifico la dictadura a lo Donoso Cortés, la explico a la aristotélica.

c) finalmente, la cuestión de la libertad religiosa. En el prólogo el historiador José María Marco, a quien respeto, se equivoca de cabo a rabo en la cuestión del catolicismo, tomando una posición que luego según el libro podríamos calificar casi de reaccionaria. Y de hecho al Padre Vélez no le faltaba razón cuando al "No hay patria sin libertad" de Flórez Estrada añadía un "No hay patria sin religión". Pero el problema no es esta afirmación, que doy por descontada. El problema es qué religión se establece en la Constitución de 1812, y no me refiero al asunto del catolicismo, que en España sea como fuere va de suyo tras tantos siglos, y más entonces cuando aun no había habido ningún Concilio Vaticano modernizador y aun existía el Tribunal de la Inquisición. Me refiero al asunto de la libertad religiosa, que no aparece en ningún apartado de la Constitución. El caso es que libertad y religión, sin las cuales no hay patria, no es solo que conduzcan a la libertad religiosa, como quedó establecido en Estados Unidos, y no al catolicismo, es que la libertad religiosa tiene que ver directamente con la economía, aspecto sin el cual no hay siquiera Ejército, y que debemos tener muy en cuenta para situar en su justa medida la "revolución española". Es curioso, después de todo, que tan afrancesada a su pesar como fue la revolución española, no incluyera más explícitamente ese poso protestante que en los Borbones se remonta a Enrique de Navarra -de Navarra, ni más ni menos-, valga lo que valga París en misas. Digo poso protestante de libertad religiosa pero no jansenismo, al que yo aborrezco más incluso -mucho más- que al jesuitismo.

5 comentarios

ximobrotons -

si, señor carlos de andres, es una buena costumbre

carlos de andres -

Pero, señor Brotons, ¿usted lee antes de escribir? Pero me refiero a LEER, así, con letras mayúsculas, que significa entender lo que lees.....

Jorge Vilches -

Vamos a ver, aunque seguro de que me olvida algo:

1. Confundes “conciencia nacional” con “sentimiento nacional”; son cosas distintas. A partir de aquí, lo que dices de la guerra de sucesión carece de validez.
2. No digo en mi libro que no haya “fisuras” en la “conciencia nacional”, sino que la idea de nación española existía sólidamente antes de 1808, tal y como ha demostrado, entre otros, Juan Pablo Fusi. Es más; los extranjeros veían a los españoles como una nación, algo ajeno a la identidad o conciencia propias. Mezclas conceptos.
3. No has leído bien lo que he escrito de Quintana, ni en el libro ni en otras publicaciones que tengo al respecto. Tampoco el “patriotismo liberal” es una aportación de Quintana, sino que Quintana lo recoge del clasicismo pasado por las revoluciones norteamericana y francesa –unos 70 años antes de Tocqueville-. Por otro lado, ese patriotismo es más acentuado en 1808-1814 en personajes como Flórez Estrada.
4. El error del liberalismo español no es el reparto de la tierra, viejo adagio socialista proveniente de Francia, que consiste vincularlo todo a la economía; sino de plantear un modelo de conciliación a medias, tal y como se expone en mi libro. Esto se arrastra a lo largo del XIX hasta la Restauración, cuando se produce la convergencia de centros entre las fuerzas más importantes de la política española, incluida la corona.
5. Argüelles no se une a Riego porque el liberalismo sensato que se va arraigando en toda Europa huye de los revolucionarios sin fundamento como de la peste. ¿Qué propone Riego? ¿La Constitución de 1812? Si ya está proclamada. ¿La República? Pues no lo dijo. ¿El gobierno exclusivo de los suyos? Pues vaya porquería de sistema representativo. Más revolución no significa más libertad. Esto lo sabía Argüelles.
6. Lo que dices del progresismo es muy largo de contar. Si te apetece, puedes leer el cap. 1 de mi libro “Progreso y libertad. El partido progresista en la revolución española”, en el que trato precisamente esa cuestión.
7. ¿Cómo va a haber “estatus” sociales que respondan cada uno a un partido político? La composición social y profesional de los partidos españoles era la misma. Esta es otra concepción izquierdista de la política: un partido obrero frente a un partido burgués. Pues no.
8. Los que no quieren en 1810 una cámara alta son la aristocracia y el clero, que se ven muy bien representados en las Cortes –piensa que nunca el clero ha tenido mayor número de diputados; eso sí, unos liberales y otros serviles, cada uno con sus matices, porque esa división es una generalización injusta-.
9. ¿Partidos al estilo francés en 1812? En 1812 los partidos estaban prohibidos en Francia, y desde 1789 hasta 1799, los “partidos” estuvieron matándose unos a otros.
10. Lo que dijera Blanco White carece de importancia y peso real. Es un espectador lejano que basa sus impresiones en una comparación engañosa con la situación inglesa –donde gobernaban los whigs en exclusiva por decisión del rey desde hacía 50 años-.

ximobrotons -

te veo cada vez peor, alumno. no es lo que enseñé, esa intolerancia tuya.

Félix -

El discurso de Albert Rivera es anticultural y anticatalán. Fuera!