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procopio: café filosófico

Artículo: "La lengua y los que hablan" (inédito)

Esto está escrito antes de las últimas elecciones autonómicas de 2003.

LA LENGUA Y LOS QUE HABLAN

La lengua está para chupar, para besar, para sacarla, para provocar, para succionar, para paladear, para retirarla a derecha o izquierda y decir “basta”, para tocarse la punta de la nariz, para saborear...

Lo que está en juego en la “cuestión de las lenguas” en Cataluña son los derechos democráticos. Al parecer, el catalán no ha sido protegido porque sea un derecho democrático de sus hablantes el que puedan expresarse y relacionarse en ese idioma, sino porque la lengua tiene “derechos”, como los animales, la patria o la naturaleza. Y entonces pasa lo que pasa, que los defensores de esa Lengua no entienden que reclamemos nuestro derecho democrático a que el castellano también sea la lengua de nuestra administración, de nuestros centros de enseñanza y de nuestros medios de comunicación. Pues las lenguas no tienen derechos sobre sus hablantes: son éstos los que tienen derecho a expresarse en su lengua. Tal es lo que razonablemente afirma la CE en su artículo tercero: todos tienen la obligación de conocer las lenguas oficiales –en el caso del Estado en su conjunto, el castellano- y el derecho a usarlas.

Hay un basamento social sin el que éstos derechos se hacen inefectivos o imposibles, lo que invalida por el momento el argumento peregrino según el cual también debería ser lengua oficial el finlandés si algún finlandés viviese en Cataluña. Y por eso es en cierto modo sensato seguir vigilando que el espacio de expresión en catalán siga existiendo, para que quien quiera pueda expresarse en él, sea o no catalanohablante. Pero obviamente, lo mismo puede decirse del castellano, sin excepciones, se sea o no castellanohablante.

Ninguna ley, ni siquiera las del bloque constitucional (CE y EAC) pueden debatir doctrinas o emitir opiniones ni regular todos y cada uno de los comportamientos de los ciudadanos: las leyes son génericas y establecen marcos de convivencia. Decir que esa convivencia es imposible (bien por incompatibilidad de la coexistencia, bien porque se crearían guetos) es sostener que la ley, la ley democrática, es imposible.

Pero Cataluña será democrática o no será. Puede que haya algo de experimento en el bilingüismo, pero, ¿es que la democracia es otra cosa? Quien quiera salvarse que funde una religión o se pase por la parroquia de su barrio. Más tolerancia efectiva y no retórica mendaz es lo que hace falta.

Sería una pérdida olvidar y no proteger en la medida de lo posible el patrimonio universal de las lenguas que ya no se hablan o que se hablan minoritariamente, tal como deseaba Elias Canetti. Como también supondría una pérdida renunciar a la existencia de una o varias lenguas francas que permitan una comunicación y una relación social más fluida entre los distintos habitantes del planeta, como nos enseñó otro gran escritor, Nabokov. Aristóteles definió al hombre como un “animal que habla”, un animal que tiene derechos porque habla, es decir, porque puede razonar sobre lo bueno y lo malo, no porque habla tal o cual lengua. Son los animales que hablan los que tienen derechos -derechos humanos-, no las lenguas y menos la lengua humana, que bastante tiene con poder saborear esta vida mortal.

LA DRETA CATALANA:

Cuando España va bien, es gracias a nosotros; cuando va mal es por culpa de los otros: así salen ganando siempre, intacta e inatacable. El nacionalismo de izquierdas es su sucedáneo.

EL ESTATUTO DE AUTONOMÍA:

Reformar hoy el Estatuto: la prueba de que hemos vivido en una democracia muy “light”, más bien en un régimen gubernamental, que para ser cambiado, necesita antes de la propuesta de reforma del régimen de gobierno. ¿Construcción de consenso? ¿A qué se refieren? Los dos únicos partidos con representación parlamentaria que –por el momento- no han presentado reforma del Estatuto son: PP y ICV. Digo mal: sólo el PP.

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