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procopio: café filosófico

Artículo: "Pasarán más de cien años" (inédito)

Algunos de los objetivos sociales de la nueva financiación. Ya sabemos que montar un club, y más de este jaez, cuesta dinero. Además de mucha estupidez. Lo que valen los viajes a California o Macao para simbolizarla.

PASARÁN MÁS DE CIEN AÑOS...

El otro día pasé por el quiosco de mi calle y me compré el periódico El Punt, edición del Penedés, diario “independent, català, democràtic i comarcal”. Muy bien. Lo compré porque el equipo de hockey sobre patines de mi ciudad, el CP Vilanova, había conseguido en el partido del martes por la noche mantener la categoría en División de Honor. Cuando era muy pequeño, mi padre me llevaba cada domingo al pabellón de la plaza de los Cuarteles, como aún lo llamaban: allí vi jugar a Carlos Trullols, el mejor portero de hockey del mundo, vestido completamente de negro, como aquel portero de fútbol apodado La Araña Negra. Allí vi a Pauls, a Edo, a jugadores que habían sido todos ellos internacionales. De modo que enternecido por la nostalgia me compré el periódico El Punt para saborear la permanencia del club deportivo más laureado de mi ciudad (fue subcampeón de Europa en 1977): reportajes, fotografías, viejos recuerdos.

Lo cierto es que la calidad de la crónica del encuentro me resultó bastante deplorable, así como el nivel general del papel: pero bueno, sólo llevan un año y el dinero o los profesionales no deben de dar para más. Luego me fui, como suelo cada vez que adquiero un periódico, a las páginas de opinión. No voy a hacerme el ingenuo: sabía perfectamente que El Punt es un diario catalanista, pero tampoco voy a hacerme el imbécil y debo admitir que desconocía el grado de estupidez que puede alcanzar su ideario nacionalista, bien patente tanto en el editorial, en las secciones y en el lenguaje de las noticias, como incluso en algunos contenidos, y sobre todo en los artículos de opinión. Había uno escrito por un miembro de la plataforma Catalunya 2003, fracción desgajada de CiU que ha recalado en ERC. La misma ERC paga un anuncio en la portada a todo color presentando actos y jornadas encaradas a las próximas elecciones municipales.

Otro artículo, firmado por un abogado, trata sobre la debatida cuestión de la ilegalización del “partido político” Batasuna. El autor se queja de que la sentencia del TC avale la idea de que sólo se puede hacer política desde el poder constituido: no, señor, política de verdad puede hacerse hasta extra-parlamentariamente, siempre que sea civil. Política, no matonismo de consecuencias reales y efectivas. Junto al lamento del jurista viene un panfletillo propagandístico y demagógico de un cachorro de CiU: no a la guerra, no a la guera, repite insistentemente, mientras las siglas tras la que firma su soflama siguen defendiendo una política económica que desde luego para prevenirse de una guerra no sirve. Y no digo más.

En fin, artículos de opinión con los que el diario “independent, català, democràtic i comarcal” (ya vamos sabiendo lo que significan estos adjetivos) no tiene por qué estar de acuerdo. Hojeo el editorial y el color no cambia, aunque el tono es más comedido y menos agreste. Aquí y allá hay noticias en las que un tal “Estat espanyol” aparece con toda su negrura burocrática. No hay ni un solo artículo, columna o noticia escritas en castellano, costumbre bilingüe que hasta no hace mucho era práctica usual (reducida, pero usual) en la prensa comarcal. Bueno, voy a las últimas páginas: un enorme mapa de Cataluña, Valencia y Baleares se yergue sobre el mar repleto de soles y nubes: “Països Catalans”. Vale. Me llama la atención la minuciosa conservación de la divisón administrativa en comarcas: están todas, hasta las francesas, con su toponimia gloriosa: “Vallespir”, “Vinalopó Mitjà”, “Mallorca septentrional”. Y me sobresalta un recuerdo: en las últimas elecciones autonómicas catalanas el PSC obtuvo más votos que CiU, pero de las 38 comarcas catalanas, más de 25 aparecieron en televisión bajo el color amarillo del poder nacionalista. Dejémonos de sondeos y pidámosle el diagnóstico al hombre del tiempo...

Pero aún quedaba por llegar lo más terrible. En la sección que comenta los programas de televisión, el firmante se hace eco de la última campaña de la Generalitat “en favor” del catalán: “Tú que eres maestro, háblales en catalán”. La benemérita intención es facilitar la integración de los nuevos inmigrantes en el cálido hogar del terruño. Pero el firmante no sabe o no quiere saber que los maestros apenas pueden obtener sus plazas, porque la política educativa de la Generalitat (y la política sanitaria, la social, etc., como ha recordado recientemente Vicenç Navarro) está acabando con cualquier espacio público social en Cataluña, único lugar donde la inmigración podría integrarse realmente a favor de la convivencia democrática de todos.

Y entonces volví a los deportes, en vista de mi errático deambular por las páginas del periódico “independent, català, democràtic i comarcal”. En una columna de la izquierda vi una especie de manifiesto firmado por algunos jugadores de hockey sobre patines; al lado, una noticia explicativa de tal iniciativa. El manifiesto se titula “Carta oberta al HC Montreux” y es la muestra más veraz del basso instinto del catalanismo que yo he leído en los últimos años, propuestas de reforma del Estatuto aparte. El motivo de la carta abierta es el rechazo del HC Montreux, club suizo de hockey sobre patines, a que una selección catalana de este deporte juegue un torneo allí tras haber sido previamente invitada. Estos no son modales, es verdad. La susodicha carta, escrita por alguna pluma masoquista, se queja con amargura del súbito arrepentimiento suizo, pero el soniquete de feliz poética barata le delata: ¡ah, como nos habéis impedido participar en ese torneo, reconocéis por tanto que somos una nación! Y este silogismo mentecato no es el peor de los que la carta trae. La paparrucha cumple uno por uno todos los rasgos definitorios de la ideología catalanista, que no es ni ha sido nunca ni liberal, ni democrática, ni republicana, aunque comarcal puede que sí, pero no tanto como se dice.

Tomo esos rasgos especificadores del magnífico libro de Joan-Lluís Marfany, "La cultura del catalanisme" (Empúries), al que habrá tiempo de recurrir una última vez. Pero veámoslos en carne viva. La “carta abierta al HC Montreux” dice: “Suïssa ha estat per als catalans en moltes ocasions un model de civisme i llibertat”. Bueno sí, a veces, aunque el dinero de los bancos de Zurich no sea del todo limpio y las mujeres no puedan votar en algunos valles de los Alpes. “Ingènuament, vam creure que els vostres costums democràtics aturarien la mentalitat medieval dels governants espanyols que encara avui, en ple segle XXI, voldrien fer renéixer los Tercios de Flandes per tot Europa. Pensàvem que aquest esperit inquisitorial feia figa més enllà de Perpinyà i que era motiu de mofa per part de les nacions modernes i operatives”. Toma ya. Esta vez la xenofobia alcanza hasta a los de Perpiñán, que a pesar de todo siguen formando parte de una de esas “naciones modernas y operativas”, que yo sepa. Pero sigamos, que no tiene desperdicio: “No estem parlant d´un caprici més o menys passatger o d´un afany per molestar els nostres veïns espanyols, únicament volem anar pel món sense disfresses grotesques tot essent només el que som: CATALANS!”. Veamos en qué consisten estas buenas intenciones: “Almenys en matèria esportiva, els catalans del carrer no som com els nostres polítics que sempre estan predisposats a aguantar que se´ls tracti com un no ningú. Ja n´estem farts, d´haver de patir la persecució “policial” del tronat estat espanyol com si fóssim uns vulgars delinqüents i que, a sobre, s´ho creguin a tot Europa; quan, en realitat, l´única actitud transgressora és la d´aquells que actuen contra Catalunya exactament igual com feia el sàdic de Franco”. Yo diría que en Europa podemos creernos cualquier cosa mientras algunos sigan creyéndose delincuentes perseguidos por un estado policial.. “L´elecció no és pas difícil; simplement cal escollir entre totalitarisme i llibertat. En quin equip volen jugar?”, acaba diciendo la triste misiva.

Este manifiesto ha recogido casi mil adhesiones en su primer día de aparición pública. Lo firman Jordi Basté, periodista de TV3 y de Catalunya Ràdio, Vicent Partal, “director de Vilaweb”, y Jordi Grau, jefe del suplemento deportivo de El Punt, además de unos cuantos jugadores de hockey sobre patines, haciendo buena la sospecha de que la imbecilidad mental no sólo reina entre los jugadores del balompié. El promotor de esta insólita iniciativa es un tal Santiago Espot, “empresario y escritor”, por lo que deduzco que además debe de ser el responsable de semejante engendro, en el que muy puntualmente se informa de que más de medio millón de personas y el Parlamento de Cataluña lo avalan. Aquí ya cunde el horror. La calidad de “escritor” de Santiago Espot no la pongo en duda por la enjundia de su prosa, pero sí por la ilustración de sus razonamientos, si es que alguien encuentra alguno. Autocalificarse como “escritor” era una práctica muy habitual entre los miembros de las primeras sociedades catalanistas, como indica razonablemente intrigado Joan-Lluís Marfany en su trabajo. Ya han pasado más de cien años desde la creación y consolidación del nacionalismo de la patria catalana: en un periódico de fecha reciente, concretamente del 10 de abril de 2003, ¡en pleno siglo XXI, con los Marines rondando Bagdad! tenemos la penúltima muestra y el penúltimo avatar de su siniestra ideología.

Ximo Brotons

7 comentarios

justicia -

Estic fent un estudi sobre les disfuncions mentals, i en trobar aquest blog he pensat que vosaltres sou idonis per a explicar-me què se sent tenint un "polvorón" i un "polvorín" per cervell.

Marcel -

Amigo Procopio. Hoy mismo, el señor Frank Rijkaard, un holandés de Amsterdam cultivado, educado, sensato. Ha dicho en la radio que Cataluña no es España. Se añoran actitudes como la de Koeman.

procopio -

sr. Marcel, le entendí perfectamente: yo también padecí esa tristeza (a veces me vuelve una poca). Sí, el máekentig hace lo suyo, pero sobre todo la propaganda de ese marketing regurgitada sobre la fuente de ese mismo márkentig. El conocido autobombo. La explotación de la ambivalencia de estos tiempos (el sociólogo Bauman dixit) con fines espúreos, o sea, no deliberados, pero además obligatorios. Impuestos, en una palabra.

Aunque haya treinta personas más o menos "normales", si uno de ellos, o dos, se sienten diferentes, y tal y cual, siempre llamarán más la atención. Y los otros países de Europa, hasta donde les convenga, les reirán las gracias. Como el otro día con el homenaje a Levi-Strauss.

Marcel -

Amigo procopio, no sé si me ha entendido. Uno puede viajar por Europa sin esas anteojeras. Pero muchos europeos se ven seducidos por la apariencia de modernidad y civismo del nacionalismo. Y no nos engañemos, el márketing lo hacen bien. El otro día, en Castellón, vi un coche con matrícula holandesa con una pegatina del burro catalán.

procopio -

ahora que lo pienso, el tal Santiago Espot, y las mil firmas que llevaba detrás, y el medio millón que recogieron y fueron avaladas por el Parlamento regional, no solo padece de imbecilidad mental sino sobre todo moral. La ilusión moral, que es más grave acaso que la ilusión trascendental (lo peor es que en este caso, el del nacionalismo, suelen padecer las dos)

procopio -

esa aureola es bastante más relativa de la que se supone. Con viajar un poco por esa "Europa" sin anteojeras nacionalistas o localistas, basta y sobra.

Marcel -

Hasta las páginas de deportes han sido tomadas por el nacionalismo. Estoy estudiando Historia del Derecho y me quedo estupefacto ante los razonamientos de la carta abierta. Lástima que desde más allá de los Pirineos se les haya dado y se les sigue dando demasiadas veces esa aureola de civismo y modernidad.