Blogia
procopio: café filosófico

Reseña: "Una mente despierta" (sobre un libro de Thomas Nagel)

Esta reseña no vio la luz pública, hasta hoy.

UNA MENTE DESPIERTA

"Otras mentes. Ensayos críticos 1969-1994", Thomas Nagel, Gedisa, Barcelona, 2000
"La última palabra", Thomas Nagel, Gedisa, Barcelona, 2000

Profesor de filosofía en Nueva York, Thomas Nagel es un viejo heredero de la tradición de la filosofía analítica, tan minuciosa como, a menudo, reduccionista. En nuestros días la filosofía analítica ha sido sustituida por la llamada “filosofía de la mente”; de los autores más eminentes de esta corriente académica tratan los primeros artículos de "Otras mentes": Dennett, Searle, Chomsky y, en los orígenes, Freud y Wittgenstein. Las mejores revistas literarias del mundo angloamericano (TLS, The New York Rewiew of Books, The London Rewiew of Books) acogieron en los últimos veinte años estos artículos, escritos con cortesía intelectual y enérgico espíritu crítico, aunque tal vez demasiado enrevesados para los legos en la materia...

A los filósofos de la mente se les podría reprochar el olvido de los aspectos sociales que influyen y conforman el lenguaje humano. De otro modo, al hipostasiar de manera naturalista la “mente” se puede llegar a confundir al lenguaje con la digestión, cuando resulta obvio que un niño en la selva, aislado de la sociedad humana, seguirá digeriendo igual pero nunca llegará a hablar. Es de agradecer que Nagel se sitúe en la cuestión de la relación mente-cuerpo entre los antirreduccionistas que no quieren empequeñecer el problema de la conciencia humana al nivel operativo de un ordenador, con o sin ADSL.

La segunda parte de esta selecta gavilla de reseñas filosóficas versa sobre ética y filosofía política. Aristóteles, Rawls, Nozick, Dworkin, MacIntyre y Kolakowski son las estrellas invitadas. Es de sumo interés leer los textos sobre Rawls o Nozick, dado que fueron escritos en fecha muy cercana a la publicación respectiva de "Una teoría de la justicia" y "Anarquía, Estado y utopía". Nagel se siente mucho más próximo del liberalismo igualitarista rawlsiano que del libertarismo discriminatorio de Nozick: pues no se trata de igualar tontamente las capacidades de cada cual, sino de lograr que la legítima competencia entre iguales pueda dar lugar a diferencias sin que ello sea producto de fatalidades socioeconómicas y de otro tipo que pueden obstruir la floración de la libertad. Nagel subraya el hecho de que la equidad rawlsiana no sea una mera “igualdad de oportunidades” sino un cabal intento de definir una igual libertad radical. Esto lo conocemos de primera mano: el economismo reinante supone las más de las veces una especie de “segunda fatalidad” que en lugar de promover la libertad política nos insta a adaptarnos a la necesidad establecida. Antes uno podía nacer esclavo, hoy, gracias al progreso de la “sociedad de las oportunidades” podemos adaptarnos flexiblemente a la esclavitud...

Con respecto al artículo de MacIntyre, autor de "Tras la virtud", Nagel critica con contundencia las pseudoteorías antilustradas del mencionado autor, uno de los lamentables paladines de la teología política culturalista de nuevo cuño denominada comunitarismo. ¿Por qué digo lamentables? Porque denigran la noble asunción cognitiva y ética de la universalidad racional y la apertura a lo desconocido, es decir, a la comprensión y a la tolerancia.

Este último punto entronca con la cuestión esencial del segundo libro que reseñamos, "La última palabra". En él, el profesor Thomas Nagel desarrolla en varios capítulos una defensa argumentativamente eficaz de la lógica racional y moral contra las diversas teorías que hoy quieren reducirla al cientificismo, relativismo, particularismo, etcétera. El alegato kantiano de Nagel está nimbado de angustia, porque tiene el coraje y la honestidad de situarse en el filo de esa navaja que quiere acabar con la razón dado que Dios ha muerto... Pero si Dios está felizmente enterrado, y la razón humana felizmente despojada de todo providencialismo, ¿cómo es posible esta especie de suicidio racional que las teorías mencionadas pretenden llevar a cabo, sometiéndose voluntariamente al ordenador, a la empresa o al tirano de turno? Quizá se deba, como sugiere Nagel, a la pereza intelectual dominante en nuestros días, que está arrinconando el desafío al que, en cambio, nos invita Nagel con estas vívidas palabras: “Una vez que entramos en el mundo para nuestra estadía temporaria en él, no hay otra alternativa más que intentar decidir en qué creer y cómo vivir, y la única manera de hacerlo es intentando decidir qué es cierto y qué es correcto”.

Ximo Brotons

2 comentarios

procopio -

bueno, Ludwig, tu apunte me sirve para dejar claro que en todo caso no se trata de heideggerianismo, porque aquí justamente, y esta es la grandeza (cultivo de lo monstruoso), no hay nada parecido a un "destino manifiesto", sino justamente la asunción, si cabe entre las ruinas, de nuestro radical destino racional.....

Ludwig W. -

Un extraordinario artículo. Me recuerda a la concepción de Heidegger. Al igual que la filosofía siempre he concebido la música como la expresión de un estado de ánimo y evidentemente Sonic Youth representa uno de los más claros ejemplos de esa teoría.
Un saludo