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procopio: café filosófico

Erase una moto a un hombre pegada

El ingenio de Quevedo me servirá hoy para hablar de motociclismo. Porque esta vez lo que veo pegada a un hombre no es la nariz, sino una moto. Y el hombre es, por supuesto, Marc Márquez. Márquez viene de proclamarse campeón mundial de MotoGP por segundo año consecutivo en su segunda temporada en la categoría reina. Es el bicampeón del mundo más joven de la historia. ¿Podrá alcanzar la estatura mítica de Agostini? El de Cervera, Lérida, es un as del moticiclismo. Su pilotaje, así lo ha dicho otro mito como Mick Doohan, no aporta demasiadas novedades, pero lo que es asombroso en él, es su confianza. Parece que la moto es parte del cuerpo de Márquez, y esto, si habéis visto algún reportaje de cuando era niño, lo parece desde siempre. Márquez no es un piloto cualquiera, es una moto pegada a un piloto, allí donde va el hombre, va la motocicleta. A toda velocidad.

No soy especialmente fan del motociclismo. Paradójicamente, se me da mejor conducir la moto que el coche, pero prefiero las carreras de coches a las de motos. Sin embargo, el mundo motero no me es absolutamente ajeno. Me resulta próximo y cálido, y hasta diría entrañable. Los moteros son buena gente, un poco tercos, un poco marginales, pero buena gente.

Este año seguí la carrera en la que Márquez perdió por primera vez. Venía de ganar los diez primeros grandes premios del mundial, y al undécimo perdió. Ganó no me acuerdo quién, creo que fue Pedrosa. Le pregunté a un motero por qué Pedrosa parecía que nunca podría ganar el mundial de MotoGP, y me contestó: "Es un poco bajito". Pedrosa ganaba las carreras de 250cc con la gorra, como vulgarmente se dice, y me sorprendió que en 500cc, ahora MotoGP, fuese un segundón. Al parecer, pues, las condiciones atléticas también son importantes en el motociclismo. 

Los otros dos corredores en liza en el actual mundial son Jorge Lorenzo y Valentino Rossi, The Doctor. Lorenzo fue el primer español en ganar dos veces la categoría reina. El primer español en ganarla fue, recordemos, Alex Crivillé, en 1999, por delante de Kenny Roberts Jr. Y Rossi... qué se puede decir de Rossi, acaso que de no haber sufrido aquel fatal accidente hubiese igualado a su compatriota Agostini como el mejor piloto de toda la historia. Para mucha gente lo es, simplemente porque a Giacomo Agostini no lo vimos jamás. Pero sabemos qué clase de corredor era Agostini, que corría dos campeonatos a la vez, el de 350cc y el de 500cc, y que los ganaba. Valentino Rossi es un monstruo, Agostini, un monstruo al cuadrado.

Los campeonatos del mundo de motociclismo empezaron su andadura en 1949. Nombres como Leslie Graham, el primer campeón, Geoff Duke, John Surtees, Mike Hailwood, Kenny Roberts, etcétera, han jalonado su brillante historia. En la época en que yo fui adolescente, durante los ochenta y principios de los noventa, sonaban más los estadounidenses como Freddie Spencer, Eddie Lawson, Wayne Rainey, Kevin Schwantz o el australiano Wayne Gardner. Por aquel entonces las grandes fábricas japonesas ya habían hecho acto de presencia en el campeonato, dominando lo que antes había sido dominado por las marcas italianas. La globalización también había llegado al mundial de motos.

En cuanto a los españoles, pues un nombre brilla por encima de otros, a la espera de lo que Márquez pueda lograr en los años venideros. Y ese no es otro que el del madrileño Ángel Nieto y sus 13 títulos mundiales. Era otra época. Una vez tuve la oportunidad de ver un reportaje en la extinta Canal Nou, el medio televisivo autonómico valenciano, sobre Ricardo Tormo y el circuito de Cheste, que sirve para cerrar el mundial todas las temporadas. Era un reportaje bello y trágico (Tormo falleció en un accidente de circulación). En el susodicho reportaje aparecía Nieto, héroe deportivo del tardofranquismo y hoy comentarista del mundial para Tele5. Me sorprendió lo bien amueblada que tenía la cabeza. Nadie gana tanto sin tener cabeza. Y eso que dicen que el mundo de las motos es un mundo para locos. Pues bien, Nieto era un tipo cabal, que sabía cómo vencer, cómo caer de pie, en una palabra. A Tormo le dio para diseñar el circuito de Cheste, ese que ha visitado Michael Jordan en Valencia alguna vez, y que le hizo decir al bueno de Rossi: "Este circuito me hace vomitar". ¡Valentino! ¡Es que Tormo quería hacer un circuito como los de antaño! Popular, revirado, sin balas de paja, con el público en la grada y no en la calle, pero con el mismo espíritu que aquellas carreras de pueblo en las que la afición a las motos exultaba por doquier. ¡Tú deberías ser el primero en admirarlo!

Acabaremos, pues, a lo salvaje, pero con los pies en el suelo, o mejor dicho, en la moto. "Lágrimas de motorista, lágrimas que nublan la vista, no hay ninguna emoción antes de llorar", cantaba el grupo mod barcelonés Brighton 64. Si alguna vez me queréis recordar, recordadme llorando sin emoción a horcajadas de una Vespa de color negro. Modestia aparte, qué bien la conducía. Cómo tomaba las curvas. Qué velocidad, templanza y elegancia.

Aunque hablando de motos, esta breve estampa no podía acabar más que entonando a toda pastilla el himno motero por antonomasia, ese que ya utilicé al final de la introducción a mi libro "La fiebre conquistada. Ensayos sobre rock and roll". Sí, estoy hablando de Born to be wild del grupo Steppenwolf, la banda sonora de la película "Easy Rider":

Pon tu motor en marcha

ponte en la carretera

buscando la aventura

en cualquier cosa que venga en nuestra dirección

etc.

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