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procopio: café filosófico

Win or go home a la española

La ACB empezó su andadura en la temporada 1983-1984, unos meses antes de los JJOO de Los Angeles. Organizada por los clubes, venía a sustituir a la Liga Nacional, organizada por al FEB (la federación de baloncesto), que había iniciado su periplo en la temporada 1956-57. Pero la Liga Nacional no tenía playoffs, que es de lo que voy a hablar. Por tanto hablaré sobre todo de la ACB.

Como es sabido, la expresión "gana o vete a casa" (win or go home) hace referencia a las series finales por el título. Partidos que, como ha escrito Gasol en su "Código Gasol" del diario Marca, no son partidos para pasar la tarde en la NBA. Tampoco en la ACB. Son partidos a vida o muerte, diríamos. Los aficionados van a apoyar a su equipo (¡de-ffense, de-ffense!), lucen todos las camisetas del color de su equipo, está en juego al temporada. Son los partidos que, al decir de Larry Bird, distinguen a los niños de los hombres. Son, en una palabra, los playoffs.

De las veintisiete ediciones de la Liga Nacional, el Real Madrid se alzó con veintidós de los treintaiún títulos de que hoy en día goza. Pero, repito, no había playoffs. Quién sabe lo que hubiese ocurrido algunos de esos años de haber existido el sistema de partidos de eliminación, pues este año el tercer clasificado en la Liga Regular, el FC Barcelona, es el que se ha alzado con el título de liga. El baloncesto es antiguo en España. En la escuela hicimos un trabajo sobre los orígenes del deporte de la canasta en mi pueblo, y creo recordar que lo introdujeron los Escolapios en los años 20 del siglo pasado. Mi amigo y compañero de clase Javier Canales, triplista consumado en el equipo del colegio, tiene hoy en día el título de entrenador nacional. La base del baloncesto es extensa en Cataluña. Equipos míticos como el CB Orillo Verde Sabadell, el Aismalibar de Mollet o el Picadero Jockey Club de Barcelona ya competían en la élite del baloncesto nacional allá por el final de la década de los 50 y principios de los 60. Eran los años de Kucharsky, Alfonso Martínez y, más tarde, del legendario Emiliano Rodríguez que, si no yerro, llegó a ser MVP del Eurobasket del 63 con la selección.

El resto de los veintisiete títulos de la Liga Nacional fueron a parar a las vitrinas del FC Barcelona en tres ocasiones y, en dos, a las del gran Joventut de Badalona, que es ciertamente la capital del baloncesto de base en Cataluña. ¿Ya he contado que un entrenador de las categorías inferiores de la Penya me tanteó para ir a probar al club de Badalona? El plan incluía dos años de gimnasio+entrenos+partidos-los-fines-de-semana, con lo cual lo estudios y el inglés quedaban desde luego tocados. Sopesé mis posibilidades y rechacé la oferta. No soy un atleta y el 1,80 que mido ya entonces empezaba a ser insuficiente aun para jugar de base, a no ser que seas Spud Webb. I´m not black, but I´m still proud. Una lástima lo del plan de ir a probar a la Penya, porque me hubiese gustado verme bajo la presión de ser elegido o no. Ver el mundo del baloncesto profesional desde dentro. En Madrid, quién sabe si me hubiesen "tocado" en el club de cantera más importante de la capital y alrededores, el CB Estudiantes.

Seguí en el baloncesto y viendo baloncesto a pesar de no ir a probar con la Penya. Falleció mi amigo Xavi Montserrat jugando al deporte de la canasta y para el partido de homenaje trajeron a un cadete del Joventut, donde jugaba César Sanmartín, que luego estuvo varios años en la ACB. Yo seguía la ACB cuando aun era dominada por Barça, Madrid, Joventut y Estudiantes.

Todo cambió a partir de los años 90. Clubes de ciudades como Málaga, Sevilla, Vitoria, Valencia y Bilbao han llegado a la final de la ACB y alguna vez incluso la han ganado. Que se lo pregunten al viejo Chichi Creus y a su equipo el TDK Manresa, que venció en unos playoffs verdaderamente eliminatorios al favorito Vasconia de Vitoria. En aquellos años dejé de seguir de cerca la ACB, salvo las finales, aunque siempre he estado más o menos al día. Fue muy bonito que comunidades que no fueran Madrid o Cataluña se sumaran a la fiesta nacional del baloncesto: Andalucía, País Vasco, Comunidad Valenciana. Todo esto coincidió con el otorgamiento de los premiso MVP al mejor jugador de la Liga Regular y al mejor jugador de la Final. El primer MVP de la final fue el pivot negro Corny Thompson, del Joventut de Badalona, en la temporada 90-91. Al año siguiente se otorgó asimismo el MVP de la fase regular, que recayó en Darryl Middleton, del Girona.

El club dominador de la denominada era ACB está siendo sin duda el FC Barcelona, con quince de sus dieciocho títulos de liga ganados desde la temporada 1983-84. El último ayer por la noche, cuando venció en el cuarto partido de la serie (3-1) al Real Madrid por dos puntos, 83-81. Un Real Madrid que pese a ganar solo la Copa en esta temporada ha pasado a los anales de los récords en su fase regular, y del eco mediático durante toda ella. Empezó como un tiro. Ganó, queda dicho, la Copa del Rey (antes del Generalísimo). Pero desde que perdió la final de la Euroliga contra el Maccabi de Tel Aviv, se ha dejado en el camino fuelle, ritmo e ideas. Por tanto, un tercer clasificado en fase regular gana por primera vez la liga, poniendo en valor el sistema de playoffs que algunos desaprensivos quieren ver eliminado de la liga española. Un Barça de récord -ocho finales seguidas, superando a la generación de Epi, Solozábal y compañía- ha batido a un Real Madrid legendario -dos finales de Euroligas seguidas, y mejor balance en el banquillo desde la época de Lolo Sainz, aunque, claro está, lejos del hall of famer, y alicantino, Pedro Ferrándiz.

Pero si hay un nombre que ejemplifica lo que ha hecho el Barça en la era ACB, sobre todo en la última década larga, este no es otro que el de Juan Carlos Navarro. La Bomba ha superado a Rafa Jofresa en partidos de playoffs jugados en la ACB. La Bomba ha superado a Epi como el máximo anotador del Barça en playoffs de la ACB. La Bomba ha superado, con ocho ligas, las siete de Epi y de Jiménez. La Bomba ha superado, con tres MVP en las finales, a Sabonis y Felipe Reyes, que tenían, como él, dos. A sus 34 años, Navarro hace mucho tiempo que se convirtió en leyenda, encarnando, podríamos decir, el baloncesto español. De ahí su estatura mítica. Le aplaudí a rabiar cuando le entregaron no sé qué placa de homenaje cuando jugó con la selección en el Palau Sant Jordi de Barcelona contra los EEUU de Kobe Bryant, Lebron James y compañía. Le he visto jugar, pues. La primera vez fue en Alicante, cuando iba al Centro de Tecnificación casi quincenalmente a ver jugar al Lucentum. Era el primer partido de liga. El Barça tenía un equipazo. En el Lucentum jugaban los Lewis y Angulo, entre otros. En un partido a pocos puntos, la gente estaba loca de contenta con el momentáneo triunfo de su equipo. Hacia el final del partido los azulgranas empezaron a remontar, y Navarro enchufó dos triples seguidos. El Lucentum pierde la bola en el siguiente ataque. Navarro va a sacar de banda y allí que estoy, detrás suyo. Me puede oir perfectamente. Pues bien, no se me ocurre otra cosa que espetarle: "¡Navarro, el próximo lo fallas!". Ya sé que no es la mejor manera de comportarse en una pista de baloncesto. Pero allá que va Navarro, la pide, se la dan, y sin mediar segundo alguno, lanza un triple forzado que yerra. Partido para el Lucentum, que, por cierto, acabó descendiendo aquella temporada que se iniciaba con tal principio prometedor.

MVP de las finales de la ACB lo han sido jugadores de peso. Ya hemos mencionado a Sabonis y a Reyes. Otros MVP semejantes han sido Jasikevicius, Bodiroga, Gasol, Garbajosa y Splitter, que acaba de ganar la NBA con los Spurs. Como ha sido dicho, a partir de ayer, Navarro es el líder de la estadística con tres MVP.

Navarro jugó una temporada en la NBA, en los Memphis Grizzlies. Pasó desapercibido, aunque no del todo. La experiencia le vino sin embargo muy bien, pues a su vuelta se convirtió en el líder indiscutible de su equipo de toda la vida, la sección de baloncesto del FC Barcelona. Ganó una Euroliga siendo el MVP de la Final, cosa que ningún otro español ha logrado hasta el momento. A esa Copa de Europa hay que sumarle la lograda en 2003, en la que fue importante pero no exactamente el líder. Algún día tengo que conocer a Juan Carlos Navarro. Él es todo lo que me hubiese gustado ser, dado que no tengo las condiciones físicas ni mentales de un Pau Gasol, en el mundo del baloncesto español y europeo si hubiese aceptado la jugosa oferta de ir a probar al Joventut de Badalona y hubiese triunfado. Porque a día de hoy, superando a Emiliano y a Epi, ya lo podemos decir: Juan Carlos Navarro es el baloncesto español.

Y nostálgicamente cantamos el tema de Loquillo "Memoria de jóvenes airados" dedicándosela a él y no a ningún otro:

"Nosotros

que somos los de entonces

los que no tenemos dónde

los que siempre hablamos solos" 

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