Blogia
procopio: café filosófico

Spanish Education Project

Acabo de presentarme a la entrevista de trabajo para ejercer como profesor visitante de lengua española en Estados Unidos, en concreto en Louisiana. La entrevista fue en Madrid, en un hotel donde tenían el periódico barcelonés "La Vanguardia", lo cual me era familiar pero no de muy buen augurio. En total habremos sido unos 4.000 solicitantes para unas 250 plazas. Mi objetivo principal era llegar a la entrevista, para lo cual ya pasé una primera criba de más de 2.000 solicitantes. La entrevista fue muy breve y correcta. No fui seleccionado, ni como reserva, ni para una posible segunda entrevista. Pero la experiencia ha sido muy buena. Aproveché para estar el domingo en Madrid y asistir por primera vez a Chamartín, el estadio del club más legendario de fútbol, al menos del posterior a la II Guerra Mundial, el Real Madrid, y ver su encuentro liguero contra Osasuna.

Como llevaba preparado, al final de la entrevista comenté la cuestión del valor del aprendizaje del español como lengua internacional. Tengo un número de marzo de 2008 de la revista "Le Monde de l´Education", adquirido en el quiosco de la estación de tren de Alicante. Trata del aprendizaje y enseñanza de idiomas extranjeros. Del español, al que dedica un aparte, se señala: "Plébiscité mais à faible valeur ajoutée". Plebiscitado pero con bajo valor añadido, o cada vez más solicitado pero de débil valor añadido. El diagnóstico es correcto, más acá de que el español lo hable un potosí de gente.

Comenté esto como uno de los propósitos de mi tarea dentro del proyecto de enseñanza del español en el extranjero. No me entendieron muy bien, pues pensaron inmediatamente que yo les reprochaba que estaban trabajando mal. "We try, we try...", dijeron. No iba por ahí mi comentario. En concreto en Estados Unidos están haciendo un buen trabajo y será donde el español pueda cobrar un valor nunca de veras logrado. Pero ese valor añadido tendrá que venir de la propia España o no vendrá.

Sin ánimo de extenderme en demasía, me limitaré por ahora a apuntar los puntos clave de una posible valorización del español como lengua internacional:

-la RAE: la Real Academia de la Lengua es junto a la de Historia la primera y más importante Real Academia española, a veces llamada directamente Real Academia Española, cuando en los demás países la Real Academia nacional por antonomasia no fue la de la lengua, ni la de historia, sino la de ciencias. La primera gramática moderna de una idioma por tanto moderno fue la "castellana" de Nebrija, emulada poco después en Inglaterra, Francia, etc. Un siglo después Covarrubias escribió su gramática actualizada (tesoro) de la lengua castellana a la que con buen criterio llamó también "española" (antes ya habían apuntado en esa línea Valdés y el mismo Vives). Un siglo más tarde, Mayans podía escribir sobre la tradición de la elocuencia española siguiendo esta misma línea, tomando acertadamente como modelos a Vives para el pensamiento y a Cervantes para la literatura, dicho sea esto de modo muy general. Pero precisamente porque había esta tradición, fue un error convertir a la Real Academia de la Lengua en la academia española principal, abandonando el proyecto más importante de la academia de ciencias encargado al científico Jorge Juan, considerando esto más allá, por otra parte, de que admitamos como útil la existencia de una Real Academia de la Lengua, institución de la que carece la lengua más internacional de todas, que es el inglés, tanto en el Reino Unido como en Estados Unidos.

Mi propuesta es que la RAE debería limitarse a registrar la lengua hablada aquí y al otro lado del Atlántico (el "Diccionario panhispánico" apunta en esta dirección) y a ejercer como foro de estudio y debate de esta lengua y de su tradición, escrita y oral, en contacto por lo demás con las demás lenguas hispánicas de peso demográfico. Pero nada más. Las tildes deberían desaparecer (veáse el argumento en contra de Spinoza en su "Gramática hebrea") y las lecciones de fuero viejo castellano también. Como sabían los Sofistas y Wittgenstein, y como señala Pinker ("La estofa del pensamiento"), el uso mismo, por libre, cribará la utilidad y pertinencia o no de las expresiones que de diferente modo puedan aparecer como novedades chirriantes, etc. Por decirlo de algún modo, lo que tiene fuero siempre no es la lengua nacional o no nacional, sino el pensamiento racional.

-Hispanoamérica: como antes he señalado, la RAE ha hecho un buen trabajo con el "Diccionario panhispánico de dudas". La línea es exactamente esa, la de la unificación de/en la diversidad. Lo mismo, de otra forma, más aguda si cabe, ocurre con el español de Estados Unidos, hablado y escrito en contacto con el complejo inglés-americano. Todo esto, en lo que se refiere sobre todo a Suramérica, podría venir acompañado políticamente de la creación de una especie de Mancomunidad al estilo de la Commonwealth británica (algo que iría más allá de la actual Conferencia Iberoamericana anual de patio de colegio).

-Cultura básica: en tercer lugar, y finalmente, en consonancia con la limitación del papel de la RAE y con la importancia que tiene el español fuera de España, mi propuesta apunta a una reconsideración de los hitos de la tradición cultural española. La RAE y la relación actual con América son obstáculos a eliminar, o al menos a remover. Pero esta cuestión de la cultura básica añadida al aprendizaje del español es el punto clave para el logro de un valor añadido fuerte y complejo, en definitiva realmente útil, en la enseñanza del español. En concreto, y ahora más en la línea de Feijoo que en la de Mayans, para entedernos, se trataría de sumar pensamiento a la lengua, por así decir, y esto sin derivar en orteguismos supuestamente superadores. Hasta ahora, la tradición cultural española ha radicado especialmente en el Siglo de Oro, y en sus tardíamente sucesores siglos de plata (contemporáneo de los "resurgimientos" locales, tan criticables en aspectos básicos), bronce y laurel. El Siglo de Oro es sin duda un hito mayor, no solo a nivel literario, sino también pictórico y en alguna medida diplomático. Pero es un fin, no un principio.

Mi propuesta no implica tanto oponer un Feijoo a un Mayans como realizar una combinación de ambos asumiendo las limitaciones de nuestra tradición. Por tanto, con Mayans, empezaríamos por el Humanismo renacentista, cuyo colofón, sombrío y luminoso a un tiempo, sería el conocido Siglo de Oro. Pero con Feijoo, rechazaríamos la idea de que esto conforma una "ciencia española" que ya es toda la tradición española que hay que seguir, entre otras cosas, por cierto, porque el mismo Vives no pudo desarrollar en España ninguna tradición y apenas aparecen algunos pocos nombres en la lista de una posible ciencia o filosofía, escolástica o ya moderna, elaboradas en la España posterior a Vives. Solo tras el colapso del proyecto monárquico-imperial de los Austria, bajo la figura del científico Cabriada en Valencia aparecerán a finales del siglo XVII los "novatores" y la Regia Sociedad de Medicina y otras Ciencias de Sevilla y, en suma, la primera Ilustración española. La lectura de estos autores, y la del mismo Feijoo, así como la de Mayans, y la de los ilustrados españoles (los gobernantes y los simples escritores, las Sociedades Económicas, etc.), y la de los científicos y por así decir politólogos del siglo XIX tendría que conformar, en continuidad con el período del Renacimiento-Barroco, la tradición española moderna a añadir a la enseñanza y aprendizaje del español. Hasta ahora lo que se ha hecho es alcanzar la cima del Siglo de Oro y desde allí lamentarse, sin saber exactamente el qué y el por qué, de la decadencia española, cuyo regodeo último vendría a ser el "boom" latinoamericano.

Más bien se trataría, al contrario, de asumir las deficiencias y limitaciones que ya dicho Siglo de Oro acarreaba, y en seguir una tradición que no es inexistente en un periodo largo que no está vacío, y que por el contrario forma nuestra España actual de manera más reciente que la del Siglo de Oro, asumiendo también sus limitaciones y deficiencias para no redundar en mitologías que, por muy modernas que se presenten, no dejan de ser tales, regodeos de uno u otro cariz en el lamento por la decadencia a partir de un supuesto éxito irrepetible, como es el caso del siglo de plata (la generación del 27, vinculada a la 2ª República), etc. En este sentido, la ILE de Giner de los Ríos es por supuesto un elemento fundamental de nuestra vida contemporánea, pero con sus deficiencias y limitaciones, y con el antecedente verdaderamente más importante de la fundación de la Academia de Ciencias en 1840.

2 comentarios

ximobrotons -

mi mail es chimo74@hotmail.com

Lou -

¿Cómo puedo enviarle un privado? Gracias.