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procopio: café filosófico

Aun tengo una maleta en Berlín

Por fin he puesto pie en Alemania y he pasado cinco días en Berlín. Reagan, en su famoso discurso de 1987 en el que pedía a Gorbachov que tirara abajo el muro, que abriera la puerta de Brandenburgo ante la que estaba hablando, cita a un escritor alemán: "Aun tengo una maleta en Berlín". Es muy lastimoso que Reagan no aparezca no ya en las fotografías sino ni siquiera mencionado en los textos de la instalación que va de esquina a esquina en una de las aceras próxima al célebre Checkpoint-Charlie. "Poor, but sexy", dijo el alcalde de Berlín de su ciudad, hace poco, cuando no logró las Olimpiadas del 2000 pero a cambio fue la ciudad que albergó la final del Mundial de fútbol del 2006, famosa por el digno cabezazo de Zidane a un enérgumeno que no vale la pena mencionar. Pobre, pero sexy: Berlín. "Small cafe, the piano plays, it was very nice...", cantaba Lou Reed. En efecto. Pero, además, ¿estúpida? ¿Tanto como para no mencionar siquiera al gran Ronald Reagan en la encrucijada monumental del Checkpoint-Charlie?

El problema de Berlín es el problema de Alemania, que es uno de los problemas de Europa. Ortega estuvo aquí en 1947, en la universidad de la que fuera rector Hegel allá en 1830, dando un discurso sobre Europa, como cinco siglos antes Andrés Laguna estuviera en Colonia hablando de la "Europa que se autodestruye", en tiempos del cisma del luteranismo. "Meditación de Europa", el discurso de Ortega, no dice gran cosa, pero una cosa deja clara repetidamente: "Precisamente en Berlín se tiene que hablar de Europa". Dicho sea de paso, el término "precisamente", tan orteguiano, fue utilizado varias veces por Obama en su discurso en la avenida del 17 de junio del pasado mes de julio en Berlín. Ahora me he enterado de que el 17 de junio de 1953 es la fecha del primer levantamiento popular contra el dominio soviético en la Alemania oriental. Si no una democracia, por aquellas fechas España firmaba sus pactos de colaboración con los EEUU. No sé si la elección de Obama tanto del lugar como del adverbio, fueron conscientemente explícitas. Quizá solo es que en el Tiergarten es donde más gente cabe, y el adverbio orteguiano ya sea un tópico en Berlín.

El problema de Alemania. Quien más sabe de esto es Nietzsche. Pues bien, aproveché un día para acercarme hasta Röcken, la aldea natal de Nietzsche, donde está enterrado junto a su hermana y su madre, a unos 25 kilómetros al sur de Leipzig, bonita y célebre ciudad situada a su vez a una hora al sur de Berlín en tren de alta velocidad. Todas las peroratas nietzscheanas sobre la cultura, la moral, la civilización, que cuando se es joven uno cree que están referidas a toda la humanidad son en realidad peroratas la mayoría de veces específicamente referidas a la cultura alemana, a la cultura no solo de Alemania, sino de la Gran Germania, y también a la del Este europeo, incluyendo en esto incluso a Rusia. Cuando en 1871 se funda Alemania como tal, tras su victoria militar sobre Francia, el hegelianismo se hace realidad no ya como una filosofía de Estado sino como una religiosofía -alemana, luterana-, que es en realidad lo que ya era, superando el kantismo; haciéndole retroceder un paso pero, eso sí, concretándolo hacia delante en otros muchos. Y quien dice Hegel dice también Marx. Aun hoy en el hall de la Universidad Humboldt de Berlín está inscrito el famoso lema de Marx: "Hasta ahora la filosofía se ha dedicado a interpretar el mundo, es hora de transformarlo". Contra Hegel y de algún modo también contra Kant, y no digamos contra Marx, está Schopenhauer, y la invención de Schopenhauer -al modo en que Sancho Panza se inventó a don Quijote, según Kafka-, que es Nietzsche. Curiosamente, apenas ha habido nietzscheanismo en Alemania en el siglo XX. Lo de Heidegger, con el respeto debido, no lo es. Es un hegelianismo tardío, que va más allá, como el marxismo, incluso de la religión cristiana. Va al nacional-socialismo alemán, ni más ni menos. Al totalitarismo. Cosa muy poco nietzscheana, en verdad. El problema de Alemania, el problema de Europa. Después, la escuela de Frankfurt, la hermenéutica gadameriana: rectificación de errores -como volver a interpretar el mundo, o refundar la socialdemocracia aceptando el liberalismo económico-, que no obstante no logran salir del círculo kantiano-goethiano de la típica cultura alemana que se permite, por ejemplo, considerar a Ronald Reagan como un político de extrema-derecha (idealistas alemanes como Eugenio Trías lo han manifestado así aquí en España).

Solo el nietzcheanismo ha intentado esto y, repito, no deja de ser extraño que durante la segunda mitad del siglo XX apenas haya habido nietzscheanos en Alemania, pues ni siquiera Sloterdijk puede considerarse como tal; aunque es cierto que el nietzscheanismo, también arrancado de su manipulación nazi, está un poco ya en todas partes en Alemania (y esto es lo que los americanos saben apreciar en Alemania, mejorando a Ortega), el nietzscheanismo es mucho más evidente en Francia, como por ejemplo en Foucault y Deleuze, tan gaullistas por otra parte. Aun hoy, no sé, quizá el Onfray del "cristianismo hedonista" o algunas cosas de la "nueva derecha" puedan considerarse prolongaciones de esto.

En fin, el nietzscheanismo, me atreveré a decir, consiste en entender -esa mezcla de reir, llorar y detestar- el mundo, y, más bien, en crearlo. La Gran Política. Sin "historia concebida". Hoy en Berlín, capital de la Europa continental, de esa Europa que es el cabo de Asia, hoy ya en vías de americanización también, esta política es, según me parece, una realidad destartaladamente manifiesta, y sobre todo un desafío muy real.

Paseando en una tarde por la judería, que es el primer lugar que visité en Berlín, encontré un pequeño café-museo dedicado a los Ramones, el grupo punk-rock de NYC. Cantaban los Ramones en la última canción de su último álbum.

"Sometimes I feel like screaming
Sometimes I feel I just can’t win
Sometimes I feelin’ my soul is as restless as the wind
Maybe I was born to die in Berlin",

Hasta que llegue el día, aun tendré una maleta en Berlín.

2 comentarios

Euphemia -

18/04/2009... ahora me fijo en la fecha.
Si es que siempre llego tarde...

Euphemia -

Tenía entendido que "Aún tengo una maleta en Berlín" era el título de una canción de Marlene Dietritch... como ve, es también una dirección.

Yo también tengo la intención de ir a Berlín, pero más que por cuestiones filosóficas, por razones literarias. Quiero seguir los pasos de un hombre y de la que fue su amante... es una pena que ambos estén muertos, aún así tienen más interés que much@s que presuntamente están vivos.

Por cierto, yo no me fiaría mucho de Ortega, lo he pillado copiando a Epicteto.

Me encanta el café, incluso el filosófico. Creo que este fin de semana hay unas jornadas sobre el café en Marvao, Portugal. Está más cerca que Berlín, pero también tiene su encanto, incluso sin café.