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procopio: café filosófico

Reseña: "Una democracia sin relieve"

UNA DEMOCRACIA SIN RELIEVE

El motivo principal de "La democracia plana" (Biblioteca Nueva) viene señalado en el subtítulo de manera explícita: “Debilidades del modelo político español”. Dividido en dos partes, la primera hace un repaso histórico del proceso de implantación de la democracia en España. Contiene además una crítica radical de la situación de las democracias actuales en todo el mundo, en las que viene siendo habitual ver cómo, por ejemplo, la abstención se erige en la opción preponderante. Dicho sea de paso, hay quien observa con calma farisea este ascenso de la irrelevancia. Es el caso del historiador nacionalista J.B. Culla cuando comentaba el dato de participación en las elecciones a la alcaldía de Dallas (2%), a propósito por cierto de la no tan baja pero igualmente preocupante abstención que se va produciendo en las sucesivas elecciones autonómicas catalanas.

Contra esta banalización de la política se dirige el texto quizá más interesante del libro, titulado precisamente “Adiós a la política” y escrito por José Antonio Gimbernat. En él se reclama razonablemente una radicalización de la democracia vía el rechazo de la espectacularización de la sociedad y del determinismo económico en que aquélla se sustenta. Gimbernat maneja bien y expone de manera accesible lo mejor de la tradición ilustrada y democrática, incluida la del siglo XX. Con ella acaba reivindicando el viejo ideal republicano de institución consciente de la sociedad, que desborda los límites de los Estados para orientarse finalmente -y no es sólo Kant quien así habla- hacia la creación de una comunidad cosmopolita.

La segunda parte del libro acentúa el tono periodístico que ya dejaban traslucir las observaciones precedentes. En ella Luis de Velasco se dedica a subrayar, sin entrar demasiado a fondo aunque sin retroceder ante lo confuso, los puntos flacos de nuestra democracia. Es el caso de la corrupción, la venta de lo público a grandes corporaciones empresariales, la deficiente administración de la justicia (y el deficiente aprendizaje democrático de tantos jueces, añadiría yo), los localismos centrales o periféricos, las oligarquías financieras y partidistas, la ausencia de valores políticos (libertad individual, tolerancia, justicia) que son indispensables para la convivencia, los degradantes contenidos de las televisiones públicas, el paupérrimo estado de la educación, el aún demasiado vigente peso social de la Iglesia católica, etc., etc. Es mérito del autor no haberse complacido en la pura queja y haber aportado algunas líneas de pensamiento muy adecuadas para entender el fenómeno general de la despolitización de la sociedad. Valgan como ejemplo la crítica del teledirigismo imperante que Sartori ha realizado recientemente en su libro "Homo videns" o el empobrecimiento del lenguaje que ya Adorno y Horkheimer pusieron de manifiesto en su "Dialéctica de la Ilustración".

Hay una cuestión que los autores tocan de soslayo y de la que me gustaría decir una cosa. Se trata de la llamada transición, descalificada por algunos como trampa que no reconoció debidamente la plurinacionalidad del estado español o ensalzada por otros como la génesis del España-va-bien, o sea, como la modélica Transición. A unos y a otros basta su mismo sentido común para responderles: ni tanto ni tan poco. Desde otra perspectiva más interesante, sin embargo, se viene llamando a ese período histórico la “transacción”. En este sentido me parece bien relacionar el cuestionamiento de nuestro mito de los orígenes con el rechazo a la idea de democracia como mero mal menor, homologablemente europea incluso allí donde persistirían el dominio y la mediación jerarquizantes. Pero creo que tampoco podemos convertir la memoria histórica de momentos rupturistas en otros tantos mitos de los orígenes igualmente indiscutibles. Y me refiero sobre todo al uso y abuso de la violencia -no sólo etarra- que, a causa de sus instantes de gloria iniciales, continuaría siendo aún hoy liberador y revolucionario... Entre lo brutalmente violento y lo paródicamente lúdico, he aquí un buen territorio por conquistar para la imaginación subversiva.

Ximo Brotons

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